Memorias de aquel Consistorio en Roma
José de Jesús Parada Tovar
El sábado 26 de noviembre de 1994 fue un día especial y extraordinario para la Iglesia Católica en México, pues por primera vez en la Historia un Sumo Pontífice, Juan Pablo II (hoy Santo), investía con la púrpura cardenalicia a dos Prelados de nuestra Nación en un mismo Consistorio: al noveno Arzobispo de Guadalajara, D. Juan Sandoval Íñiguez, quien apenas había asumido el cargo de Metropolitano el jueves 19 de mayo del propio año, y al décimo Arzobispo de Monterrey, D. Adolfo Antonio Suárez Rivera, recién cedido su alto cargo de Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que desempeñó durante dos trienios, de 1988 a 1994.
La noche anterior, en la habitación donde habitualmente se aloja en el Pontificio Colegio Mexicano, domiciliado en la Vía del Casaletto, en Roma, abordamos al Arzobispo Sandoval, quien en tono muy expresivo y emotivo se refirió a su señora madre, doña Lupita Íñiguez, por no haber podido acompañarlo en esa ocasión a causa de su estado delicado de salud, y dijo de ella que siempre había sido un valioso instrumento humano para el descubrimiento y el seguimiento de su vocación sacerdotal.
Por cierto, para la cobertura informativa de ese relevante acontecimiento, me tocó ir acompañado de la Reportera Ángeles Hernández Pérez representando ambos a Radio-Grupo DK; por el Periódico El Occidental, la Reportera y Sub Jefa de Información Macrina Paredes Árciga, y para los Noticieros del Canal 4 de Televisión, el Reportero y Conductor José Antonio Fernández Salazar, y un Camarógrafo de apoyo.
Imponente ceremonial
Una vez debidamente acreditados ante la Oficina de Prensa de la Santa Sede como Enviados Especiales, fuimos testigos, en la Sala Paulo VI, en El Vaticano, del acto en que Su Santidad Juan Pablo II impuso el birrete cardenalicio (bonete rojo) a cada uno de los 30 elegidos por él para formar parte del Senado de la Iglesia y sumarse a los entonces más de 100 purpurados de todo el orbe.
Dicha Sala, con aforo para unas 6,000 personas, lucía prácticamente llena en su totalidad, ya que los nuevos elevados a esa Dignidad procedían de muy diversos países de todos los Continentes, exclusive Oceanía; a saber: 15 de Europa, a razón de cuatro italianos, dos franceses, un checo, un escocés, un belga, un español, un bosnio, un suizo, un albano y un bielorruso. Asimismo, 6 latinoamericanos: dos mexicanos, un peruano, un ecuatoriano, un chileno y un cubano. 3 norteamericanos: un canadiense y dos estadunidenses. 4 asiáticos: un japonés, un vietnamita, un libanés y un indonesio, así como dos africanos: uno de Madagascar y otro de Uganda.
En dicho elenco, por cierto, se incluían Arzobispos Metropolitanos, Obispos con altos cargos y méritos al servicio de la Curia Romana, como también simples Sacerdotes connotados por sus aportaciones a la investigación y docencia de la Teología o por haber soportado acres tribulaciones en lugares y tiempos de persecución religiosa. Este último caso correspondió al más ancianito de todos, de 91 años y oriundo de Albania, D. Mikel Koliqi, quien sufrió cárcel y destierro. De hecho, fue el más larga y efusivamente ovacionado por una multitudinaria audiencia puesta de pie y emocionada hasta las lágrimas, mientras Su Santidad lo abrazaba y felicitaba.
Cabe apuntar, como un dato adicional, que en el lapso posteriormente concedido para saludar a los nuevos Cardenales a lo largo de los salones y aposentos vaticanos, a través de los cuales desfilaron Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Embajadores y peregrinos, me acompañé de Macrina Paredes y Ángeles Hernández para acceder hasta donde estaba D. Mikel Koliqi, sentado en su silla de ruedas, solamente para conocerlo de cerca y besar su mano. La enorme y grata sorpresa fue que a su lado lo escoltaba el Arzobispo de Bombay, India, D. Iván Días quien, apenas nos oyó, le tradujo al Cardenal albano nuestro saludo, dialogó brevemente con nosotros y hasta nos dijo al final, en perfecto español: “¡Viva México, Viva Cristo Rey!” Pues bien, después supimos que este Metropolitano hindú había sido Nuncio Apostólico en Albania y, ya creado Cardenal en 2001, ocupó importantes cargos en diferentes Dicasterios de la Curia Vaticana, incluyendo la Pontificia Comisión para América Latina. Falleció a mediados de 2017.
Retomando el relato, recuerdo que, tras la doctrinal intervención del Papa, tan llena de sabiduría y sintonía con el Pueblo de Dios, exhortando a los flamantes purpurados a desenvolverse con humildad y con entera caridad pastoral y disposición hasta derramar la sangre (de ahí el color rojo de sus vestiduras), correspondió agradecerle, a nombre de todos los investidos de púrpura, al único Patriarca entre ellos, Su Beatitud Nasrallah Pierre Sfeir, libanés de origen y Metropolitano de la Iglesia Oriental Católica de Antioquía de los Maronitas, quien pronunció en francés su discurso. Feneció el 14 de mayo del presente 2019, a los 99 años.
Otros datos
De aquella treintena de “Príncipes de la Iglesia” -como solía llamárseles, aunque el término ya caducó por discordancia con el aconsejado “olor de oveja”-, el referido Patriarca provenía del Rito Maronita, 21 procedían del Clero Diocesano y sólo ocho eran Religiosos: cuatro de la Compañía de Jesús, un Misionero de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, uno de la Orden de Predicadores, uno de la Orden de Frailes Menores y uno de la Orden de Mercedarios. El más joven, de 49 años, era D. Vinko Puljic, Arzobispo de Vrhbosna, Sarajevo, y oriundo de Bosnia y Hersegovina. Murió hace dos años. El segundo de menor edad, de 61 años, el Arzobispo de Guadalajara, D. Juan Sandoval.
En este mismo año en curso, el 26 de julio, dejó de existir otro de aquellos Cardenales: D. Jaime Lucas Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, Cuba. Perviven únicamente seis, hasta donde pude informarme. Además de nuestro paisano Arzobispo Emérito, el Jesuita Julius Riyadi Darmaatmadja, de Indonesia; Emmanuel Wamala, de Uganda; Jean-Claude Turcotte, de Canadá; Adam Joseph Maida, de Estados Unidos, y Armand Gaëtan Razafindratandra, de Madagascar.
Con ocasión de algún Consistorio convocado por el Papa para la creación de nuevos Cardenales, éstos pueden nombrar y acompañarse de un Secretario. El Arzobispo Sandoval Íñiguez designó a su hermano Sacerdote José, Misionero de Guadalupe, quien llevó a Roma un nutrido contingente de feligreses de Corea del Sur, donde él ejercía su ministerio.
Las siguientes ceremonias
Un día después, el domingo 27 de noviembre, en Solemne Misa matutina presidida por el Santo Padre en su Patriarcal Basílica de San Pedro, concelebraron los 30 neo-purpurados, a quienes impuso el anillo propio de los Cardenales y signo de su fidelidad a la Sede Apostólica. Al término, recibieron el personal y consecutivo saludo de bienvenida al Sacro Colegio por parte de decenas de Cardenales presentes en Roma.
Finalizado el Oficio Eucarístico, en autobuses previamente dispuestos en los alrededores de la Ciudad del Vaticano, algunos Obispos, unos 300 peregrinos mexicanos, procedentes principalmente de la Arquidiócesis de Guadalajara y de las Diócesis de San Juan de los Lagos y de Ciudad Juárez, aparte del grupo de coreanos, fueron trasladados a las modernas instalaciones del Seminario de los Religiosos Legionarios de Cristo, en cuyo refectorio se ofreció a todos, gratuitamente, un brindis y una suculenta comida, costeados, a partes iguales, por los Legionarios y por la Arquidiócesis tapatía, como una cortesía hacia los viajeros connacionales.
Cabe hacer notar que la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada por la Vía Aurelia, está al cuidado de los Padres Legionarios, y su “Párroco Honorario” es el Cardenal a quien se asigne el Título de “Santa María de Guadalupe y San Felipe de Jesús”, que por primera vez ostentó el Cardenal Arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo, desde el viernes 28 de junio de 1991 hasta el lunes 24 de mayo de 1993, en que fue arteramente asesinado. Por decisión papal, ese mismo Título Cardenalicio lo asumió el Arzobispo sucesor, y lo lleva durante dos y media décadas.
Varios fueron los eventos efectuados en los primeros días de la semana siguiente al Consistorio. Por ejemplo, acompañado de la mayoría de los Obispos mexicanos concurrentes en Roma y decenas de Sacerdote, el Cardenal Sandoval Íñiguez tomó posesión honorífica de su Parroquia “de Santa María de Guadalupe y San Felipe de Jesús” presidiendo ahí una Solemne Eucaristía en idioma castellano.
(Todos los Cardenales del mundo son considerados, por su cercanía al Santo Padre, como parte del Clero de Roma, y por ello se les asigna un Templo como sede honoraria. Por otra parte, antes de la referida Misa, el Cura Legionario del lugar le pidió al Cardenal Sandoval oficiar en italiano, atendiendo al idioma de su feligresía, pero éste le dijo que lo haría en castellano, en atención a los centenares de peregrinos mexicanos. Obviamente, el ahora Arzobispo Emérito domina a la perfección la lengua italiana, pues allá estudió durante ocho años, y con frecuencia viajó a ese país, cumpliendo múltiples encomiendas). El Cardenal Arzobispo de Monterrey, D. Adolfo Suárez, prefirió posponer varios meses la Toma de Posesión de su Iglesia Titular “de Santa María de Guadalupe en Monte Mario” que, en otro tiempo, encabezó el Arzobispo Primado de México, D. Miguel Darío Miranda Gómez, segundo Cardenal mexicano.
Asimismo, los Superiores y los Sacerdotes alumnos del Pontificio Colegio Mexicano ofrecieron una Cena de Gala en honor de los nuevos purpurados mexicanos, a la que asistieron también numerosos Obispos presentes allá, incluyendo al Decano de los Cardenales mexicanos, D. Ernesto Corripio Ahumada, Arzobispo Primado de México (quien vistió la púrpura durante casi 29 años). De igual modo, estos tres Cardenales, además de alrededor de 20 Obispos, concelebraron una Misa de Acción de Gracias en la inmensa Basílica de San Pablo Extra-Muros, pero ante una escasísima concurrencia de fieles, ya que la gran mayoría de peregrinos se había retirado de Roma. La verdad es que quedó la sensación de una inadecuada organización del acto, al grado de que -dicho sea como mera referencia anecdótica-, no se previó la participación de un Coro, y tuve que animar a las compañeras Reporteras a que entonáramos todos los cantos comunitarios de la Misa.
Otro de esos días, por la noche, tuvo lugar una Oficial Recepción a los Señores Cardenales y sus Comitivas en la provisional Sede de la Embajada de México ante El Vaticano, ocupada entonces de manera interina por el Sr. Rafael Mijares Ferreiro en su carácter de Encargado de Negocios, y que desempeñó del lunes 31 de octubre de 1994 al lunes 3 de abril de 1995. También se hizo presente el Embajador de México ante Italia, Mario Moya Palencia. En contexto, ha de recordarse que estuvo entonces pendiente el nombramiento de Embajador ante la Santa Sede, quizá porque estaba a unos días de dejar la Presidencia de la República el Mandatario Carlos Salinas de Gortari, quien dos años antes había restablecido las relaciones diplomáticas méxico-vaticanas.
Un día especial, al pendiente de la apretada agenda papal de recepciones a las comitivas de los Cardenales, se concedió audiencia en la Sala Paulo VI a cuatro de ellos, latinoamericanos, en una sola cita: a los dos mexicanos; al Arzobispo de Santiago de Chile, D. Carlos Oviedo Cavada, Religioso Mercedario, y al Arzobispo de Lima, Perú, D. Augusto Vargas Alzamora, Jesuita. El Papa Juan Pablo se notaba fatigado; demoró su arribo por casi dos horas, y cada delegación escogió a un número representativo de peregrinos para saludarlo personalmente.
Apuntes adicionales
En 1997, a petición formal de un grupo de ex feligreses de la Parroquia de San Felipe de Jesús en Guadalajara, y a propósito del Cuarto Centenario del Martirio del Primer Santo Mexicano, el Cardenal Arzobispo Sandoval Íñiguez accedió a llevar como muestra a Roma una pequeña imagen del Protomártir (cedida por la Familia Meza Rojas y que había sido propiedad de Monseñor Rafael Meza Ledesma, primer Párroco de San Felipe), a fin de mandar hacer una escultura de tamaño natural, para obsequiarla y exponerla a su veneración en el citado Templo regido por los Padres Legionarios, en consonancia con su Título Cardenalicio “de Santa María de Guadalupe y San Felipe de Jesús”. Dicha imagen, elaborada por un escultor en Milán, fue costeada por el entonces Sr. Cura de San Felipe, D. Florencio Villaseñor García. La que sirvió de muestra, se halla en la habitación reservada a D. Juan Sandoval en el Pontificio Colegio Mexicano, y es expuesta en la Capilla al culto en su Fiesta Litúrgica, el 5 de febrero.
De los 13 Cardenales que han nombrado para México los Pontífices Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, de 1958 a la fecha, ya han fallecido siete: José Garibi Rivera, José Salazar López, Juan Jesús Posadas Ocampo, Miguel Darío Miranda Gómez, Ernesto Corripio Ahumada, Adolfo Antonio Suárez Rivera y Sergio Obeso Rivera. Viven aún: el Arzobispo de Guadalajara, D. José Francisco Robles Ortega; el Arzobispo Primado de México, D. Carlos Aguiar Retes; los Arzobispos Eméritos de Guadalajara, de México y de Morelia, D. Juan Sandoval Íñiguez, D. Norberto Rivera Carrera y D. Alberto Suárez Inda, respectivamente, y D. Javier Lozano Barragán, Presidente Emérito del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios.
Únicamente cinco de ellos han participado en Cónclaves para elegir Papa, y tres han sido electores en dos ocasiones: D. José Salazar en 1978 para elegir a Juan Pablo I y Juan Pablo II. D. Juan Sandoval y D. Norberto Rivera para la elección de Benedicto XVI en 2005, y de Francisco en 2013. En una ocasión: D. José Garibi para elegir a Paulo VI en 1963, y nuestro Arzobispo Metropolitano Robles Ortega para la elección del Papa Francisco.
Numerosos son los encargos que la Santa Sede le confió al Arzobispo Sandoval Íñiguez en sus primeros 17 años de Cardenal, sobresaliendo el de Relator General del Sínodo Especial para América, en octubre de 1997 en Roma; Presidente del XLVIII Congreso Eucarístico Internacional, efectuado en Guadalajara en octubre de 2004; Presidente Delegado para el Sínodo de Obispos, en Roma, en octubre de 2005. También formó parte activa de diversos Organismos de Gobierno de la Sede Apostólica; entre otros: el Consejo de Asuntos Económicos; la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; el Pontificio Consejo de la Cultura; la Comisión Pontificia para América Latina; el Consejo Postsinodal del Sínodo de América, y la Fundación Populorum Progressio, la cual presidió. Asimismo, en 1992, en Santo Domingo, fue partícipe de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, CELAM, y de la inmediata siguiente, en 2007 en Aparecida, Brasil.
Su Santidad Juan Pablo II, el día de la imposición del palio arzobispal.