
ALFREDO ARNOLD
Es normal que a cualquier gobierno se le presente en algún momento una situación de crisis imprevista. De la eficacia con la que responda a esa eventualidad, dependerá la magnitud del daño. Las crisis pueden ser sociales, económicas, desastres naturales, guerras, epidemias, etcétera.
López Portillo fue sorprendido por un súbito descenso del precio internacional del petróleo cuando el país se había endeudado precisamente para apoyar la industria petrolera; De la Madrid sufrió los estragos de los sismos de 1985; Salinas de Gortari tuvo que lidiar con las explosiones de Guadalajara de 1992 y los asesinatos de Colosio y del Cardenal Posadas; Ernesto Zedillo, padeció el “error de diciembre”… y así, todos los presidentes han pasado por circunstancias que exigen del gobierno una gran tarea para identificar la crisis, coordinarse con los organismos de la sociedad, asignar recursos y ejecutar las acciones necesarias para recuperar la normalidad. No siempre lo han conseguido.
Hoy, el presidente López Obrador enfrenta la grave crisis que afecta al estado de Guerrero, principalmente al puerto de Acapulco, seriamente dañado por el ciclón “Otis”. Hay que poner de pie a todos los sectores: hospitales, escuelas, infraestructura turística, seguridad pública, servicios, comercio, bancos, instituciones de los tres órdenes de gobierno; restaurar la vida social y volver a colocar a Acapulco como uno de los iconos turísticos del país. No está fácil.
“Otis” no ha sido la única situación crítica por la que ha atravesado este sexenio, en realidad han sido varias, y por la cantidad y complejidad de elementos que han intervenido en cada una de ellas, es difícil medir la efectividad con la que el gobierno les ha hecho frente.
Vamos a referirnos a algunas de estas situaciones:
1.- La primera fue la crisis de gasolina, una terrible escasez que medio paralizó algunas ciudades en enero de 2019. El gobierno explicó que se trataba de una estrategia contra el huachicol, pero también trascendió que semanas antes, el gobierno había cancelado un contrato de importación de gasolina de Estados Unidos firmado por el gobierno anterior, provocando que Pemex se quedara sin reserva de combustible. La crisis duró trece días.
2.- A raíz de lo anterior, el día 18 de mismo mes se produjo la explosión de un ducto en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde cientos de personas se abastecían ilegalmente de la gasolina que se derramaba, ante la mirada complaciente de las autoridades. Las escenas de personas incendiadas (murieron entre 70 y 90) eran dantescas.
3.- La migración tuvo su punto álgido cuando el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, amenazó con imponer un arancel de 5% a sus importaciones mexicanas. Aunque el gobierno reaccionó con un evento simbólico en la frontera, finalmente cedió al plan norteamericano y se convirtió desde entonces, en “país sándwich” para miles y miles de personas que desde la frontera sur vienen en caravanas y que han tenido sus propias tragedias.
4.- En octubre de 2019 sucedió el famoso “culiacanazo”, del que no hace falta hacer mayor comentario.
5.- En noviembre de 2020 se desbordó el río Usumacinta, inundando poblaciones en Tabasco, a pesar
de que se había alertado con suficiente anticipación que las presas estaban llenas hasta el tope.
6.- La pandemia de Covid-19 afectó a todo el mundo; en México se registraron tres millones de casos que, según cifras oficiales, causaron la muerte de 700 mil personas. La gestión gubernamental de la pandemia y todas sus derivaciones, como la reconversión de hospitales, la adquisición de vacunas, asignación de apoyos, contratación de médicos, etcétera, fue un verdadero reto para todas las naciones, incluso para China que fue donde surgió el virus.
7.- Y ahora, el ciclón devastador, al que habría que añadir un elemento que empeoró la situación en Acapulco: la rapiña que nunca se había manifestado en tales proporciones en eventos catastróficos anteriores, por el contrario, la solidaridad social era proverbial.
Cualquiera de las crisis señaladas, sobre todo las que ocurren por obra de la naturaleza, necesitan la participación multidisciplinaria de expertos en todas las áreas, del gobierno y la sociedad, de líderes y equipos que aborden eficientemente la tarea de la reconstrucción.
El gobierno no es el causante de todo lo malo, pero de su reacción a las crisis depende la levedad o gravedad que produzcan. ¿Hasta dónde es responsable el gobierno de todo lo anterior?… Buena pregunta, que seguramente produciría las más diversas y opuestas respuestas.
*El autor es LAE, diplomado en Filosofía y periodista de larga experiencia. Es académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
