El agua ha sido siempre presagio y signo elocuente de algo «nuevo». La vida que brotará del templo reconstruido y reconsagrado lo mismo que todo el ambiente de su liturgia restaurada– será como un río rebosante de dones que inundará la tierra.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"