Alfredo Arnold
Aunque un poco atrasado (el festejo fue hace dos semanas), quiero expresar algunas ideas acerca del Día del Maestro; ideas que no estamos acostumbrados a escuchar.

Yo también he sido maestro durante 52 años y por eso me atrevo a plantear lo siguiente, producto del trato cotidiano con miles de estudiantes de preparatoria, universidad y posgrado. Aquí vamos:
- El maestro enseña una materia; el alumno tiene que aprenderse muchas materias a la vez.
- El alumno tiene que cumplir con tareas, investigaciones, exposiciones y exámenes que el maestro simplemente califica.
- El maestro ya completó su ciclo profesional; el alumno enfrenta un nuevo ciclo todos los días y en cada materia.
- El alumno paga; el maestro cobra.
- El alumno se tiene que adaptar a la personalidad y al temperamento de cada maestro, a su edad, a su género, incluso a sus problemas; el maestro se maneja en el aula y ante el grupo con total libertad.
- El maestro ha dado su clase cientos de veces. Para el alumno, cada día, cada clase, es la primera vez.
- El maestro ya leyó todos los libros que recomienda; el alumno lo hará por primera vez.
- El alumno evoluciona desde niño, adolescente y joven hasta adulto, con todas las implicaciones que tiene la escuela; cambia de plantel, de compañeros, de maestros, Todo cambia en su cuerpo, en su alma, en su entorno. El maestro ya tiene una vida estable.
- El alumno responde por toda su educación, de la que quizás va a depender el resto de su vida. Mientras tanto, el maestro seguirá dando su clase como todos los días.
- El alumno hace muchas preguntas que los maestros no sabemos contestar.
- El alumno recuerda con cariño y admiración a los maestros que a lo largo de su vida estudiantil más influyeron para convertirlo en un hombre de bien. El maestro tiende a olvidar hasta los nombres de sus alumnos.
- Los maestros aprendemos constantemente (y gratis) de los alumnos.
- El gobierno se preocupa mucho por los maestros, y poco o nada por los alumnos.
- Con el afán de mantenerse actualizados, muchos maestros siguen siendo alumnos a lo largo de su vida.
- Todos los maestros, alguna vez fuimos alumnos.
- Sin alumnos, no hay maestros.
Y así le podríamos seguir…
Es por eso que considero que el rey del proceso de aprendizaje es el alumno.
Claro, los maestros son indispensables desde que se inventaron las escuelas, y creo que esto viene desde la Grecia de Sócrates, Platón y Aristóteles.
Por supuesto, guardo un cariñoso recuerdo, pleno de admiración y agradecimiento para mis maestros, desde aquella señorita María Elena que me enseñó quién fue Cristóbal Colón en primero de primaria, hasta los que me enseñaron a leer, a sumar, restar, multiplicar y dividir; los que me enseñaron civismo, gramática, aritmética, geometría, historia, geografía, biología, física, química, dibujo, idiomas, canto, ética, literatura, administración, mercadotecnia, derecho, finanzas, futbol, basquetbol, oratoria, filosofía, etcétera… los que me inculcaron valores.
La mayoría de ellos ya falleció; los que afortunadamente siguen entre nosotros, seguramente ya ni se acuerdan de mí, pero yo sí los llevo en mi corazón. Con enorme gusto volvería al salón de clases para escucharlos de nuevo.
*El autor es LAE, diplomado en Filosofía y periodista con más de 52 años de ejercicio profesional ininterrumpido. Es académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara.