Querida Lupita:
Me siento muy confundida con las diferentes opiniones que hay sobre lo que ha pasado con la adoración de unos ídolos que se hizo en el Vaticano, y el documento de la Amazonia que pide sacerdotes casados, diaconisas y nuevos ritos paganizados. Frente a mis ojos se desmorona la Iglesia y me siento angustiada.
Ana Paola G.
Hermana mía, Paola:
Nuestra mirada puesta en Cristo nos devuelve la paz. Él es Luz y donde hay luz, las tinieblas se desvanecen.
Cristo vino a modelar para nosotros un estilo de vida. Él nos enseñó a amar, a servir, a donarnos a nosotros mismos por el bien de nuestros hermanos. “El que me ama, cumplirá mis mandatos” (Jn. 14, 15).
Dios conduce a su Iglesia, Jesucristo ha dado Su Vida por ella, y nos aseguró que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. (Mt. 16, 18).
Tenemos un Papa que nos llama a vivir las bienaventuranzas y las obras de misericordia. Nos recuerda la vocación universal a la santidad en su exhortación apostólica, Gaudete et exultate.
Han habido acontecimientos que generan mucha confusión, y esto no puede negarse, pero en medio de ellos, estamos recibiendo un llamado a conocer más nuestra fe y vivirla coherentemente. Muchas son las voces que se levantan para calificar o descalificar a nuestras autoridades, a nuestra Santa Madre Iglesia, y no es esto lo que necesitamos sino poner en altavoz el llamado a vivir el amor a Dios y al prójimo.
¿Cómo amar al Papa y a la Iglesia en medio de esta tempestad?
Recordando que nuestro enemigo no es nuestro hermano sino Satanás, a él, ¡lo vencemos con vida de gracia!
Orando por el Papa para que siempre se deje guiar por el Espíritu Santo. Recordemos que el documento final de la Amazonia presenta sólo propuestas, no es una exhortación apostolica aún. Oremos para que esta sea, cuando se presente, estrictamente fiel al plan de Dios.
Viviendo el amor al prójimo. No amarrando navajas, radicalizando opiniones, clasificándonos como fieles e infieles… Dios quiere la unidad y la misma Virgen de Guadalupe en sus apariciones, enviaba a San Juan Diego al Obispo, lo invitaba a ser fiel a la Iglesia.
Reflexionemos como San José María: Que la consideración diaria del duro peso que grava sobre el Papa y sobre los Obispos, te urja a venerarles, a quererles con verdadero afecto, a ayudarles con tu oración.
Lupita Venegas/Psicóloga
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