Manuel Aarón Becerra Mercado, Curso Introductorio en Tapalpa
El liderazgo católico tiene mucho que ofrecer para iluminar los tiempos actuales y comprometerse en la transformación de la sociedad con el fermento de los valores evangélicos. Uno de los modelos para los fieles que desean hacer resonar sus convicciones cristianas ante los ataques ideológicos que hoy sufre nuestra fe es el Beato Anacleto González Flores, considerado desde hace un año “Patrono del laico mexicano”.
Pedagogo, orador y catequista
José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza.
En 1908 ingresó al Seminario Auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes adelantos en las ciencias y hasta pudo suplir con creces las ausencias del catedrático, ganándose el apodo de toda su vida: “Maistro Cleto”. Cuando comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela Libre de Leyes. Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara.
Poseedor de una vasta cultura, Anacleto González Flores escribió algunos libros llenos de espíritu cristiano, así como centenares de artículos periodísticos.
Un buen padre y esposo
En octubre de 1922 contrajo matrimonio con María Concepción Guerrero. A pesar del tiempo dedicado a su apostolado, fue esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos.
Al finalizar el año 1926, después de haber agotado todos los recursos legales y cívicos habidos, y ante la inminente organización de la resistencia activa de los católicos, apoyó con su prestigio, su verbo y su vida, los proyectos de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.
Alimentado con la oración y la comunión diaria, fortaleció su espíritu para dar su voto con sangre por la libertad de la Iglesia católica.
Su tormento
La madrugada del 1º de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la familia Vargas González; fue trasladado al Cuartel Colorado donde se le aplicaron tormentos muy crueles. Los verdugos, bajo las órdenes del general de división, descoyuntaron sus extremidades, le levantaron las plantas de los pies y, a golpes, le desencajaron un brazo. Después de perdonar a su verdugo, el militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una bayoneta calada. Su muerte hundió en luto a los tapatíos.
Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005 en el Estado Jalisco en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, al lado de otros mártires mexicanos, de los cuales encabezó la lista.
¿Qué podemos aprender de este gran hombre?
1. Su gran amor a Dios y su fidelidad a la fe católica.
2. Su valentía para defender los derechos de la Iglesia.
3. Su fecundo apostolado, aprovechando su carisma y talentos.

A 15 años de su beatificación
Alejandra Lozano
EL 20 de noviembre de 2005 Guadalajara fue sede de un momento histórico. El Papa Benedicto XVI había aprobado la beatificación del grupo de trece mártires mexicanos que vivieron en carne propia los estragos de la persecución religiosa por parte del gobierno federal y fueron abatidos en la defensa de su fe.
La ceremonia, celebrada en el Estadio Jalisco, fue presidida por el Cardenal José Saravia Martins, en representación de su santidad, el Papa Benedicto XVI, propiciando el encuentro de las Diócesis de León, Zamora y Veracruz.
La solemnidad de Cristo Rey fue fijada como la fiesta litúrgica de quienes en defensa de Cristo Rey y Santa María de Guadalupe murieron durante la Persecución.
Actualmente Anacleto González Flores, Jorge y Ramón Vargas González (hermanos), Luis Padilla Gómez, Ezequiel y Salvador Huerta (hermanos), José Trinidad Rangel, Leonardo Pérez Larios, Ángel Darío Acosta Zurita (Veracruz), André Solá Molis, Luis Magaña Servín y Miguel Gómez Loza tienen un lugar y veneración especial en el Santuario de los Mártires de Cristo, en la esperanza de que pronto puedan ser también elevados a los altares, proclamados santos y venerados a nivel Iglesia Universal.
Recordemos que con ellos se encontraba el joven sahuayense, José Sánchez del Río, cuya canonización fue aprobada en enero de 2016 por el Papa Francisco, gracias a un milagro realizado por su intercesión en favor de la salud de una pequeña niña.
La ceremonia de canonización tuvo lugar el 16 de octubre del 2016.
