upc4

JUAN JESÚS ESPINOSA PASCOE
1° DE TEOLOGÍA

¿Alguna vez has escuchado hablar sobre san Sabás Reyes? Bueno, déjame contarte un poco sobre él… Nació hace 139 años, el 5 de diciembre de 1883 en Cocula, una bella comunidad recién nombrada “Pueblo Mágico” en Jalisco.
Su papá se llamaba Norberto Reyes y su mamá Francisca, juntos educaron cristianamente al pequeño Sabás. Por la extremada pobreza en que vivía su familia tuvo que trabajar desde niño como vendedor de periódicos en Guadalajara.

Ingresó al Seminario de Guadalajara a los 15 años el 18 de octubre de 1899. Como estudiante era de escaso talento intelectual, así que el rector le sugirió que buscara ser admitido a las órdenes sagradas en otra diócesis. No obstante podemos decir que nuestro santo estaba dotado de un alma sencilla y piadosa y que tenía una especial devoción a la Santísima Trinidad, a Nuestra Señora de Guadalupe y a las Almas del purgatorio.

Que gran enseñanza nos da Sabás a los seminaristas, pues a pesar de lo mucho que le costaba el estudio, nada le impidió seguir respondiendo con fidelidad al llamado de Dios.
No cabe duda de que Jesús sabe bien a quién llama, y que cuando llama lo hace por amor. Él no llama a los más capacitados, sino que capacita a los que ha llamado.
Sabás fue ordenado sacerdote en la diócesis de Tamaulipas el 25 de diciembre de 1911, este fue con seguridad el mejor regalo de Navidad de toda su vida.
Días más tarde, el 6 de enero celebró su primera Misa en el templo de Nuestra Señora de Belén en Guadalajara.
Pasó sus primeros años de ministerio sacerdotal en la diócesis de Tamaulipas, pero en 1914 pidió permiso para trasladarse a la diócesis de Guadalajara.

En 1919 fue nombrado capellán de la Hacienda de San Antonio de Gómez perteneciente a la parroquia de Tototlán, a donde fue trasladado en 1921 para apoyar al señor Cura Francisco Vizcarra.

Cuando estalló la persecución religiosa en 1926, él perseveró en su ministerio sacerdotal, y no le importó que las fuerzas militares buscaran con gran furia a los sacerdotes para hacerlos desistir de sus creencias religiosas.

Suspendido el culto en los templos el párroco de Tototlán se retiró del pueblo, mientras que el padre Sabás se quedó con el encargo de administrar los sacramentos. Algunos feligreses le aconsejaban que buscara un refugio seguro en otro lugar, pero él respondió:
“Aquí me dejaron y aquí espero, a ver qué dispone Dios”.

Durante la Semana Santa de 1927 llegaron los soldados federales a Tototlán, iban en busca del señor cura Francisco, pero al no encontrarlo descargaron su furia contra el padre Sabás.
Lo ataron fuertemente a una columna del templo parroquial, en donde lo atormentaron durante tres días, le privaron de todo alimento y bebida, y le quemaron las manos y los pies.
Por fin, el 13 de abril, en medio de burlas y maldiciones lo arrastraron al cementerio donde lo acribillaron a balazos. El padre Sabás no dejaba de gritar: ¡Viva Cristo Rey!

Esta es la trágica historia de san Sabás Reyes, que pensándolo bien y visto desde la fe, es más bien una historia de triunfo. Imitemos su ejemplo, y el de tantos otros mártires mexicanos.
Y no dejemos de encomendar en nuestras oraciones la promoción y el aumento de las vocaciones sacerdotales para nuestra diócesis. ¡Que los santos mártires mexicanos exalumnos del Seminario intercedan por nosotros!

@arquimedios_gdl

TE INVITAMOS A FORMAR PARTE DE LOS

Comunicadores Parroquiales

Los cuales promueven la Pastoral de la Comunicación en sus Parroquias

Dirección

"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"

Papa Francisco

Copyright @2023 – Todos los Derechos Reservados.