Sergio Padilla Moreno

En mi memoria guardo tres significativos recuerdos del músico jalisciense Hermilio Hernández, quien murió el 4 de abril de 2008.
El primero es de 1988, cuando el maestro Manuel de Elías, entonces director de la Filarmónica de Jalisco, ensayaba el “Concierto para Piano y Orquesta” del maestro Hermilio, quien estaba sentado a un lado del podio para hacer observaciones precisas respecto a ciertos pasajes de la obra. Me llamó la atención la precisión y energía con la que Hermilio Hernández, de menuda figura, hizo las diversas indicaciones al director durante el ensayo de su obra. El propio Manuel de Elías comentó: “no siempre se da la suerte de tener a un lado al inspirado compositor de una obra de tal maestría”.
El segundo recuerdo es de las varias ocasiones en que me crucé con el maestro Hernández en el puente peatonal de avenida Colón y Periférico Sur, cuando él se dirigía por las mañanas a abordar el Tren Ligero rumbo a su trabajo. En esos momentos admiraba la sencillez del músico de 77 años, que bien podía darse el lujo de presumir su admirable currículum como talentoso compositor, insigne pedagogo, pianista y organista.
El tercer recuerdo me lleva a diversos momentos en que se podía ver al maestro Hernández asistir a sus compromisos laborales como organista titular en la Catedral de Guadalajara para asistir en el servicio musical durante las celebraciones eucarísticas, labor que desempeñó con especial dedicación desde 1961, cuando recién regresó de sus estudios en Europa. También fue director del archivo musical de la Catedral y profesor en la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara.
Ahora que el maestro Hernández ya no está entre nosotros, quedará la tarea de recuperar y difundir una obra que abarca desde composiciones para órgano, obras para orquesta, música de cámara y obras para piano; de estas últimas, algunas ya han sido grabadas por el pianista Joel Juan Qui.
Pero también quiero plantear una reflexión respecto al problema que en nuestro medio representa para muchos jóvenes encontrar apoyos y medios para tener una vida dedicada a la música, pues no pocos consideran que una vida dedicada al arte no permite ganar el pan de cada día, de manera suficiente, como con cualquier otra profesión “productiva”. Parece que la conformación actual de la sociedad no permite o hace muy difícil la gestación, impulso y reconocimiento de muchos más artistas del nivel del maestro Hermilio.
Ciertamente que aquí han surgido talentos como el del bailarín clásico Isaac Hernández, pero él tuvo que migrar fuera del país para desarrollarse y ser valorado por su calidad artística. Parece pues que no hay mucho lugar para el optimismo, menos cuando constatamos nuestros pobres niveles culturales y educativos.
Homenaje póstumo: Hermilio Hernández López: 1931 – 2008