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El arzobispo de Guadalajara, exhortó a los fieles católicos a cuidarse por ellos y por los demás. Señaló también que una vez superada la pandemia debemos reflexionar sobre qué hicimos para llegar a esto. Dijo que quedarse en casa es una oportunidad para retomar la vida espiritual y rezar de manera individual y comunitaria.

Sonia Gabriela Ceja Ramírez

Como cada domingo, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, presidió la Misa de 12 en la Catedral metropolitana pero esta vez de manera atípica, pues la Iglesia lució vacía debido a la contingencia sanitaria decretada por el coronavirus o covid-19, por lo que la ceremonia fue transmitida por medios electrónicos y redes sociales.

Somos hijos de la luz

Al inicio de la celebración el Cardenal encomendó a quienes alrededor del mundo están padeciendo la enfermedad, a sus familiares, a quienes ya han muerto a causa del coronavirus así como al personal sanitario que atiende sin desfallecer a quienes se han contagiado de esta enfermedad que ha sido declarada como pandemia.

Durante la homilía, el arzobispo de Guadalajara se refirió al Evangelio del día (Juan 9, 1-41) en el que Jesús cura a un ciego de nacimiento. Explicó que el que vive en pecado no ha recibido la iluminación de Cristo y que a través de la iluminación del Señor, comenzamos a vivir el sentido de la vida, ya que los bautizados, mediante el sacramento, fuimos liberados de las consecuencias del pecado original y recuperamos la dignidad de hijos de Dios.

En el bautismo resucitamos a la vida nueva en Cristo, señaló y añadió que en la Cuaresma, estamos llamados a retomar nuestra vida como hijos de la luz, vivir en fraternidad, con apertura hacia los demás, vivir en la justicia y no en la perversidad del engaño; vivir siendo operarios de la verdad.

Hacer lo que nos toca

Respecto al momento crítico que estamos viviendo como humanidad y ante la pandemia, el Cardenal Robles dijo: “Si lo analizamos honestamente tal vez se deba a nuestra desbordada ambición de las cosas materiales, tal vez se deba a nuestra pérdida de los valores trascendentes y humanos que nos deben distinguir; tal vez se deba a nuestra irresponsabilidad y al poco cuidado que tenemos con las obras de la creación, con la casa común que es el mundo.

“Todavía nos falta serenarnos para ubicar cuáles son las obras de las tinieblas que nos han llevado al punto en el que estamos, pero independientemente de que todavía no examinemos las causas que dependen de nosotros y que están en nuestra condición de pecadores, lo que si nos toca en este momento es ser testigos de la luz.

“En lugar de servir a las tinieblas de la confusión, de la mentira, del miedo, de la parálisis ante el mal, hagámonos portadores de la luz cuidando de nuestra propia salud y cuidando de la salud de los demás.

“Hagámonos responsables siguiendo las indicaciones que nos dan las autoridades de salud y nuestras autoridades civiles; hagámonos responsables, repito, para cuidar nuestra propia salud y para cuidar la salud de los demás.

“Pensemos en los que ya están sufriendo el efecto de la epidemia. Pensemos lo que vamos a sufrir, no sabemos cuánto, por las consecuencias económicas de este fenómeno. Pero lo que sí sabemos es que la solidaridad, el darnos la mano, el reconocernos hermanos necesitados unos de los otros, eso sí nos va a dar esperanza y nos va a ayudar a salir de este problema, de este tema en el que estamos ahora inmersos”, señaló.

La presencia de María Santísima

Al término de la Eucaristía el Cardenal Robles Ortega exhortó a quienes permanecen en sus casas encerrados por la contingencia a poner más atención en su vida espiritual.

“Incrementemos más nuestra oración personal y comunitaria. Retomar el rezo del santo Rosario como una gran devoción que garantiza la permanencia en Dios por medio de la invocación a la Santísima Virgen y de la permanencia en nuestra fe cristiana. Tenemos que repensar cómo concebimos y cómo vivimos nuestra fe cristiana y católica.

“Que la Santísima Virgen nos alcance la gracia de recuperar nuestra vocación cristiana, nuestra dignidad de hijos de Dios y que la proyectemos siempre haciendo las obras de la luz”, concluyó.

Durante la celebración estuvo presente la imagen de Nuestra Señora de Zapopan, patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara y patrona también contra rayos, tempestades y epidemias.

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