La persecución viene aceptada por él intrépidamente ya que mantiene una confianza inquebrantable en el Señor– misma que está en relación con su llamada a la fidelidad.
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"