Nicolle Alcaraz
Cuando se menciona la palabra banqueta, ¿qué clase de imagen se te viene a la cabeza? Quizás imagines un corredor gris, lo suficientemente ancho como para dejar marchar a las personas en dos diferentes sentidos, o a lo mejor uno tapizado con los típicos mosaicos cuadrados que alternan entre el rojo y el blanco. Otros puede que piensen en un camino partido por las raíces de los árboles, e invadido por la maleza, y unos más recuerden un espacio tan pero tan angosto que habría que marchar en fila para poder transitar.
La realidad es que banquetas hay muchas, y aunque la variedad habitualmente suele ser una ventaja, quizás al tratarse de una herramienta en favor de nuestra seguridad no sea tan prudente que existan tantas variantes sin supervisión alguna.
Un dato curioso
En Guadalajara, el suelo rojiblanco es todo un referente. Esos cuadritos de 20 por 20 centímetros son tan característicos de nuestra ciudad que, por lo mismo, han recibido el nombre de Mosaico Guadalajara.
Y pese a que para muchos de nosotros es bastante común toparnos con diseños coloridos al caminar por nuestras calles, esta tradición es menos habitual en otros Estados, en donde la ornamentación de los suelos ha sido relegada a los hogares.
Si bien existen infinidad de combinaciones para acompañar al pavimento, el origen de nuestro cuadriculado puede remontarse a mediados del siglo XX, y aunque por muchos años este tipo de ornamentación reinó entre las banquetas y corredores urbanos, con el pasar del tiempo fue cediendo su lugar a las losas de cemento, que resultaban mucho más baratas y sencillas de colocar.
Por fortuna, en los últimos años la nostalgia ha traído de vuelta a las calles tapatías este tipo de decoración, procurando la preservación de un elemento que por años ha acompañado a miles de nosotros en nuestro andar a pie por la ciudad.
Sus orígenes
Aunque todos conocemos tramos en donde la banqueta es inexistente, pensar en una ciudad entera sin este tipo de recursos resulta casi imposible. Sin embargo, hace no tanto tiempo, el mundo lograba conducirse así.
Mucho antes de que las calles tuvieran que ser divididas entre vehículos y peatones, y, por lo tanto, las banquetas tuvieran que surgir, las personas transitaban en pistas de tierra sin ningún tipo de pavimento. En la Europa medieval y moderna, los caminos carecían de señalamientos y eran compartidos tanto por individuos, como por animales y, por supuesto, carruajes.
Con las lluvias, el lodo y el estiércol se acumulaban y volvían casi imposible la circulación en esas zonas, por lo que en 1766, de la mano con la ley de Pavimentado e Iluminación, surgieron las aceras como una alternativa segura y cómoda para los individuos que transitaban a pie.
Estas aceras constaban de un bordillo que ayudaba a elevar a la gente del nivel del suelo, con el fin de distinguir su camino de la vereda destinada para los caballos y carruajes. Además, la ley solicitaba a los comerciantes mantener dichas vías completamente limpias, por lo que se les prohibía exhibir cualquier tipo de mercancía. De esta forma las calles pasaron de ser tierra de nadie, a convertirse en un bien público.
El diseño lo es todo
Además de la seguridad del peatón, las banquetas también deben de contemplar otros elementos como la integración de rampas y cruces seguros; el correcto soporte y ordenamiento de elementos como luminarias o postes con señalamientos; o la definición de un tamaño apropiado para los transeúntes.
Sin embargo, tampoco deben olvidar su naturaleza social. Para la arquitecta Ximena Ocampo, las banquetas son sitios de encuentro y convivencia. De hecho nos comenta: “Pensemos en ciudades que nos gusta visitar, probablemente sean ciudades históricas, construidas hace por lo menos 100 años. Resulta que en la mayoría de los casos, vamos a estas ciudades a caminar y no lo hacemos solo por la calidad y tamaño de sus banquetas, sino por lo que éstas nos ofrecen al pasar: vemos cafés, tiendas, y sobre todo, más gente; obteniendo experiencia y no solo eficiencia”.
Un estudio elaborado por el Departamento de Transporte de EE.UU. demostró que las aceras que han sido reacondicionadas para permitir un mayor y mejor tránsito de personas, pero que también han integrado elementos como bancas y jardineras al panorama para permitir la permanencia de los transeúntes, ayudan a disminuir los niveles de delincuencia de la zona, además de incrementar las compras de los establecimientos comerciales aledaños, y fomentar los traslados a pie por encima de los vehiculares. Por lo que es evidente que la gente goza del espacio público, siempre y cuando éste los considere.
¿Y qué con las banquetas en nuestro país?
Acorde al observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos, 15.2% de los ciudadanos tapatíos consideran que el mejoramiento de las calles y banquetas debería ser una de las prioridades de las gobiernos municipales. Siendo la segunda alternativa más votada, justo después de la prevención del delito.
Desgraciadamente, según el último informe del Instituto para la Política de Transporte y Desarrollo, titulado: Invertir para Movernos, las inversiones en materia de movilidad a nivel nacional han ido disminuyendo año con año.
Tan solo del 2014 al 2015, el presupuesto federal destinado a movilidad pasó de casi 35 mil millones de pesos, a menos de 20 mil millones. Y, aunque la tajada correspondiente a la infraestructura peatonal ha ido en aumento, en el 2015 esta ascendía a tan solo el 5.2% del total del presupuesto federal para movilidad. Mientras que, en ese mismo año, el 50.7% seguía correspondiendo a la infraestructura vial.
Esto resulta sorprendente en un país donde, según cifras de la Policía Federal, fallecen en promedio 5 mil personas al año por atropellamiento, por lo que el mejoramiento y la procuración de las zonas donde circulan millones de ciudadanos diariamente debería de ser una prioridad nacional, con el fin de poder garantizar su bienestar.
Sin embargo, entre las posibles soluciones que el mismo Gobierno de México da en su página oficial para reducir el número de muertes por este tipo de accidentes, solo se encuentran una serie de recomendaciones para cruzar la calle adecuadamente, entre las cuales destacan: “Si no hay banquetas, camina lo más cerca posible de los edificios”, o sencillamente “Incrementa(r) las medidas de seguridad por la noche”. Como si la seguridad del peatón fuese únicamente una responsabilidad individual.
En Jalisco, ¿a quién le tocan?
En estricto sentido, las banquetas son una “porción de la vía pública destinada al tránsito de peatones”. Su cuidado, reparación y construcción corresponde a los gobiernos municipales, por lo que cada Ayuntamiento cuenta con su propia reglamentación al respecto.
Acorde al Manual de Organización de la Coordinación General de Servicios Municipales de Zapopan, es responsabilidad de la Dirección de Mejoramiento Urbano “Elaborar y ejecutar el programa de mantenimiento, reparación y sustitución de las banquetas en un modelo de políticas públicas de funcionalidad de imagen urbana, de gestión ambiental y de riqueza cultural de la ciudad”.
Además, en ese mismo documento, se establece que ningún tipo de institución puede ocupar la vía pública sin haber sido autorizados previamente por la Dirección ya mencionada y, en caso de que llegaran a ocuparla, es necesario que dejen por lo menos la mitad de la acera libre para asegurar la circulación y la seguridad de los caminantes. Esto, sobre todo, en casos de remodelación o adición de mobiliario, como podría ser una caseta telefónica o un poste de luz, ya que en esas situaciones es común que se acumule escombro y otro tipo de materiales durante la construcción de la obra.
A diferencia de Zapopan, el gobierno de Guadalajara ha trazado con mucha más claridad las especificaciones necesarias para la edificación y remodelación de banquetas. Esto ha sido estipulado en el Reglamento de Imagen Urbana para el municipio de Guadalajara.
Ahí se menciona que cualquier tipo de modificación, en lo referente a las banquetas, deberá “adecuarse a la traza urbana existente en el municipio y a los lineamientos que para dichos efectos establezcan los Planes Parciales de Desarrollo Urbano del Municipio”. Por lo que cuestiones como el tipo de materiales empleados para la construcción, o la anchura de los corredores peatonales deberán mantenerse congruentes con lo previamente edificado, y solo podrán ser modificados por el Ayuntamiento en caso de que existan motivos de peso para ello.
También incluye un apartado que precisa la inclusión de rampas aptas para personas con discapacidad, y prohíbe cualquier tipo de desniveles en caso de que las banquetas se encuentren inmediatas a una cochera, con el fin de garantizar una superficie continua.
Se añade también una sección que menciona la importancia de construir banquetas en aquellos espacios que aún no las posean, siempre y cuando no afecten el resto de la vialidad vehicular.
Y finalmente, se habla sobre el papel de los usuarios en la preservación de estas vías, a quienes se les invita, en la medida de sus posibilidades, a dar “limpieza, remodelación, pintura, forestación, de los bienes inmuebles de propiedad pública o privada, del patrimonio histórico de las áreas verdes y recreativas y en general de todos los bienes del uso común”.
Banquetas, ¿libres?
En el 2015 el Ayuntamiento de Guadalajara optó por implementar un nuevo programa conocido como “Banquetas Libres”, mismo que ha sido incorporado por otros municipios como Zapopan y Tonalá. Este programa, como su nombre lo dice, tiene por objetivo mantener dichas vialidades disponibles para los peatones, al sancionar a todos aquellas personas que obstaculicen las vías, ya sea con sus vehículos o estructuras, al mismo tiempo que se les incentiva a tomar un curso de educación vial con el fin de disminuir el costo de su multa y, por supuesto, educarse respecto a las formas adecuadas para ocupar el espacio público.
Sin embargo, en el 2018, El Informador publicó un artículo en donde se mencionaba que tan solo siete de cada diez personas que han sido acreedoras a una multa por obstruir banquetas han solventado dicha sanción, y también precisa que: “El total [acumulado en multas] equivaldría a poco más de 339.5 millones de pesos, pero sólo se han recaudado 81.7 millones; es decir, 24%, por 31 mil 306 multas que sí han sido solventadas [en los 3 primeros años del programa]”. Por lo que si bien el programa si ha operado como se tenía planeado, aún queda pendiente que cierto porcentaje de personas se comprometan a participar y cumplir con sus responsabilidades viales.
Un ejercicio práctico
Es común toparse con que la teoría dista mucho de la práctica. Es por ello que, con el fin de saber realmente que tan distantes se encuentra uno del otro, en materia de mantenimiento de banquetas, nos dimos a la tarea de levantar nuestro propio reporte.
En primer lugar, escribimos a la Secretaría de Movilidad de Zapopan, quien nos compartió el número de teléfono del departamento Mantenimiento Urbano, quien, recordemos, acorde a lo estipulado por el gobierno municipal, es el responsable de este tipo de trabajos.
Sin embargo, una vez que contactamos con Mantenimiento Urbano, se nos indicó que lo correcto era marcar al número de Atención Ciudadana. Desafortunadamente, estas nuevas personas señalaban que lo adecuado era hablar directamente con el Ayuntamiento, por lo que aunque ya no estábamos tan seguros de que el reporte pudiera ser efectuado, le dimos el beneficio de la duda a esa área. Sorprendentemente, la primera opción del menú automático refería a lo que necesitamos: Mantenimiento de luminarias, pavimento y banquetas. Ahí se nos solicitó adjuntar una serie de fotografías de la zona afectada, y compartirlas al correo de atencion24.7@zapopan.gob.mx, mismas que serían revisadas en un periodo no mayor a 48 Hrs.
Por fortuna, nuestra queja fue atendida después de algunas horas de haber realizado el envío, y lo que nos comentó el personal fue que la petición había sido compartida con la dependencia encargada y que “en cuanto recibamos respuesta, nos comunicaremos con usted”.
Al preguntar respecto a cuál era la dependencia responsable de este tipo de asuntos, refirieron a la Dirección de Obras Públicas e Infraestructura de Zapopan, y además nos indicaron que podíamos ponernos en contacto directamente con ellos en caso de requerirlo. Y así fue, llamamos al día siguiente y ahí nuevamente nos derivaron al área que en papel nos dicen es la responsable, pero que, como hemos visto, en la práctica pareciera que no: Mantenimiento Urbano.
Si bien se supone que el correo que enviamos con las fotografías que exponen la banqueta levantada sigue en proceso de revisión, todo pareciera indicar que no habrá respuesta alguna por parte de las autoridades. Por lo que éste ejercicio pone en evidencia la confusión que existe dentro de los diferentes departamentos del ayuntamiento respecto a quien debe hacer frente a este tipo de situaciones.
La sociedad civil vs el desinterés gubernamental
En el capítulo segundo de la Encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco nos menciona:
“Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones” (Papa Francisco. Fratelli Tutti, Cap. 2. No.77. 3 de octubre 2020).
Y es eso lo que diferentes organizaciones de la sociedad civil, como Poder Antigandalla Jalisco y México Cívico, han decidido hacer. Poner en sus manos la mejora y el cuidado de las vialidades de nuestro país, además de implementar diferentes estrategias para asegurar el respeto al peatón.
Tanto México Cívico como Poder Antigandalla fueron creados por el ex funcionario Arné Aus Den Ruthen, quien fue diputado de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Esto con el fin de protestar en favor de la seguridad del peatón, y también por la defensa del espacio público.
El primero fue fundado en 2016, y comenzó como un canal de YouTube en donde se subían videos de diferentes ocupaciones con el fin de recuperar o defender zonas que correspondían a los transeúntes, pero que muchas veces eran utilizadas con otros fines. Algunas de las estrategias por las que han optado consisten en plantar árboles en banquetas que están siendo erróneamente empleadas como estacionamientos, o simplemente encarar a las personas que estaban cometiendo dichas faltas.
En el caso de Poder Antigandalla, esta organización tuvo la fortuna de poder expandirse hasta Monterrey y Guadalajara, y actualmente permite que los ciudadanos interesados formen sus propias brigadas para intervenir el espacio público, siguiendo las mismas leyes establecidas por las diferentes normativas municipales y estatales de las regiones a las que pertenecen.
A continuación compartimos una liga a una de sus intervenciones, en donde se decidió plantar árboles en una banqueta que estaba siendo ocupada por una agencia automotriz como estacionamiento privado, con el fin de que ésta pudiera volver a ser utilizada por los transeúntes: https://youtu.be/VgzoWrd7-cg
No nos hagamos de la vista gorda
Al final de cuentas, mucho de lo que sucede en las banquetas es también nuestra responsabilidad. Decidir estacionarnos aunque sea “por un ratito” en un área designada para los peatones, armar un puesto en la vía pública, tirar basura o simplemente callar cuando atestiguamos uno de estos escenarios, son acciones que empeoran la situación que ya se vive en las calles. Es nuestro deber conocer los derechos que tenemos como caminantes de la ciudad, y también procurarlos. Ya sea que optemos por emplear las vías que el mismo gobierno nos ha dado, en los casos en donde sí sea posible, o que prefiramos unirnos a algún movimiento independiente, como los ya mencionados, para asegurar la calidad de nuestras aceras, hoy en día contamos con alternativas que, aunque sabemos son insuficientes, son una buena manera de empezar a recuperar el espacio público para la gente de a pie.