PRO. ARMANDO GONZÁLEZ ESCOTO
Sólo siete pontífices de origen alemán han gobernado a la Iglesia hasta ahora, Benedicto XVI fue
el séptimo, y el tercero en renunciar.
Su reciente fallecimiento cierra una época marcada por la Segunda Guerra Mundial, de la cual el Pontífice era sobreviviente en diversos aspectos, pero también protagonista de la reconstrucción alemana durante un largo periodo.
Benedicto fue también el primer teólogo en ser elegido sucesor de Pedro luego de muchísimo tiempo; la mayoría de los Papas de los últimos dos siglos o fueron diplomáticos o fueron pastores en su ministerio sacerdotal anterior.
En este aspecto Benedicto XVI formó parte de la intelectualidad de la Iglesia, destacándose como teólogo desde años tempranos, por este camino produjo un gran contingente de obras que fueron virando de lo puramente doctrinal a lo espiritual y pastoral, esta capacidad lo habilitó para ser elegido consultor eólogo durante el desarrollo del Concilio Vaticano II, posteriormente será nombrado presidente de la congregación vaticana responsable del cuidado de la doctrina de la fe, cargo que ocupó durante la mayor parte del prolongado ministerio del papa Juan Pablo II.
Como hombre de pensamiento y de amplia visión observó con nitidez la realidad del mundo contemporáneo, discernió a fondo las causas profundas de los cambios que experimenta la conciencia humana, y ya como pontífice intentó corregir las múltiples desviaciones que se habían originado a partir de reinterpretaciones discutibles de los documentos conciliares, a la vez que abría nuevos espacios para el diálogo entre la Iglesia y el mundo.
Fue duramente criticado por la franqueza con que abordó la cuestión musulmana en Europa, así como por sus esfuerzos, fallidos, en orden a reintegrar en el seno de la Iglesia a los grupos ultraconservadores nacidos del cisma lefebvriano. Su dureza para con algunas posturas de la teología latinoamericana de
la liberación no fue siempre adecuadamente comprendida, pero para algunos observadores, las medidas tomadas no eran tampoco las más justas. Otro de sus grandes empeños fue la reforma a fondo
de la curia romana, propósito éste que se ha tenido desde que la curia existe.
Su último acto como Pontífice ha sido reconocido y valorado por pensadores de todos los ámbitos culturales, pues lo marcó permanentemente como un ejemplo de honestidad incomparable, es decir, la valentía para advertir que no podía ya seguir ejerciendo su cargo y por lo mismo renunciar a él, algo que no había ocurrido en la Iglesia desde el siglo XV.
Esta decisión fue seguida de otra ejemplaridad: saber vivir y actuar como emérito, apartándose por completo de cualquier tipo de injerencia, crítica, o desacuerdo, es decir, saber dar a su sucesor la libertad y el derecho a gobernar la Iglesia desde su propia visión, manteniendo todo este tiempo una postura de respeto, discreción, y profunda caridad.
Se requerirá del paso del tiempo para que la figura del papa Benedicto sea plenamente aquilatada, de momento nos corresponde agradecer su servicio a la Iglesia, y tratar de imitar su ejemplo.
armando.gon@univa.mx