Sergio Padilla Moreno
Comenzó hace unos días la Cuaresma y todavía es buen tiempo para recordar las palabras del Papa Francisco en el mensaje que dirigió, hace unos días, para animarnos a vivir este intenso tiempo litúrgico: “Poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría.”
Las palabras del Papa nos invitan a una conversión que implica afinar nuestro corazón y mente, para sentir compasión por las numerosas víctimas de un sinnúmero de nuestras acciones, palabras, prejuicios y omisiones que lastiman, denigran y niegan la vida de los demás, especialmente de las y los pobres y marginados. Es por eso que, en esta Cuaresma, valdría la pena ver y analizar la película “Buscando Justicia” (Just mercy) dirigida por Destin Daniel Cretton, con los actores Michael B. Jordan, Jamie Foxx y Brie Larson como protagonistas.
La película se basa en hechos reales, pues nos presentan el caso de un hombre de raza negra, de nombre Walter “Johnny D.” McMillian, quien había sido acusado de un asesinato de una joven blanca y que, por ello, le habían sentenciado a la pena de muerte, según las leyes de Alabama en Estados Unidos, pero en un proceso cargado de irregularidades. No pocos abogados habían tomado su defensa, pero terminaban por abandonar el caso, dejando en situación precaria la economía de la familia del condenado. Es entonces que un joven abogado, también de raza negra y graduado en Harvard, de nombre Bryan Stevenson, toma el caso y se compromete en demostrar la inocencia del sentenciado, en función de desenmascarar un sistema que veía de fondo a los negros como personas peligrosas y con poco valor.
A lo largo de la película se van presentando diversos rasgos de actitudes abiertamente evangélicas, tanto del abogado Bryan Stevenson, como de la esposa de “Jhonny D”, y de éste cuando acompaña empáticamente el temor y culpa de Herbert Richardson, condenado a la silla eléctrica. Sin ser una película de corte religioso, propone valores como la verdad, la compasión, la solidaridad, la amistad, además de la valentía para defender al desvalido y levantar la voz al denunciar un sistema que busca todo, menos justicia. En la vida real, el abogado Stevenson todavía vive, pero seguramente, que cuando salga del mundo de los vivos, se podrá decir de él lo mismo que se decía de Jesús: “pasó haciendo el bien” (Hechos 10, 38), pues en línea de la profunda convicción de San Ignacio de Loyola, “El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras”.
Bryan Stevenson: Tenemos que hablar de una injusticia