
Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…

MARÍA,
MUJER DE FE QUE TRIUNFA SIRVIENDO
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
“La liturgia de hoy nos invita a dirigir nuestra mirada hacia la Virgen, a la que todas las generaciones llaman bienaventurada, porque el Poderoso hizo obras grandes por ella.
Esta antiquísima y querida solemnidad de la Virgen, que año tras año vuelve a alegrar el corazón de los creyentes, es una invitación a mirar hacia lo alto, a mirar a María glorificada también en su cuerpo, para que recuperemos el auténtico sentido de la existencia y nos animemos nuevamente a caminar con confianza por los caminos de la vida”.
Celebrar que María ha llegado en cuerpo y alma a los cielos es una señal de las maravillas que Dios ha de obrar en aquellos que creen y esperan en Él.
Es una señal que nos llama a desarrollar la actitud de la esperanza, aún en medio de las dificultades de este mundo y nos llama al compromiso en el servicio a tantos hermanos que necesitan de nuestra presencia y de nuestra ayuda.
GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: El Señor Jesús, que nos amó y se entregó a Dios como ofrenda viva, esté siempre con ustedes.
Todos: Y con tu Espíritu.
GUIA: Con la humildad que María nos ha enseñado, en silencio, reconozcamos nuestros pecados delante de Dios e invoquemos su misericordia. (Pausa)
• Hijo de Dios, que, nacido de María, te hiciste nuestro hermano: Señor, ten piedad.
• Hijo del hombre, que conoces y comprendes nuestra debilidad: Cristo, ten piedad.
• Hijo primogénito del Padre, que haces de nosotros una sola familia: Señor, ten piedad.
GUIA: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
TODOS: Amén.
GUIA: Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que sirviendo a nuestros hermanos y aspirando siempre a las realidades divinas lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de siglos.
TODOS: AMÉN.
Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar la parte primordial que ayude a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.
Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab: En la mujer de esta visión, vemos a María como figura de la Iglesia porque dio a luz al que sería el rey de todos los pueblos. Su asunción es signo para toda la humanidad de la victoria de nuestro Dios sobre el mal, el pecado y la muerte.
Salmo 44, 10b-12. 15b-16: En este cántico para una nueva reina vemos a María que está a la derecha de Dios en los cielos y a su Hijo Reina sobre la tierra.
1 Corintios 15, 20-27a: Cristo es la primicia de los que resucitaron de entre los muertos. María, tan próxima a su Hijo, por su fe y por su maternidad, ha compartido ya también su victoria sobre la muerte.
Lucas 1, 39-56: Juntos con María cantemos la alabanza del Dios que salva a los pobres y humildes y sirvamos a quien nos necesite.
Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
[Hoy, ¡qué interesante!, nos toca leer-meditar un “evangelio de la infancia”, por eso conviene recordar que en ellos no se nos narran crónicas en el sentido que hoy las entendemos sino que nos transmiten teología, doctrina que las primeras comunidades cristianas compartían. Concretamente, parece que el evangelio de hoy quiere subrayar las cualidades y el papel de María como madre que transmite la fe de su pueblo al niño que un día llegará a ser el salvador resucitado, por eso se describe su capacidad de escucha y asimilación tanto de la palabra del Dios del Antiguo Testamento como de la predicación de su Hijo, así como la puesta en práctica de la misma. Lucas la considera merecedora de recibir la primera bienaventuranza de su evangelio: “Bienaventurada tú que has creído, porque se cumplirá todo cuanto Dios te ha prometido”. Se nos presenta como modelo de fe bíblica y de servicio.]
Hoy, al celebrar la asunción de María a los cielos, ella se nos presenta – con metáforas en las que aparecen ángeles, tronos, corona, etc. – como la llena de gracia, amada de Dios, exaltada sobre todos los demás seres creados, salvada de forma absoluta, alguien que alcanzó su plenitud, que ya conoce a Dios tal cual es y que se ha unido a él. Y se nos dice que su glorificación anticipa es el destino de toda la Iglesia, de cada uno de nosotros… Claro, siempre y cuando seamos como ella: que mantengamos nuestro “sí” a la voluntad de Dios y que estemos disponibles para servir a nuestros hermanos hasta el final de nuestra vida.
A lo largo de la historia de la iglesia – especialmente cuando Dios Padre y el mismo Jesucristo se (re)presentaban como distantes, jueces y poderosos – María ha manifestado el rostro materno de Dios y de la Iglesia al pueblo cristiano. Por eso ella ha sido invocada como Madre de Misericordia, Refugio de pecadores, Consuelo de los afligidos, etc. María nos ha mostrado al Papá/Abbá cercano y cariñoso, que inspira seguridad y confianza, tal como Jesús lo percibía y nos lo reveló con sus palabras y acciones… María nos ha hecho (re)descubrir lo compasivo, cercano y accesible que es su Hijo… En fin, nos ha hecho sentir queridos, comprendidos, perdonados y arropados, mirados con amor y confiados… El pueblo sencillo nunca ha tenido dudas: María siempre ha sido madre protectora. Con estas convicciones y con intuición sapiencial, el pueblo de Dios comprendió que la Madre de Jesús no podía conocer la corrupción y que debía participar en el triunfo de Aquel que, nacido de sus entrañas, vivió, padeció, murió, resucitó y ascendió a los cielos (Cfr. 1 Cor 15, 20-27). Basado en esa fe, el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen María a los cielos el 1 de noviembre de 1950, en la constitución Munificentisimus Deus.
Esta convicción ha ido creciendo… Los obispos reunidos en Puebla dijeron que María manifiesta el rostro maternal y misericordioso y la cercanía del Padre y de su Hijo, nos invita a entrar en comunión con ellos y nos impulsa a la unión entre los individuos y los pueblos (Cfr. D. P. 282). Unos meses antes, el 10 de septiembre de 1978, el papa Juan Pablo I dijo al pueblo reunido para el Ángelus: “Dios es Padre, más aún, es Madre”. ¿De qué maneras concretas María ha sido revelación de Dios para mí? ¿Cómo pongo en práctica sus enseñanzas?
Hoy celebramos que la Madre de Jesús, que no conoció pecado, ha sido elevada al cielo para gozar del triunfo de su Hijo sobre la muerte. Sin embargo, insistamos en que ella no se desentiende de la comunidad humana; ella sigue siendo nuestra Abogada y mediadora, sigue acercándonos a Dios y a los hermanos, especialmente a los más necesitados de salvación de cualquier otro tipo de ayuda… ¿Percibo la presencia amorosa de María en mi vida y la vida de la iglesia a la que pertenezco? ¿De qué manera vivo como ella?
Es bueno contemplar la historia humana en general y la de cada uno en particular, a la luz de la historia del Pueblo del Antiguo Testamento y de la Iglesia iluminadas por la palabra de Dios. Hoy escuchamos en la primera lectura cómo Dios acompaña nuestra historia, aún en nuestros desiertos. Así lo experimentó María y se sintió amada del Señor y transmisora de ese amor, delicadeza y compromiso. Por eso la escuchamos en el evangelio cantar que los pobres son enriquecidos; los humildes, exaltados; los hambrientos, saciados… Esta es la fe que le transmitió a Jesús y a nosotros… ¿Qué me ha enseñado y me enseña hoy María?
El día de la asunción a los cielos de María evocamos su subida a la montaña para servir a su prima Isabel. Jesús nos reveló que la misericordia es el camino para sentarse a su derecha en el Reino (Cfr. Mt 25). Ella arriesgó su vida, por eso la ganó… ¿Qué aprendo del ejemplo de María servidora?
Hoy es un día para agradecer a María por su ejemplo y para animarnos a adoptar su fe y su forma de vida generosa, servicial, orante, discreta, enamorada de Dios, entregada por amor… No permitamos que las obras de arte inspiradas en nuestra madre – con sus ropajes hermosos, sus joyas y sus cetros y coronas – nos confundan ni distraigan. Es claro que ella merece eso y más, pero esos accesorios son sólo símbolos de las virtudes que cultivó en su vida… ¡y nosotros necesitamos desarrollar esas virtudes!
PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS ALGUNOS EJERCICIOS PARA ESTA SEMANA:
1. Lee cuidadosamente el cántico de María (Magnificat) frase por frase…
¿Puedo decir que comprendo y estoy de acuerdo con cada una de esas afirmaciones de Nuestra Madre?
¿Cuáles de ellas te recuerdan alguna etapa de tu vida? Describe por qué…
¿Cuáles te son más significativas el día de hoy?
¿De cuáles te falta convencerte?
Platica con ella al respecto y comparte con amigos y familiares tus reflexiones…
2. En tu oración de estos días, manifiesta a María tu admiración y gratitud, cultiva tu devoción por su persona.
Agradécele por el “sí” que le dio a Dios; por su obediencia sostenida Jesús llegó a ser uno de nosotros y nos manifestó el amor de su Abbá, por eso lo sentimos cercano y le tenemos confianza…
Pídele ser como ella en momentos y circunstancias muy concretos…
GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas.
Creo en un solo Dios…
GUIA: Después de haber escuchado y meditado la palabra de Dios y de guardarla en el corazón, oremos por intercesión de María, por todo aquello que Ella, asunta a los cielos, desea para toda la humanidad. A cada una de las peticiones responderemos:
“Por María, escúchanos Señor”.
1. Padre, para que tu Iglesia, siendo testimonio de pobreza y humildad, sea enaltecida por la fuerza de tu Espíritu, te pedimos… “Por María, escúchanos Señor”.
2. Padre, para que podamos formar, junto a nuestro Obispo, una comunidad diocesana verdaderamente comprometida en el servicio a los hermanos, sobre todo a los más pobres y sufrientes, te pedimos… “Por María, escúchanos Señor”.
3. Padre, para que nuestra Patria vuelva a ser tierra de María, en donde los hambrientos sean colmados de bienes, y los poderosos consideren que sus manos están vacías ante Dios, te pedimos… “Por María, escúchanos Señor”.
4. Padre, para que todos los pobres, los humildes, encuentren en María la fortaleza en medio de sus necesidades, sabiendo que ellos son los bienaventurados de tu Reino, te pedimos… “Por María, escúchanos Señor”.
5. Padre, para que todos los católicos, sabiendo que María ya está en el Cielo gloriosa en cuerpo y alma, renovemos la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad perfecta para siempre, te pedimos… “Por María, escúchanos Señor”.
GUIA: Dios y Padre nuestro, escucha las plegarias y anhelos de tu pueblo que te suplica y concédenos ser, como María, servidores de los necesitados. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.
GUIA: Unidos en oración con María, hablemos a nuestro Padre con las palabras y actitudes que su Hijo nos enseñó:
Padre nuestro…
GUIA: Decimos juntos:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |
GUIA: Al volver a nuestros hogares, seamos como nuestra madre María. Sirvamos a nuestros hermanos y ayudémosles a vivir con más fe y esperanza, también busquemos en todas las cosas el Reino de Dios.
NOS ENCOMENDAMOS A LA SANTISIMA VIRGEN MARIA:
Dios nuestro, que en su providencia amorosa quiso salvar al género humano
por el fruto bendito del seno de la Virgen María, nos colme de sus bendiciones. TODOS: Amén.
Que nos acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien han recibido al Autor de la vida
TODOS: Amén.
Y que todos nosotros, que nos reunimos hoy para celebrar con devoción esta fiesta de María,
el Señor les conceda la alegría del Espíritu y los bienes en su reino.
TODOS: Amén.
Y pedimos la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros.
TODOS: Amén.