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Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…

XXXIV Domingo T.O

¡Jesús es mi Pastor-Rey-Juez!

(El Señor es mi buen pastor,

¿yo, soy oveja o soy cabrito?)

Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.

IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:

Hoy concluimos el Año Litúrgico, el Año de la Iglesia, con la solemne celebración de Nuestro Señor Jesucristo como Pastor y Rey universal.  Él vino a nosotros como nuestro Buen Pastor y nos confió la responsabilidad de cuidarnos amorosamente los unos a los otros…

Cuando vuelva para evaluar nuestra vida nos preguntará: ¿Se han ocupado los unos en los otros, han servido a los demás, especialmente a los pobres y a los débiles? ¿Qué has hecho en favor de los pobres y de los que lloraban? ¿Me has encontrado en ellos? ¿Has comulgado conmigo en ellos? (…) ¿Qué le respondemos?

Aclaremos que no es sólo cuestión de servir a otros por mera filantropía, sino que se trata también de servir a Dios, ya que el prójimo – carente, enfermo, forastero, desnudo, etc. – es Cristo mismo “disfrazado”.  Se trata, por lo tanto, de un acto de fe profunda.  ¿Hemos sido capaces, a lo largo del año que terminamos, de reconocer a Dios en los pobres y de encontrarnos con él?

En esta celebración, pidámosle al Señor perdón, fe profunda y amor generoso… Y aprovechemos que aún no es nuestro examen final y podemos convertirnos mientras nos concede vida…

GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.

Todos: AMÉN.

GUIA: Toda alabanza al Señor, que dice: “Buscaré las ovejas perdidas; haré volver a las descarriadas, vendaré a las heridas y curaré a las enfermas”.

Este Señor compasivo esté siempre con ustedes.

Todos: Y con tu Espíritu.

¡Ojalá hubiéramos reconocido al Señor en los pobres, los humildes y los perseguidos!

Pidamos al Señor que nos perdone por no haberlo descubierto ni servido en ellos.  (Pausa)

•        Señor Jesús, tú buscaste a los que estaban perdidos, vendaste a los heridos y fortaleciste a los débiles:

TODOS: Señor, ten piedad.

•        Cristo Jesús, tú viniste a unir a los que estaban dispersos en la niebla y en la oscuridad. 

TODOS: Cristo, ten piedad.

•        Señor Jesús, tú te identificaste con los hambrientos y los enfermos, los extranjeros y los presos.

TODOS:  Señor, ten piedad.

GUIA: Ten misericordia de nosotros, Señor, y perdona todos nuestros pecados.

Danos la gracia de servirte a ti en los hermanos para que tú nos bendigas y nos lleves a la vida eterna. 

TODOS: Amén.

GUIA: Oh Dios, padre de los pobres,

Tu Hijo Jesús nació entre nosotros pobre, humilde y dependiente.

Abre nuestros ojos, nuestros corazones y nuestras manos para honrarlo ahora como nuestro Pastor y Rey, acogiéndote en los hambrientos y sedientos, en los que se encuentran solos y abandonados, en los refugiados, en los pobres y en los enfermos.

Que nuestro amor llegue a ser libre y espontáneo, como la ternura que tú nos has mostrado en tu Hijo.

Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. 

TODOS: AMÉN.

Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar la parte primordial que ayude a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.

Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.

Ezequiel 34, 11-12. 15-17: Ya que los reyes de Israel habían engañado a su pueblo, Dios se presenta como el Pastor-Rey que busca a sus ovejas después de que se dispersaron por la obscuridad para apacentarlas, atraer a las descarriadas, vendar a las heridas, curar a las enfermas… Y ser juez entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos…

Salmo 22 (23): El Señor es mi Pastor, nada me faltará, pues me proporciona comida y bebida, me guía por la justicia, me unge para una misión en la vida, me defiende, es bondadoso y misericordioso y me ofrece la salvación…

1 Corintios 15, 20-26. 28: Por Adán vino la muerte para todos y por Cristo, el primero en resucitar, vino la vida para todos… El Padre reinará y será todo para todos…

Mateo 25, 31-46: Cuando venga el Hijo del hombre serán congregadas ante Él todas las naciones y apartará a su derecha a las ovejas que le dieron de comer y beber, lo socorrieron, vistieron, cuidaron y visitaron, y a su izquierda a los cabritos que no lo hicieron.  A unos dirá: “vengan benditos de mi Padre” y a los otros: “apártense de mí, malditos”…

Jesús no sólo está cercano a los pobres, desposeídos y sufrientes, sino que se identifica con ellos, por eso, toma como algo personal lo que les hagamos…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.

Audio: Pbro. J. Jesús Suárez Arellano

[La fiesta de hoy fue instituida por el papa Pío XI en 1925, se llama “Jesucristo, Rey del universo” y las lecturas nos hablan de un Pastor y de un Juez.  El mensaje de este día nos suena paradójico: se entra al Reino no por ser vasallo de un Señor Poderoso, sino por ser servidor de los débiles.

Para entender y explicar bien el sentido de esta fiesta se nos plantean varios retos imposibles de explicar en pocas palabras, aun así, me aventuro a sugerir algunas pistas: cuando los israelitas dejaron de ser nómadas querían tener un rey y Dios no aprobaba su deseo, aunque luego les permitió su capricho.  Con el paso de los siglos, los reyes desilusionaron al pueblo y, por medio de los profetas, se fue formando la imagen ideal de un rey mesiánico que vendría para hacer triunfar a los buenos israelitas sobre todos los pueblos paganos.  Jesús rechazó la idea de que lo proclamaran rey y aclaró que su reino no era igual a los de este mundo y, contrariando las expectativas de los judíos, enseñó que los que se creían sus dueños por derecho podrían perderlo y que sus lugares serían ocupados por los pecadores y los paganos…

Que no nos confunda la imagen de un Jesús Rey vestido lujosamente, con corona de oro y cetro con incrustaciones de piedras preciosas.  Es sólo eso: una imagen.  Recordemos que su reino no es terrenal y procuremos desenmarañar su significado e implicaciones para nosotros hoy.].

Se dice que Jesucristo tiene un Reino en el que conviven sus amigos y sus enemigos, los buenos y los malos, sus ovejas y también los cabritos, los que todo lo pueden y los necesitados… Pero, el Reino de Jesús no es algo material o territorial, puede estar y desaparecer o no estar en un lugar y, de repente, comenzar a existir.  Es, por decirlo de algún modo, volátil.  Está dentro de quienes lo conocen y lo hacen presente al actuar contagiando esa presencia a su alrededor.  No es un Reino para Dios, sino que es Dios en acción a través de nosotros… Ante este Reino, necesitamos, entre otras cosas, un proceso de observación de nosotros mismos, para “darnos cuenta” de cómo encontramos y de qué queremos y podemos hacer para dejarnos transformar por él y para contagiar nuestro entorno…

Según la primera lectura, el Rey-Pastor tiene varios tipos de ovejas, entre las que hay:

•        “perdidas” en las redes sociales y las ideologías, ovejas que han perdido el sentido de orientación que guiaba sus vidas… son tantos los estímulos que recibimos, tanta la información que nos llega… que nos cuesta trabajo detenernos y buscar el “darnos cuenta” que nos devuelva por el camino de Jesús… ¿Cómo decido en qué procesos de información y formación involucrarme?  ¿Cómo manejo y discierno todo lo que llega a mí? ¿Cómo trabajo mi sentido de orientación en la vida? ¿Puedo descubrir, entre las ofertas de felicidad que ofrecen las redes sociales, lo que contienen de falsedad y que me puede envenenar? ¿Qué hago para mantenerme centrado y orientado en las mareas de la información? ¿En qué otras situaciones, falsas ideologías o espiritualidades desencarnadas, me pierdo?

•        “descarriadas” fuera del carril que nos lleva al pastor y al rebaño.  Para saber si vamos por el “buen camino”, requerimos hacer silencio, reflexionar seria y profundamente, tener humildad para reconocer cuando nuestra manera de actuar no nos está ayudando a construir nuestra identidad de oveja. 

Necesitamos “darnos cuenta” si el camino que seguimos nos está llevando al destino que decimos haber escogido.

 ¿Los caminos que sigo me están llevando hacia Dios y hacia la auténtica felicidad mía y de mis prójimos? ¿Tengo en mi vida un proyecto que seguir o voy sólo dando tumbos?  ¿Ese proyecto es según el plan Dios? ¿Es un proyecto que incluye el beneficio de los demás?  O, por el contrario, ¿carezco de un plan y sólo busco llenar mi tiempo con distracciones? ¿Será que he perdido el sentido de lo que quiero? ¿Alcanzo a descubrir los obstáculos que me impiden avanzar en el proyecto que Dios y yo queremos construir?

•        “heridas” con un dolor no reconocido, no expresado y no trabajado, con un dolor que nos apagó la vida… ¿Veo la vida y las relaciones con los demás desde mi dolor y mi resentimiento? ¿Soy una oveja que va lastimando a sus hermanas porque está lastimada, incapaz de “darme cuenta” que el dolor se puede trabajar y trascender, que me puede hacer más fuertes, que de las heridas y dolores de Cristo surge la salvación y la vida?

•        “débiles-enfermas” que mantienen la debilidad como su estilo de llevar la vida… ¿Seré yo de esas personas que alcanzan a ver el camino y los procesos, pero que no alcanzan a “darse cuenta” de qué es lo que los mantiene débiles y sin deseos de cambio?

Nos queda claro que en la vida cristiana todo debe partir de un encuentro personal con Jesús.  Hoy podemos decir con el salmista: “El Señor es mi Pastor”… “Darnos cuenta” de esto es dejar que la luz de Dios entre en nuestro corazón para poder cumplir con lo que nos dice nuestro pastor en el evangelio: “Tengo hambre, tengo sed, soy forastero, estoy desnudo, enfermo y encarcelado, soluciona mi situación”.  La paz, la justicia, el amor, la verdad y los demás valores del evangelio, si se viven en un lugar y tiempo determinado, manifiestan que el Reino está presente y constituyen el ambiente propicio para que se desarrolle más… ¿Cómo es mi relación con mi Pastor? ¿Es personal e íntima? Él me guía, me cuida, me alimenta, le da propósito a mi vida… Y yo, ¿qué hago por Él? ¿Cómo puedo convertirme en una oveja que sepa vivir y convivir en el rebaño del Buen Pastor? ¿Reconozco a mi Pastor cuando se disfraza de oveja negra, perdida, descarriada, carenciada, débil y enferma? ¿Muestro interés por transformar sus situaciones?

Para convertirnos en las personas cuya caridad transforme la realidad necesitamos mantenernos en un proceso de transformación personal constante.  Y descubrir que en este proceso hay situaciones y reacciones nuestras que nos atoran y nos obstaculizan el cumplimiento cabal del proyecto de nuestro Pastor, por eso, necesitamos “damos cuenta” de esos impedimentos… ¿Cuáles son estas situaciones y reacciones mías que me dificultan cumplir las enseñanzas del evangelio? ¿Son viejos aprendizajes que hay que desaprender? ¿Son heridas o miedos? ¿Cómo puedo iluminar esos obstáculos y, con la gracia de Dios, sanarlos para unirme al proyecto de Jesús de pasar haciendo el bien al mundo?

La pertenencia o no al Reino-Rebaño dependerá de nuestra actitud hacia los débiles y el juicio es aquí y ahora, hoy nos estamos salvando o condenando…

¿Llegaré al Reino por haber atendido a los necesitados o atiendo a los necesitados porque el Reino, con su amor y misericordia, ya ha llegado a mí? ¿Cómo puedo convertirme en una oveja que se parezca a su Pastor, ayudando a las demás ovejas, especialmente a las más vulnerables, hambrientas, sedientas, forasteras, pobres, enfermas y privadas de su libertad? ¿Cómo puedo hacerme generoso, sensible, solidario y valiente como nuestro Pastor y Rey? ¿Qué me falta para ser una oveja con espiritualidad de comunión y con actitud de salir a buscar a los necesitados?

PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA LA SEMANA:

1.      Dedica unos minutos al día a practicar el ejercicio de “darse cuenta”, hazlo por escrito, completando la frase: “Me doy cuenta que…”

Así tendrás el poder para decidir qué hacer con lo que te vayas dando cuenta…

2.      Dedica cada día unos minutos para hacer una consagración a Cristo Rey:

•        Conságrale tu mente: prométele cultivar pensamientos positivos para ti y constructivos para tu comunidad-rebaño.

•        Conságrale tu corazón: comprométete con Él a nutrir sentimientos de amor y solidaridad a favor de los más desprotegidos.

•        Conságrale tu voluntad: haz un trato con Él para realizar en estos días algunas acciones concretas a favor de quien lo necesite a tu alrededor.

3.      Todos los días, conversa con tu amigo Jesús – tu Pastor, tu Rey y tu Juez – sobre lo que falta en tu vida para pensar, sentir y actuar como Él… Para que puedas transformar el mundo viviendo su misericordia, luchando contra el hambre, la sed, la desnudez y cualquier tipo de injusticia y degradación del ser humano…

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas.

Creo en un solo Dios…

Nota litúrgica: El guía hace la oración inicial y final y las peticiones las van presentando los participantes.

GUIA: Oremos a nuestro Señor Jesucristo por los que necesitan nuestro cuidado y compasión, por los que se entregan al cuidado de los más pobres y por los que tienen miedo a involucrarse en ese servicio.  Digamos después de cada petición:

Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

1. Con todos los que perdieron el camino en la vida, a ti clamamos para que hagas que en la Iglesia sean acogidos y encuentren tu persona y tu Buena Noticia de salvación, así encontrarán sentido y propósito en su existencia.

TODOS: Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

2. Con todos los hombres arrancados de sus hogares, con las innumerables víctimas de la guerra y conflictos civiles y con quienes viven en tierras extranjeras, a ti clamamos para que encuentren personas y comunidades acogedoras y hospitalarias.

TODOS: Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

3. Con todos los que tienen hambre de alimento material, los que tienen sed de justicia, los que anhelan respeto de su dignidad humana, a ti clamamos para que sepamos oír tu voz en ellos.

TODOS: Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

4. Con todos los que cuidan de los enfermos y discapacitados, personal médico, farmacéuticos y maestros, a ti clamamos para que nos enseñes a reconocerte en los que necesitan cuidado afectivo y efectivo.

TODOS: Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

5. Con todos los que están presos por buscar la justicia, con los injustamente perseguidos, a ti clamamos para que encuentren consuelo en personas libres de odio y consigan la verdadera libertad integral.

TODOS: Señor, haz que te sirvamos en nuestros hermanos.

GUÍA: Señor, que sepamos reconocerte a ti en los hermanos que sufren, que te escuchemos en sus gritos que nos reclaman, que te veamos en sus ojos que nos imploran y que en ellos te amemos y sirvamos realmente a ti. Permanece siempre con nosotros ahora y por los siglos de los siglos. 

TODOS: Amén.

GUIA: Con Jesús, que ha entregado el reino a su Padre, rogamos para que este reino de amor llegue a ser una realidad en medio de nosotros.

TODOS: Padre nuestro…

GUIA: Decimos juntos:

  “Creo, Jesús mío,
que estás real y verdaderamente en el Cielo
y en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
Te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén.
 

GUIA: No basta con aclamar a Jesucristo como nuestro Rey y Señor.

Nuestra misión en la vida es hacer que su reino sea una realidad en medio de nosotros y ofrecer ese reino a los que nos rodean por medio de nuestras palabras y, sobre todo, de nuestras obras.

La única manera de llevar esto a cabo es vivir como Jesús vivió: entregado totalmente a los demás en caridad y servicio.

Para esta tarea y misión necesitamos la fuerza y bendición de Dios.

Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre. 

TODOS: Amén.

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