
Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…
ORDINARIO XXVIII

¿A qué soy capaz de renunciar para poder seguir a Jesús?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
Hoy la palabra de Dios nos reta seriamente: ¿Dónde ponemos nuestro corazón? ¿Dónde ciframos nuestra propia seguridad? ¿Qué es lo que le da valor y bondad a nuestra vida? ¿Sentimos que nos falta algo en la vida?
El Antiguo Testamento nos invita a cultivar la verdadera sabiduría y Jesús nos advierte de no poner nuestro corazón en las posesiones materiales o en nuestras pretensiones de bondad y de mérito porque esto nos aleja de nuestros hermanos y de nuestras metas más altas.
El Señor nos mira con amor y nos dice que renunciemos a nuestras propiedades y las compartamos, que confiemos sólo en él, que entremos en su Reino siguiendo su estilo de vida…
Permitámosle que – a través de nuestra oración personal, de la comunión con su Palabra y su Cuerpo – nos dé la sabiduría suficiente para no rechazar su invitación y para seguirlo alegre, pronta y radicalmente…
GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: La Palabra de Dios es viva y eficaz, puede juzgar nuestras intenciones y pensamientos más íntimos.
Jesús mismo, la palabra del Señor, permanezca siempre con ustedes.
Todos: Y con tu Espíritu.
GUIA: En silencio, examinémonos ante el Señor: ¿Hemos confiado más en Dios que en nuestras propias seguridades y posesiones? Pidamos perdón por nuestros apegos, por nuestras pretensiones de bondad que nos estancan en la mediocridad y por no querer seguir incondicionalmente a Dios… (Pausa)
Señor, tu sabiduría y tu amor valen mucho más que la fama, la salud, la belleza y las posesiones. Señor, ten piedad.
Cristo Jesús, tú bien sabes dónde está nuestro corazón y tú quieres que esté dirigido y orientado hacia el Reino y hacia nuestros prójimos. Cristo, ten piedad.
Señor Jesús, tú quieres que renunciemos a las aspiraciones mundanas y a los bienes materiales que nos poseen y controlan, y, en cambio, quieres que te sigamos a ti más radicalmente. Señor, ten piedad.
GUIA: En tu infinita bondad, perdona nuestros traidores apegos a lo material y a lo egoísta. Danos la gracia de poner toda nuestra confianza en ti y llévanos a la vida eterna.
TODOS: Amén.
GUIA: Señor Dios nuestro, gracias por darnos sabiduría y por cuestionarnos con tu palabra viva y eficaz.
Tú ofreces tu reino a quienes renuncian a sus seguridades y nos enseñas que si seguimos el ejemplo de vida de tu Hijo seremos bienaventurados.
Danos la sensatez de desgastar la vida sólo por las cosas realmente importantes: el seguimiento de tu Hijo y la humanización de nuestro prójimo.
Concédenos lo que te pedimos por medio de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. TODOS: AMÉN.
Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar la parte primordial que ayude a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.
Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Sabiduría 7, 7-11: El poder, las riquezas, las piedras preciosas, el oro o la plata, incluso la salud, la belleza y la luz no son nada comparadas con la prudencia y la sabiduría que vienen de Dios…
Salmo 89: Pedimos al Señor un corazón sensato, misericordia, alegría, bondad y que Él haga prosperar nuestras obras…
Hebreos 4, 12-13: La Palabra de Dios es viva, eficaz, tajante, penetrante, juzga nuestros deseos e intenciones… deja al descubierto aquello de lo que hemos de rendir cuentas…
Marcos 10, 17-30: Jesús nos enseña que, para entrar a su Reino y salvarnos, no basta con cumplir los mandamientos sino que hay que desconfiar de nuestras pretensiones de superioridad moral y de las riquezas, deshacernos de ellas y socorrer a los pobres… Además, Jesús nos mira con amor y nos pide que, confiando sólo en Él, seamos generosos y lo sigamos…
Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
[Hoy se nos propone en el evangelio uno de los textos más difíciles de comprender y de vivir. Cuando Jesús ya estaba cerca de Jerusalén, donde culminaría su misión, le salió a su encuentro un hombre rico y buen judío (cumplidor de la ley) que le preguntó sobre qué debía hacer para seguir siendo beneficiado en el más allá… Jesús lo miró con amor, le propuso una revisión de los mandamientos que tratan del cuidado y amor al prójimo, que compartiera sus bienes y que lo siguiera para entrar en el Reino y para que pudiera salvarse… Sus apegos le impidieron aceptar el desafío y se fue triste…
Para los judíos, la riqueza era entendida como un signo de la bendición de Dios, pero, para Jesús, es un peligro que dificulta la salvación… (Judaísmo y cristianismo no son lo mismo).
La invitación para aquel hombre es a que confíe más en Jesús que en sus bienes materiales y a que lo siga en lugar de que sólo cumpla la ley externamente… ¡Qué difícil confiar en Jesús y seguirlo cuando se acerca a su muerte!
Antes de conocer a Jesús aquel hombre ya era feliz, pensaba que lo tenía todo material y “espiritualmente”, sólo quería saber, como ya dijimos, qué debía hacer para asegurarse la felicidad también en la otra vida… Jesús le hace ver que le falta algo: “ver” a sus prójimos, compartir ellos, dejar de pensar en su salvación egoísta y vivir como él…
Aquel hombre no sólo estaba apegado a sus riquezas materiales sino que también estaba convencido de su bondad y se creía con derechos ante Dios… Jesús lo invita a descubrir que seguirlo es mucho más que cumplir ciertas reglas y que seguirlo a él no nos hace mejores que los otros sino diferentes, más comprometidos…
Una vez más, los discípulos no entienden, siguen pensando que es imposible subsistir sin seguridades…
Es que el problema no son las riquezas en sí mismas sino el ego que busca seguridades para el más allá y el más acá… La meta propuesta por Jesús es que superemos el egoísmo entregándolo todo al bien integral del otro…
Algunas trampas que se nos pueden presentar en la aplicación de este mensaje:
a) Pensar que si somos pobres nos salvaremos (y que los ricos se condenarán) automáticamente, porque no es la pobreza material la que nos hace entrar al Reino sino el amor al prójimo y el seguimiento del estilo de vida de Jesús.
b) Convencernos de que Jesús sólo nos pide “pobreza de espíritu” (aunque nadie entiende lo que esto pueda ser). Creer que basta con llevar una vida “religiosa” y hacer “caridad” con los pobres. Lo que Jesús pide es que renunciemos a todo tipo de seguridades y que confiemos en él.
c) Pensar que sólo debemos deshacernos de la riqueza si la adquirimos de forma injusta. Recordemos que legal y justo no son lo mismo. Las leyes, en general, favorecen la acumulación de riquezas en las manos de quienes las formulan.
d) Creer que son posibles dos tipos de cristianismo: Uno para los que están obligados a seguir los consejos evangélicos (y que, por supuesto, tienen más derechos ante Dios por ser perfectos) y otro para aquellos a los que no les obligan y pueden vivir sin buscar la pobreza voluntaria, la renuncia a las seguridades materiales ni la caridad humanizadora.
Jesús nos invita a seguirlo en libertad para ser plenamente humanos como él. Si nos sentirnos apesadumbrados por “tener” que renunciar a cosas materiales o falsas seguridades emocionales es porque, como ese hombre (joven) rico del evangelio, aun no estamos convencidos de que sea sensato vivir al estilo de nuestro amigo Jesús y si experimentamos tristeza en la renuncia, nos quedaremos (tristemente) en la mediocridad sin importar cuánto nos ame Jesús…]
Las lecturas de hoy nos invitan a darnos cuenta de que, dentro de cada uno de nosotros, se da un combate entre dos bandos opuestos: por un lado, la confianza en las riquezas materiales y las seguridades humanas y, por el otro, la búsqueda de la sabiduría que viene de Dios… Riqueza/poder vs. Sabiduría… ¿En dónde pongo mi corazón: en la confianza que me dan las riquezas y el poder o en la sabiduría que aprendo de estar cerca de Dios y de su Palabra?
Comencemos descubriendo los dones y limitaciones que la riqueza pretende darnos y los dones de la Sabiduría… Haz dos listas:
• una de lo que te regala la riqueza material, la fama y el poder, la belleza, la salud, el creer que ya eres suficientemente bueno…
• otra de lo que te regala la Sabiduría que viene de Dios…
Constata también que la riqueza no nos regala la sabiduría y que la sabiduría sí nos regala otro tipo de riqueza…
En la situación que vivimos en nuestros agitados días, con todos nuestros compromisos familiares, laborales, sociales, podemos quedar absortos y asfixiados… necesitamos entrar en nuestro interior, en nuestro corazón, rescatar momentos de silencio para encontrar un sentido más profundo a nuestra vida y proyectar acciones sabias que nos lleven a construir familias y grupos más sanos e integrados… Debemos cultivar el hábito de la reflexión, así podremos cosechar perlas de sabiduría en todas nuestras experiencias… aún de nuestros errores…En esos momentos de interiorización descubriremos lo que nos despersonaliza y lo que nos hace crecer; así podremos descubrir el sentido inmediato de las cosas y los valores trascendentes… percibiremos la vida, y nuestra misión en ella, con mayor sensatez… Por eso la sabiduría es muy importante, ¿quiero adquirirla? ¿Cómo le puedo hacer para cultivarla?
Sólo siendo reflexivos entenderemos que no debemos esforzarnos únicamente por alcanzar las cosas materiales y con aparentar cumplir las obligaciones y ritos religiosos para tranquilizar nuestras conciencias sino que hemos de vivir los valores del Reino, compartir lo que somos y tenemos y “seguir” el estilo de vida de Jesús… ¿Me dedico concienzudamente a buscar y cultivar la sabiduría? ¿Me dejo transformar y mover por ella para crecer integralmente? ¿Percibo si la sabiduría me está ayudando a ser como Jesús?
La sabiduría que Dios nos quiere dar es una invitación a “soltar” nuestros apegos… El hombre rico que se acera a Jesús en el evangelio de hoy no quiso desprenderse de su apego al dinero y a la falsa imagen de gente buena que tenía de sí mismo, prefirió seguir confiando en sus seguridades y no aceptó seguir a Jesús y cultivar su sabiduría; el Señor quería sanarlo, pero él no pudo vislumbrar la “riqueza” que Jesús le ofrecía y se quedó triste… Ante la invitación libre y liberadora del Señor él decidió estancarse… Tal vez pensemos que no estamos apegados a los bienes materiales o que no poseemos tanto para aferrarnos a ello… pero, podemos estar apegado al poder, a la fama, a la búsqueda de la belleza o la salud por encima de todo… ¿Qué respuesta le doy yo a mi amigo Jesús este día en que me invita a liberarme de lo superfluo, a ver por mis hermanos y a confiar en Él para seguirlo?
En nuestros días, tal vez nosotros no nos sintamos llamados a vender todo y regalar todo nuestro dinero, pues tenemos responsabilidades contraídas previamente… El reto comienza por no dejarnos absorber por la rutina del día a día y conseguir tiempo para Dios, para reflexionar su Palabra, para hacernos más sabios y poder darle un nuevo sentido a lo que hacemos y a la forma egoísta en que vivimos… Luego vendrá el salir de nuestros límites y el encontrar la verdadera felicidad del evangelio…
La sabiduría que adquiramos con la reflexión nos ayudará a tomar las decisiones adecuadas para construir un “yo” auténticamente humano, que sea capaz de escucharse a sí mismo, a los prójimos, al mundo y a Dios, para descubrir cómo conseguir una vida terrenal auténticamente humana y también la vida eterna… Un “yo” que me ayuda a armonizar mi mundo interno y externo en el reino de Dios…
Al “joven rico” sólo le faltaba una cosa para alcanzar la vida eterna… ¿A mí, cuantas me faltan?
PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS ALGUNOS EJERCICIOS PARA ESTA SEMANA:
1. Date cuenta de cuáles son las necesidades que sientes en estos días de tu vida… ¿son auténticamente mías o me las despertó la publicidad o la sociedad competitiva y de consumo?
Al buscar satisfacerlas, ¿estoy creciendo integralmente y ayudando a crecer a quienes me rodean? O, ¿sólo me ayudan a construir una imagen de pantalla?
2. En tu oración de esta semana pide a Dios que su Sabiduría te ayude a crecer en tu proceso de llegar a ser una persona libre de apegos, que confíe en Dios y que lo siga…
GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas.
Creo en un solo Dios…
GUIA: Celebrante: Pidamos al Señor sabiduría para apreciar sus dones con gratitud y para usarlos para el bien de todos. Y digámosle:
Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
1. Por los que en la Iglesia proclaman la sabiduría de la Palabra de Dios, para que primeramente la vivan y después compartan su experiencia con sus hermanos. Roguemos al Señor: Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
2. Por los líderes del mundo entero, para que no sacrifiquen sus principios éticos al poder, al éxito, a la ambición, sino que se comprometan seriamente a promover la dignidad humana y los valores del evangelio. Roguemos al Señor: Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
3. Por los que trabajan en los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, cine, redes sociales, para que no tergiversen situaciones, palabras e imágenes para distorsionar los valores de la vida sino que busquen y promuevan honestamente la verdad y los verdaderos valores humanos. Roguemos al Señor: Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
4. Por los padres y educadores, para que reten a los jóvenes a vivir por los ideales que realmente importan; y también por los jóvenes, para que el sano idealismo y la generosidad guíen su vida. Roguemos al Señor: Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
5. Por los ricos en dinero, en posesiones y en talentos, para que aprendan a compartir espléndidamente lo que son y lo que poseen con quienes tienen menos. Roguemos al Señor: Señor, haznos sabios con tu sabiduría.
GUIA: Oh Dios, hoy te pedimos no precisamente riquezas sino generosidad y confianza, no placer sino profunda alegría, no falsa y engañosa pretensión sino rectitud e integridad. Y haznos sabios con la sabiduría de Jesucristo, tu Hijo, nuestro amigo y Señor.
TODOS: Amén.
GUIA: Dios es nuestra única riqueza. Por eso clamamos a él con las palabras de Jesucristo.
TODOS: Padre nuestro…
GUIA: Decimos juntos:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |
GUIA: El evangelio sigue retándonos a buscar satisfacción y seguridad no en lo que poseemos, ni tampoco en la propia auto-felicitación por haber obedecido los mandamientos de Dios.
Si queremos ser realmente felices con una alegría que nadie nos la pueda arrebatar, vayamos a entregarnos sin reservas a Dios y a los hermanos que nos rodean pues ellos son nuestra verdadera riqueza y seguridad.
Que el Señor nos dé a todos esta sabiduría y fortaleza. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y los acompañe para siempre.
TODOS: Amén.
Pueden ir en paz y seguir fielmente al Señor cada día que les conceda de vida. TODOS: Demos gracias a Dios.