
Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…
VIII TIEMPO ORDINARIO

¿Cómo veo, qué frutos doy y qué hay en mi corazón?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
¿Por qué será que nos damos cuenta de los defectos y fracasos de los demás y parecemos ciegos a nuestras propias deficiencias? Incluso, a menudo culpamos a los demás de lo que vemos en nosotros mismos… Miremos hoy a Jesús: Él vino para salvar a la gente de sus pecados, no la juzgaba ni la condenaba sino que la atraía por su actitud fraterna y abierta, valoraba el bien que había en ellos y les daba nuevas oportunidades de sanar su mirada, su corazón y sus acciones…
Tenemos mucho que aprender de él. Pidámosle su bondad de corazón.

GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: Demos gracias a Dios por darnos la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo…
El Señor Jesús Resucitado esté siempre con ustedes.
Todos: Y con tu Espíritu.

GUÍA: Pidamos al Señor que no nos condene de la misma manera como nosotros juzgamos a los demás, sino que nos perdone y nos dé bondad de corazón. (Pausa)
• Señor Jesús, tú sabes a dónde nos conduces y estamos dispuestos a seguirte por el camino de la vida y del perdón. Señor, ten piedad: Señor, ten piedad.
• Jesucristo, tú aceptas a las personas tal como son, para que puedas convertirlas y salvarlas. Cristo, ten piedad: Cristo, ten piedad.
• Señor Jesús, en la bondad de tu corazón trajiste el perdón donde había odio y la alegría donde había tristeza. Señor, ten piedad: Señor, ten piedad.
GUIA: Señor, te damos gracias por la sanación integral que nos traes con tu amor perdonador. Haznos pacientes como tú y guíanos a la vida eterna.
TODOS: Amén.

GUIA: Señor, amado Padre, tú nos has dado como guía y maestro a tu único Hijo, aunque somos discípulos de lento aprendizaje.
Él no ha venido a condenarnos, sino a perdonar y a salvar.
Danos ojos claros para mirar en nuestros corazones y conciencias, que no veamos sólo las sombras de las faltas de los que nos rodean, que saquemos el bien de nuestro corazón.
Y que podamos inspirar a otros llevando una vida como la de Jesús.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.

Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Eclesiástico 27, 4-7: Una persona revela sus características por su respuesta ante las pruebas de la vida, por los frutos que da y por su manera de hablar y argumentar…
Salmo 91: Es bueno alabar a Dios y hablar a los demás de su amor, fidelidad y rectitud… La persona justa y que se refugia en Dios será como un árbol fuerte y frondoso, dará flores y frutos hasta en su vejez para proclamar a justicia y la bondad de Dios…
1 Corintios 15, 54-58: Nosotros, sabiendo que Jesús ha vencido a la muerte y el pecado, hemos de mantenernos firmes y constantes en nuestras tareas cristianas convencidas de que nuestros esfuerzos darán fruto…
Lucas 6, 39-45: Tenemos que aprender de nuestro maestro que sólo quien es bueno puede ver para guiar a otro y sólo quién ha limpiado su vista puede curar los ojos de otros… Así como el árbol se conoce por sus frutos, nuestros frutos serán una manifestación de la bondad o la maldad que hay en nuestro corazón…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
[La Palabra de este domingo nos hace reflexionar que el bien no brota espontáneamente sino que hay que cultivarlo y atesorarlo en el corazón, ese “lugar” donde se asienta nuestra vida interior, nuestros sentimientos y pensamientos; ese núcleo donde se toman las decisiones de las que surgen nuestras palabras y acciones. Se nos invita a ser benevolentes, sin ser indiferentes ni ingenuos, a cultivar una capacidad de disculparlo todo, tomando como modelo al Dios misericordioso, paciente y que apoya siempre a cada uno con su gracia.
En el evangelio meditaremos la última parte del “sermón del llano” (Cap. 6) que se leerá en la liturgia de la palabra dominical. En esta parte se nos invita a cultivar la benevolencia (el bien querer).
Este trozo del evangelio nos debe dejar, mínimo, tres aprendizajes:
• Necesitamos curarnos de nuestra ceguera, es decir, reconocer nuestros grandes defectos y límites, antes de intentar orientar a otros o hacerles correcciones fraternas con caridad, verdad, con la intensión de curar a la iglesia y, sobre todo, con humildad.
• Debemos cultivar el bien en nuestro interior para poder dar buenos frutos. Por eso hay que detenerse, apaciguarse, escuchar a Dios en el silencio y meditar lo que nos dice… Sólo así podremos después hablar y actuar bien.
• Hemos de ser conscientes de que lo que nos define no es sólo lo que decimos sino lo que hacemos, no somos sólo la portada sino el contenido… Por eso, hemos de examinar constantemente lo que hay en nuestro corazón.]
La Palabra siempre nos invita a crecer, hoy, gracias a su luz, podemos comprender que nuestra vida es como un árbol que Dios ha sembrado con la finalidad de que llegue a dar fruto… De hecho, a lo largo de nuestra vida nos descubrimos como seres que evolucionamos, que crecemos y nos desarrollamos en todas nuestras potencialidades. Dado que nuestra vida es un proyecto que se va realizando día con día hasta llegar a la meta de dar fruto, necesitamos tomar conciencia de cómo estamos y cómo quiere Dios (y nosotros) que estemos, es decir, en qué paso vamos de nuestro proyecto de vida… ¿Tengo un proyecto de vida con objetivos claros y específicos para diferentes aspectos de mi vida? Según mi proyecto de vida, ¿qué frutos quiero dar? ¿Acepto las metas que Dios va poniendo en mi vida?
Sabemos que en un proyecto de vida se fijan unas metas y se van consiguiendo con constancia en el transcurso de los años… Una manera de lograr nuestros objetivos es siguiendo modelos que ya han conseguido con éxito lo que nosotros queremos lograr… Sin duda, para nosotros como cristianos, nuestro principal modelo es Jesús, él es el “Hombre Nuevo” que ha llegado a la plenitud, es a él a quien vamos conociendo y siguiendo pues queremos llegar a actuar como él… Si no hacemos esfuerzos en parecernos a él, nos convertiremos en ciegos que siguen a otros ciegos y que quieren guiar a otros ciegos también… ¿Quiénes son mis modelos en esta vida? ¿Cómo quién quiero vivir? ¿Qué actitudes y conductas quiero modelar de Jesús?
Aun teniendo bien definido nuestro proyecto de vida se nos pueden presentar dificultades que nos impidan alcanzar nuestras metas en la vida. Hoy el evangelio nos previene de una de ellas: el estar más atento a los defectos de los demás que a la autoexploración sincera… “Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano…” Es como si se nos invitara a no perder el enfoque de nuestra vida y no disipar nuestras energías en cosas que no nos ayudan a nuestro crecimiento, el consejo es muy concreto: obsérvate, reconoce tus límites y supéralos… Jesús se dio cuenta que vivimos muy fuera de nosotros mismos, observando y cuidando siempre el comportamiento de los demás, en competencia, condenando a los demás, convirtiéndolos en un punto de referencia para nuestra vida… y dejamos de examinar con sinceridad nuestro interior… (Por favor, vuelve a leer este párrafo.) ¿Reconozco que esto me sucede a mí? ¿Cómo? ¿Cuándo?
A veces también nos perdemos por el camino y no llegamos a ser lo que Dios proyectó para nuestra vida; nos quedamos a medias en nuestro proceso de crecimiento y vamos dejando muchas cosas empezadas, sin concluir… Y hasta nos desanimamos porque algo nos avisa en nuestro interior que no llegaremos a producir el fruto que Dios espera… San Pablo nos dice hoy: “manténganse firmes y constantes”… ¿Cuáles dificultades me ganan algunas veces? ¿Cuándo me siento desanimado y ya no quiero esforzarme?
Nuestra identidad cristiana. Según la primera lectura, nuestra vida es un entrenamiento en el que las dificultades son oportunidades para sacar provecho aún de las pruebas más difíciles… se puede lograr la virtud… maduramos a fuerza de dificultades, con la firmeza, la constancia y el esfuerzo… Sólo así llegaremos hasta donde fuimos proyectados y daremos frutos… ¿Estoy bien dispuesto para aprovechar las pruebas y las dificultades para demostrar y pulir mi identidad?
En el camino de nuestra vida, como ya hemos dicho en otra ocasión, Jesús es nuestro coach… él ha recorrido con éxito su propio camino, ha logrado formarse en la virtud a pesar de las más duras adversidades y ha compartido el fruto que de él se esperaba… Por eso él es también el camino a seguir… En él no sólo puedo poner mi mirada y mi confianza, también puedo “imitarlo”… ¿En qué se notará que realmente quiero pensar, sentir y actuar como Jesús de Nazaret?
Nosotros, como Jesús, tenemos que librar nuestras propias batallas, hacer nuestros descubrimientos, encontrar nuestros caminos y la voluntad de Dios en nuestro día a día… Para recorrer nuestro camino personal, familiar y comunitario y no fracasar en nuestro proyecto de vida, necesitamos seguir el ejemplo de Jesús y dejarnos guiar por la fuerza de su Espíritu…
Hoy, por último diremos que la señal de la madurez cristiana consiste en producir y compartir frutos… Después de superar las dificultades, de esforzarnos en el trabajo de autocorrección, de pelear muchas batallas interiores, de ser probados en la virtud, de lograr nuestros buenos propósitos de vida, surgirá el fruto como una bendición de Dios… Habremos completado nuestra tarea de tener el corazón lleno de bondad y podremos anunciar la rectitud del Señor y guiar a otros hermanos nuestros… ¿En qué paso voy de este proceso? ¿Qué me falta?
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. El fruto de la madurez Cristiana es el Servicio, eso es dar fruto, te invitamos en esta semana a hacer un servicio social en tu comunidad…
2. (Suponemos que ya tienes, por escrito, un proyecto de vida… Recuerda que comenzaste a trabajar en él desde la epifanía, pero, como bien sabes, siempre lo puedes y debes pulir y enriquecer) Revisa este proyecto y clarifica aún más el tipo de persona capaz de dar fruto que quieres llegar a ser…
¿Cuáles de mis defectos me impiden lograr hoy estos objetivos en mi vida?
¿Qué retos nuevos descubro hoy después de leer la Palabra varias veces y meditarla en mi corazón repetidamente?
3. Durante esta semana, pide al Señor que te dé fortaleza en la prueba y constancia para lograr los objetivos que hoy te proponen las lecturas…
Y, ante un mundo lleno de tristeza, severidad, antipatía e insatisfacción, dile al Señor: “enséñame a amar como tú, con misericordia y con la esperanza de saber que el bien triunfará sobre el mal… Luego, enséñame a transmitir mi experiencia de tu misericordia”.

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas.
TODOS: Creo en un solo Dios…

GUIA: Jesús nos enseñó – con su vida, mensaje y entrega hasta la muerte – la misericordia perdonadora de Dios, que busca salvar, no condenar. Sigamos su ejemplo y pidamos por todos. Oremos:
“Señor, guíanos por el camino de la vida”.
1. Para que la Iglesia muestre el estilo aprendido de Jesús en las circunstancias a menudo difíciles de nuestros días, transitando un camino hacia el perdón y el amor, y hacia la justicia y la verdad. Oremos. “Señor, guíanos por el camino de la vida”.
2. Para que los buscadores honestos de la verdad y la bondad no sean engañados por falsos líderes sino que aprendan a seguir el camino de Jesús. Oremos. “Señor, guíanos por el camino de la vida”.
3. Para que quienes están dispuestos a servir a la causa de la paz y la amistad se dejen guiar por la bondad de su corazón y sigan las enseñanzas de nuestro Maestro Jesús. Oremos. “Señor, guíanos por el camino de la vida”.
4. Para que aquellos que fácilmente condenan y son reacios a perdonar y a aceptar a la gente siguiendo el modelo de Jesús. Oremos. “Señor, guíanos por el camino de la vida”.
5. Para que, recordando las enseñanzas y el ejemplo de Jesús, aprendamos a ver el mal que hay en nosotros y no condenemos a otros por los errores que nosotros también cometemos. Oremos. “Señor, guíanos por el camino de la vida”.
GUIA: Señor Jesucristo, abre los ojos de todos los espiritualmente ciegos que han perdido su camino en la vida. Por tu amor y tú fuerza guíanos a todos al Padre que ama a todos. Sé nuestro maestro ahora y por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.

GUIA: Que ahora brote de la bondad de nuestro corazón la oración que Jesús mismo nos enseñó: Padre Nuestro…
TODOS: Padre nuestro…

GUIA: Decimos juntos:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |

GUIA: San Pablo nos ha advertido hoy que nunca admitamos la derrota en el bien, que nunca dejemos de seguir a Jesús.
¿No sería eso aplicable también a dejar de buscar faltas en los demás mientras olvidamos nuestros propios errores y fracasos?
Seamos amorosos los unos con los otros, como Dios ha sido bueno y moroso con nosotros, con la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
TODOS: Amén.