
Ofrecemos un esquema para realizar esta celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…
XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
(¿Acepto ayudarle a Dios?)

IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
Nota litúrgica: Conviene que estas líneas sean meditadas con antelación por quien guiará la celebración y para comprender el contexto e inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
Un buen examen para conocer la fuerza y la autenticidad de nuestra fe sería “medir” cuánto vivimos y compartimos la Palabra con la gente que nos rodea.
No podemos guardar para nosotros lo bueno, lo valioso, lo bello. Si el evangelio ha modelado nuestras vidas y sentimos que ha sido algo profundo y precioso para nosotros, ¿por qué no ha de ser Buena Noticia también para otros? No todos podemos ir a predicar el evangelio a pueblos lejanos, pero todos podemos dejarlo hablar por el modo cómo lo vivimos personalmente, en nuestras familias y ambientes laborales.
Conviene recordar que, en los primeros tiempos del cristianismo, la gente se convertía al percatarse de cómo vivían los cristianos, cómo participaban en el culto a Dios, la oración y la enseñanza y cómo se amaban y servían los unos a los otros. ¿No será que necesitamos ver este sencillo y sincero estilo de vida en los católicos actuales?
También necesitamos profetas con valor y audacia que se atrevan a no siempre ser bien aceptados por la gente… ¿Quién de nosotros se atreve a hablar claro al ver en nuestra sociedad o en la comunidad local algo que va contra el evangelio y contra los genuinos valores humanos? Algunos fieles llegan incluso a protestar ante el cristiano comprometido que denuncia e invita a despertar la conciencia política, que pide justicia o defiende a los pobres que no tienen voz… Pero, recordemos que Dios nos ha confiado su palabra…
Fuimos elegidos por Dios en Cristo para que seamos sus hijos e hijas. Nos ha perdonado y nos ha dado vida gratuitamente; todo es gracia. Somos ricos. Somos el pueblo de Dios para llevarlo al mundo.
GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: El Padre que nos ha elegido desde antes de la creación del mundo, el Hijo que nos ha enseñado a vivir y el Espíritu que nos alienta en nuestra misión de evangelizadores estén siempre con ustedes.
Todos: Y con tu Espíritu.
GUÍA: En silencio, con sinceridad, reconozcamos que, en muchos aspectos, aún no vencemos al mal en nuestras vidas y que no hemos sido Buena Noticia de salvación para otros. Por eso, pidamos perdón.
- Señor Jesús, en ti hemos sido bendecidos con todo el amor y la gracia del cielo. Señor, ten piedad.
TODOS: Señor, ten piedad.
- Cristo Jesús, en ti hemos sido elegidos para ser santos y sin mancha a los ojos de Dios. Cristo, ten piedad.
TODOS: Cristo, ten piedad.
- Señor Jesús, en ti el Padre nos ha escogido para vivir en su presencia por medio del amor. Señor, ten piedad.
TODOS: Señor, ten piedad.
GUIA: Señor, perdona todos nuestros pecados y haznos libres para vivir tu elección y cumplir tu misión y llévanos a la vida eterna.
TODOS: Amén.
GUÍA: Señor, haz que vivamos como hijos tuyos.
Bendito seas porque nos has escogido en Cristo para ser tus hijos, liberados ya por la sangre de tu Hijo.
Guárdanos siempre libres y danos la gracia de vivir una vida que refleje la Buena Nueva de salvación que nos trajo y enseñó Jesús.
Haz que nuestro amor y servicio sean contagiosos, para que puedan inspirar y animar a nuestros hermanos y atraerlos a ti, nuestro Dios vivo y amoroso.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.
Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar las partes principales que ayuden a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.
Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Amós 7, 12-15: Dios llama a Amós, a pesar de que no hay tradición profética en su familia, a proclamar su exigente mensaje a un pueblo autosuficiente que le rinde un culto de simple palabrería… Así nos llama también a nosotros…
Salmo 84: Las Palabras del Señor son de paz, misericordia, salvación, justicia, bondad… Hemos de aceptarlas y proclamarlas para dar frutos de justicia y fidelidad…
Efesios 1, 3-14: Dios siempre ha tenido un plan de amor para nosotros: Hacer que todas las cosas tengan a Cristo por cabeza y que seamos herederos con Él… Hemos de creer en su Palabra y ser marcados por el Espíritu… Jesús es una bendición para nosotros, fuimos elegidos en él para ser santos, hemos recibido la redención y el perdón de nuestros pecados, nos ha dado gracia, sabiduría e inteligencia…
Marcos 6, 7-13: Jesús envía a los doce (y a nosotros) con poder para superar al mal, a anunciar la conversión, a ungir y a curar a los enfermos… Nos indica que no confiemos en nuestros recursos materiales sino en el poder que él nos da, en nuestros hermanos y en la caridad de las personas que encontramos en nuestra misión…
Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
[El evangelio de hoy sigue al del domingo anterior. Pero, es importante que notemos un cambio de estrategia en el ministerio de Jesús. Después del rechazo de las autoridades, sus familiares y sus paisanos, él no disminuirá su actividad, por el contrario, va a aumentarla con la colaboración de sus discípulos, de esta forma llegará a más personas que no estén viciadas por los centros de poder comercial, civil y religioso… Quizá también para que sus discípulos y apóstoles vayan practicando antes del envío definidito que vendrá después de la resurrección, a partir de ahora los involucrará en su misión enviándolos a preparar el terreno a los pueblos a los que él planeaba ir.
De aquí en adelante la nueva familia de Jesús ya no será sólo espectadora sino que colaborará en la misión del Maestro que los ha llamado para estar con él y para enviarlos a predicar. Así lo hacen notar también los otros sinópticos.
Deben ir manifestando común-unidad (de dos en dos), desprendidos de los bienes materiales (confiando en Dios y en las personas) y, mientras testifican la Buena Nueva y la proximidad del Reino, irán ayudando a las personas a tornarse más humanas (liberándolas del poder del mal y de la enfermedad)… El mensaje de Jesús es mucho más que una doctrina, es una manera de vivir…
En este evangelio aparecen las características de los llamados y de los envíos de todos los tiempos. También los nuestros.
En las tres lecturas de hoy aparecen muy claramente la elección y la misión.]
Dios nos ha salvado, consolado, curado… Pero también nos envía a guiar, orientar y “curar” a una sociedad que parece estar sorda a su voz… Una sociedad que busca que las cosas materiales por sí solas le den sentido y significado a sus vidas…
La Palabra de hoy nos invita a darnos cuenta de cómo estamos debatiéndonos entre lo material y los valores espirituales, de que muchas veces nos falta confianza en Dios y en nuestros hermanos… ¿Qué nos gusta de estar cerca de Dios? ¿Quiero sus dones o lo quiero a Él? ¿Quiero que me solucione la vida o quiero ayudarle a salvar a un mundo que lo rechaza y que algunas veces ni siquiera quiere curarse?
Jesús nos envía a “curar”. A veces entendemos esta palabra sólo como sinónimo de sanar, pero tiene también otro significado más profundo: “cuidar”… (Así, por ejemplo, se habla del “curador” de un museo o del señor “cura”)… En este sentido podemos reflexionar sobre cómo hemos de cuidar/curar nuestra dimensión espiritual, salud integral, relaciones humanas… cuidarlas según la enseñanza de Dios en su palabra para irnos librando del poder del mal… Y, desde este cuidado, podemos pensar en cómo ser un profeta que sea luz para nuestros hermanos; podemos ayudar con nuestro ejemplo a que las personas se vayan “curando”/cuidando del materialismo y consumismo y que se vayan acercando a este Dios que también los llama por amor para amar y servir… ¿A quién puedo ofrecerle respuestas desde la plenitud de mi vida en Dios? ¿Voy curando o voy enfermando y destruyendo por donde paso? ¿Con quién/es hago equipo para cuidar de mi entorno?
Los profetas/discípulos/misioneros de la actualidad somos enviados a liberar al mundo de las nuevas esclavitudes… ¿Cuáles son las esclavitudes actuales? ¿Adicciones? ¿Tecnología? ¿Moda? ¿Posesiones materiales? Etc… Nuestro mundo es víctima de variadas esclavitudes… Hemos de detenernos, observar, acercarnos a Dios y escuchar su palabra que nos libera… ¿Acepto a Dios en mi vida y me convierto? Una vez realizado mi propio proceso y aceptado la vida comunitaria, ¿quiero ayudarle a liberar a otros?
Hoy se escuchan muchas voces y opiniones; hay mucho ruido a nuestro alrededor… Y, entre todo ese barullo, a veces, ya no distinguimos la palabra de Dios… Necesitamos guardar silencio exteriormente y distinguir las voces en nuestro interior… escuchar atentamente y dejar entrar la voz de Dios en nuestra vida… La palabra de Dios no debería ser una opinión más entre otras… ¿Me doy espacios y tiempos para reflexionar y tomar decisiones? ¿Consigo descubrir la voz de Dios que me llama a profetizar y me envía a curar/cuidar a mis prójimos? Puede resultar muy impactante saber que Dios quiere ser ayudado por mí… ¿Acepto ayudarle a “curar” al mundo? ¿Me capacito para entender la Biblia como palabra de Dios?
Debemos convencernos de que ser discípulo de Jesús no es un privilegio sino un compromiso y de que seguirlo es aceptar su misión. La eficacia de la iglesia hoy depende de la conversión de cada creyente, de su relación de absoluta confianza con Dios, de su libertad personal, de la superación del mal en su vida, de cómo ayude a quienes están a su alrededor a liberarse de las ataduras del mal y de cómo y qué comparte con sus hermanos. Los buenos discípulos dan ejemplo con su vida de que Reino ya ha llegado… ¿Cómo y en dónde acepto colaborar en la misión a la que Jesús me envía? ¿Cómo me preparo personalmente para ser su discípulo misionero?
Terminamos citando a la mística judía holandesa Etty Hillesum, que, sumergida en los horrores del campo de concentración y sabiendo ya su inevitable destino, escribió: «Una cosa se hace cada vez más evidente para mí, y es que tú, Dios mío, no nos puedes ayudar, sino que nosotros tenemos que ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Lo único que podemos salvar en estos tiempos, lo único que realmente importa, es tener una pequeña parte de ti en nosotros… Nos toca a nosotros ayudarte a ti, defendiendo hasta el final tu casa en nosotros».
PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS ALGUNOS EJERCICIOS PARA ESTA SEMANA:
- Haz, cada día, espacios de silencio para escuchar tu voz interior sobre los temas desarrollados en esta reflexión…
Escribe: ¿De qué me voy dando cuenta?
¿Qué me dice Dios de todo esto?
- Observa a las personas cercanas a ti…
¿En qué actividades procuran saciar su sed de felicidad? ¿En las compras? ¿En el entretenimiento, los espectáculos, el cine, la TV, Etc.?
Obsérvate a ti mismo también… ¿Estoy en el mismo nivel que ellos? ¿Encuentro felicidad y sentido a mi vida en Dios, en su palabra y en la misión que Él tiene para mí?
¿Cómo puedo ayudarle a Dios siendo su profeta/apóstol en favor de los demás?
- Durante la semana, relee cada día la Palabra de este domingo y fíjate en las frases que más te llamen la atención y en la relación de unas con otras…
¿Qué me estará diciendo Dios a través de estas ideas?
Haz oración sobre estos temas…
Luego, toma decisiones… y sigue hablando con tu amigo Jesús…
GUÍA: Expresemos nuestra fe en el Dios vivo, un Dios de unidad familiar y un Dios que reina nuestras vidas:
“Creo en un solo Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra y gracia del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con él Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.
GUÍA: Todos nosotros somos llamados por el Señor para anunciar y dar a conocer su Buena Nueva de salvación. Oremos los unos por los otros, para que sepamos responder al llamado de Dios. Respondamos a cada petición:
R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
- Señor, Amós era solamente un pastor y un vendedor de higos, pero tú lo llamaste y pusiste tus palabras en su boca. Danos el valor de proclamar tu palabra. Oremos: R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
- Señor, Moisés y Jeremías eran tímidos y tartamudos, pero tú les llamaste para hablar claro, y dirigir a tu pueblo. Danos la gracia de proclamar tu palabra sin vacilación y sin miedo, incluso a los que no estén dispuestos a escucharla. Oremos: R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
- Señor, algunos de tus apóstoles eran simples pescadores, que estaban remendando sus redes, pero tú les llamaste para difundir el evangelio. Haznos intrépidos para proclamar tu palabra. Oremos: R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
- Señor, el apóstol y evangelista Mateo era un cobrador de impuestos detrás de una mesa, pero tú le llamaste para curar enfermos y arrojar demonios. Aunque estemos heridos interiormente, danos también la gracia de sanar a nuestros hermanos. Oremos: R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
- Señor, nosotros también en nuestras comunidades somos gente sencilla: empleados, amas de casa, oficinistas, estudiantes, sacerdotes, maestros, enfermeros, choferes… pero tú nos llamas a no tolerar la injusticia y la corrupción, la inmoralidad y la violencia, a defender y regenerar la dignidad humana de los pobres y marginados. Queremos que tú hables claro, Señor, a través de nosotros en favor de todo lo que es justo, bueno y recto. Oremos: R/ Aquí estamos, Señor, envíanos.
GUÍA: Oh Dios, Padre nuestro, que la vida y el mensaje de Jesús nos inspiren de tal forma que estemos dispuestos a proclamar audazmente su verdad y a llevar a todo el mundo su auténtica libertad, para que él sea el Señor de todos, ahora y por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.
GUÍA: El Padre nos ha elegido en Cristo para ser sus hijos queridos. Nos dirigimos a él y le damos gracias con las palabras del mismo Jesús:
TODOS: Padre nuestro…
GUÍA: Decimos juntos:
“A tus pies, ¡Señor Jesús!, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada ante tu santísima presencia. Yo te adoro en el Sacramento de tu amor, la inefable Eucaristía, y deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece el alma mía. Esperando la felicidad de la comunión sacramental, yo quiero poseerte ya en espíritu. Ven a mí, puesto que yo voy a ti, ¡oh Jesús mío!, y que tu amor inflame todo mi ser en la vida y en la muerte. Creo en ti y espero en ti”. R/ Amén. |
GUÍA: Señor Dios nuestro, tú te has dado a tu Hijo Jesucristo. Danos la gracia de percatarnos de que tu vida y tu amor son nuestros para siempre y que debemos compartirlos con nuestros hermanos. Danos la gracia de cumplir con nuestras tareas apostólicas por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
DESPEDIDA Y BENDICIÓN
GUÍA: Hermanos: Dios nos ha confiado la misión de llevar la Buena Nueva de su Hijo a un mundo autosuficiente y materializado, poco dispuesto a recibirlo.
Reconocemos que somos testigos pobres y mediocres y, a pesar de ello, debemos proclamar el evangelio con nuestro estilo de vida y, si es necesario, con nuestras palabras.
Que Dios mismo sea nuestra fuerza y que nos bendiga eficazmente para esta misión, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Todos: Amén.