
Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…
III DOMINGO DE PASCUA

¿Me doy cuenta que si no amo a Jesús no seré capaz de sufrir por mis prójimos?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
Quizás sintamos envidia de los apóstoles, porque vieron y experimentaron a Jesús después de que resucitó de entre los muertos. Pero, no hay ninguna razón para tenerles envidia, pues, si tenemos fe,
nosotros también lo podemos experimentar como resucitado, vivo, presente y compartiendo nuestra vida.
Sabemos que él está aquí todo el tiempo, cuando sufrimos contratiempos y fracasos y cuando nos regocijamos por acontecimientos bellos en nuestra vida. Él está aquí cuando nos fortalecemos y animamos unos a otros y cuando compartimos una comida de amistad, y, especial y profundamente, cuando participamos llenos de amor en el banquete de su palabra y en la eucaristía.
Levantemos nuestras cabezas y sintámonos felices: ¡El Señor Resucitado está con nosotros en nuestra vida y nos manda a apacentar a sus ovejas!

GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: Al que está sentado en el trono y al Cordero toda alabanza, honor, gloria y poder.
¡El Señor Resucitado esté con ustedes!
Todos: Y con tu Espíritu.

GUIA: En un momento de silencio, reconozcamos que cuando pecamos, es como si quisiéramos dejar al Señor fuera de nuestra vida. Pidámosle ahora que nos perdone y presentémosle nuestro propósito de cambio. (Pausa)
• Señor Jesús, tú caminas a nuestro lado cuando sufrimos y luchamos, aunque con frecuencia no te reconocemos. R/ Señor, ten piedad.
• Cristo Jesús, te encontramos a ti cuando animamos a los enfermos y desalentados, aunque frecuentemente no nos damos cuenta de que en ellos estás tú. R/ Cristo, ten piedad.
• Señor Jesús, tú estás presente cuando compartimos nuestra alegría y amistad en torno a la mesa y cuando preparas ante nosotros el banquete de la eucaristía. R/ Señor, ten piedad.
GUIA: Ten misericordia de nosotros, Señor, perdona nuestros pecados y renueva nuestra alegría. Camina a nuestro lado y llévanos a la felicidad de la vida eterna.
TODOS: Amén.

GUIA: Dios y Padre nuestro, qué diferente y rica sería nuestra vida si fuéramos más conscientes de la presencia de tu Hijo Jesús resucitado ente nosotros.
Danos suficiente fe y amor para descubrirlo cuando inspira y guía a nuestra comunidad por los caminos de la justicia y la compasión.
Haz que sintamos su presencia cuando nos esforzamos y luchamos, aunque, a veces, nos parezca que lo hacemos en vano.
Haz que lo reconozcamos como huésped en nuestros hogares, al compartir el pan y en todas nuestras actividades, cuando nos reunimos para la oración y especialmente para participar en la eucaristía donde comulgamos contigo y con nuestra comunidad, así seremos fuertes y alegres.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.

Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar la parte primordial que ayude a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.
Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Hechos 5, 27b-32. 40b-41: Ninguna amenaza de los poderosos puede silenciar a la Iglesia que da testimonio del Señor Resucitado… Como los apóstoles, nosotros también podemos contar con la fuerza del Espíritu Santo y llenarnos de alegría al sufrir por Jesús…
Salmo 29: Te alabaré Señor porque me has salvado, tu bondad es eterna, convertiste mi llanto y mi clamor en alegría y danza…
Apocalipsis 5, 11-14: El apóstol Juan anima a los cristianos perseguidos con una visión celestial… Ve a Jesús en su gloria, aunque fue sacrificado, ahora está vivo y glorioso… Y los que han recibido Vida de él comparten su victoria y gloria…
Juan 21, 1-19: Los discípulos pasaron toda lo noche intentando, sin éxito, pescar… Jesús, a quien no reconocen, los está esperando en la orilla con pescado asado y pan… Les indica echar las redes a la derecha y pescan 153 peces grandes… Juan lo reconoce, Pedro se lanza a su encuentro, Jesús les pide más pescado… Celebra con ellos y para ellos… después de comer, Jesús pregunta tres veces a Pedro si lo ama, le ratifica su misión de apacentar sus ovejas, le anuncia cómo morirá y le vuelve a decir: ¡Sígueme!…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
Las personas siempre recibieron amor de parte de Jesús durante su vida pública… Pero, después de la resurrección parece que se acentúa más lo que implica recibir y corresponder a este amor… La amistad con Jesús es un medio de crecimiento en todos los aspectos de nuestra vida.
En el evangelio, vemos a Jesús que prepara un desayuno en la playa para sus amigos, les habla con cercanía y cuestiona a Pedro tres veces sobre el grado de amor que le profesa… Más tarde, los apóstoles estarán felices de sufrir por el Señor porque lo aman… No se puede trabajar por los que son de Cristo sin amarlo primero a él por encima de todas las cosas…
La última palabra del evangelio de hoy es “sígueme”… Pero este llamado no se entiende como cuando Jesús llamó a Pedro por primera vez mientras estaba remendando sus redes… Años más tarde y después de haber sido formado durante su vida pública, de ser testigo de su pasión y de su muerte es una invitación para un “seguimiento” mucho más comprometido… Pedro había negado que conocía a Jesús tres veces, tal vez por eso Jesús le pregunta también tres veces: ¿Nutres simpatía por mí? ¿Me quieres? ¿Me amas de verdad?… Lo va llevando a explorarse internamente para descubrir la gradualidad de su amor y lo que será capaz de hacer por él: Seguirlo aunque ya no esté físicamente, cuidar-apacentar a sus ovejas y renunciar a sí mismo para entregar su vida hasta la muerte de cruz… El amor a Jesús continúa transformándolo… En resumen: Pedro, recuperado de sus errores y sanadas sus heridas, puede llegar a ser el buen pastor que Jesús desea… ¿Y yo?
También nosotros hemos escuchado ese mismo “sígueme”… Por eso debemos hacer un examen serio de nuestra vida; hemos de descubrir las veces que negamos a Dios y profundizar en su amor… Aunque decimos que amamos a Dios, nuestra vida de cristianos está marcada por nuestra fragilidad y falta de compromiso que nos lleva a negar repetidamente a Jesús y a actuar como si no lo conociéramos, especialmente cuando, por seguir a Jesús, se ve amenazada nuestra vida en diferentes situaciones. Por ejemplo, cuando está en riesgo nuestra tranquilidad, nuestra economía, nuestra estabilidad o nuestra tranquilidad… Jesús nos enseña, como a Pedro, a trascender estos retos que la vida nos coloca a través de un crecimiento en el amor que nos lance hacia adelante… Nuestra tarea es, como la de Pedro, trascender lo que nos impide amar a Dios y entregarnos al servicio de nuestros prójimos; así surgirá en nuestra vida la entrega a las ovejas por amor a Dios… Pedro dio el paso, vivió la pascua de Jesús, logró confiar en su amado Maestro y respondió positivamente a su nuevo “sígueme”… También nosotros hemos de dar pasos, hemos de hacer vida la pascua, para salir de nuestros errores y convertirnos en esos seguidores de Jesucristo que se atrevan a desgastarse por amor a los demás… ¿Cuántas veces he escuchado el “sígueme” de Jesús?
De las heridas del resucitado surge la Salvación, de las negaciones de Pedro surgen su entrega y su amor de Pastor… Y de nuestra vida, ¿qué surge?
Si dejamos que sea Jesús el que nos guíe, como a aquellos pescadores fracasados y cansados, nuestra pesca también será abundante… ¿Reconozco a Jesús que me invita a convivir con él para reparar mis fuerzas y recibir orientación?
(Dicen que hay varios niveles de amor… y que podemos estar en ellos sin importar la edad cronológica que tengamos… incluso, podemos amar en diferentes niveles a deferentes personas, familias, instituciones y/o proyectos:
• Porneia: Es el amor del infante que “ama” a su madre por lo que obtiene de ella… ¿A qué personas, familias, instituciones o proyectos “amo” por lo que obtengo de ellos?
• Eros: Es el amor del adolescente que “ama” complaciéndose en la belleza del objeto amado… ¿A qué personas, familias, instituciones o proyectos “amo” solamente porque me hacen sentir bien?
• Filía: Es el amor del adulto que “ama” compartiendo responsabilidades y compromisos mutuos… ¿Con qué personas, familias, instituciones o proyectos estoy comprometido?
• Ágape: Es el amor que trajo Jesús a este mundo y que nos capacita para donarnos y sacrificarnos por los demás… ¿A qué personas, familias, instituciones o proyectos les entrego lo que sé, lo que tengo y lo que soy?
Te proponemos analizar tu vida en general con este sencillo y poderoso instrumento de medición… y, sobre todo, a responder la siguiente pregunta: ¿En qué nivel amo a mis prójimos, mi iglesia y mi Dios?)
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Durante estos días reflexiona profundamente:
¿Cuál es mi grado de amor por Jesús?
¿Amo a Jesús sólo cuando me da lo que le pido y más?
¿Lo amo sólo cuando me hace sentir bien?
¿Lo amo porque me ama?
¿Lo amo aún en mis momentos difíciles y cuando me pide respuestas duras y seguimiento constante?
2. Dibuja un “amorómetro” que mida tu amor a Dios…
¿Qué me es fácil amar de él y de su proyecto?
¿Qué me es difícil amar de sus peticiones?
3. En tu oración de esta semana, platica sinceramente con Jesús sobre su amor por ti y tu amor por él… y tu seguimiento… y tu pastoreo…

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas.
Creo en un solo Dios…

GUIA: Pidamos a nuestro Señor Jesucristo por todos los que dan testimonio de él en su vida y apostolado, y digamos:
“Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
1. Señor Jesús, tus apóstoles trabajaron como pescadores toda la noche sin resultado alguno. Mantén el ánimo y la fortaleza de todos tus apóstoles de hoy que trabajan sin éxito aparente. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
2. Señor Jesús, al principio los apóstoles no te reconocieron. Con frecuencia nosotros tampoco percibimos que tú estás aquí. Haznos conscientes de que tú estás siempre con nosotros. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
3. Señor Jesús, hoy la red de la Iglesia continúa llenándose con pueblos de todas las partes del mundo. Que no se rompa esa red, sino que pueda acoger y acomodar a todos. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
4. Señor Jesús, también hoy en muchos lugares se les advierte y se les prohíbe a tus mensajeros hablar en tu nombre. Para que tus testigos te obedezcan a ti más que a los hombres, y prediquen sin miedo tu palabra. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
5. Señor Jesús, tus discípulos también hoy son perseguidos; se les encarcela y tortura. Dales el valor y la fortaleza para mantenerse fieles y para sobrellevar sus sufrimientos con alegría. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
6. Señor Jesús, que nuestras comunidades cristianas te den gloria, honor, alabanza y, sobre todo, su amor total para que tú puedas enviarnos a pastorear a nuestros hermanos. Oremos: “Señor Resucitado, escucha nuestra oración”.
GUIA: Señor, ¡qué bueno es estar aquí contigo y saber que nos escuchas! Tú eres nuestra fuerza, nuestro amor y nuestra alegría, ahora y por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.

GUIA: Con plena confianza oremos a nuestro Padre en el cielo con las palabras y los sentimientos de su Hijo Jesucristo el Resucitado. Padre nuestro…

GUIA: Decimos juntos:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |

GUIA: ¡Qué bueno que hemos tomado más conciencia de cómo el Señor Resucitado está con nosotros, no sólo cuando nos reunimos para reflexionar su palabra o celebrar la eucaristía, sino en todos los momentos de nuestra vida de cada día!
Aprendamos a percibir los signos de su presencia en la gente que encontramos, en el bien que otros nos hacen y en todo lo que hacemos de bueno los unos por los otros.
Que esto nos dé entusiasmo y alegría para continuar en el seguimiento de nuestro amigo Jesús.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
TODOS: AMEN.