
EL PENTECOSTÉS ME EXIJE QUE YO MADURE

¿Qué implica para mí saber que como discípulo debo estar constantemente en Transformación?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
¿Quién no sueña en un día futuro, en el que ya no tenga miedo de hacer las cosas proyectadas por tanto tiempo, simplemente porque le faltaba valor y coraje para emprenderlas? ¿Quién no espera tener más entusiasmo para realizar con alegría las tareas de cada día, para arriesgarse a amar más profundamente a Dios y a los hermanos, sin condiciones ni vacilaciones? ¿Quién no desea estar mucho más inspirado y ser mucho más dinámico y creativo en la vida? Hoy es e l día en que esto puede comenzar a suceder, porque hoy es Pentecostés, el día del Espíritu, el día en que el viento celestial huracanado renueva nuestro amor, el día en que el fuego divino nos trae alegría y libertad, el día del Espíritu Santo. Que Jesús, el Señor, aliente su Espíritu sobre nosotros e inflame nuestros corazones con su luz y con su vida.
Nos resultan familiares los vientos, las tormentas y los huracanes, que sacuden casas y arrancan árboles de cuajo. Hoy celebramos la acción de otro viento misterioso, que unas veces se presenta poderoso y tempestuoso sin ser destructor y otras veces se muestra suave y refrescante como dulce brisa reconfortante. Es el Espíritu, el aliento de Dios, el Espíritu Santo que irrumpe y sopla. ¿De dónde viene este Espíritu alentador? ¿A dónde va; y a dónde nos dirige? Es el Espíritu poderoso de Dios, tormenta divina de amor y valentía; Espíritu creativo, renovador, “inspirador”, que quiere realizar con nosotros un nuevo Pentecostés.
Ojalá que hoy, en esta celebración, el Espíritu Santo de Dios traiga aire fresco a nuestros corazones, renueve nuestra fe y haga crecer visiblemente nuestro amor.

GUIA: Todos hemos sido bautizados en un mismo Espíritu y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
Que todos ustedes reciban el Espíritu Santo y que Él esté siempre con ustedes. TODOS: Y con tu espíritu.

GUIA: Nosotros, tantas veces, no hemos utilizado los dones maravillosos que el Espíritu Santo continuamente nos ofrece.
Pidámosle a Dios que nos perdone bondadosamente y que abra nuestros corazones a los dones del mismo Espíritu. (Pausa)
• Señor Jesús, alienta tu Espíritu sobre nosotros que nos quiere impulsar a entendernos y acogernos, a apreciarnos y a apoyarnos mutuamente: Señor, ten piedad.
• Cristo Jesús, alienta tu Espíritu sobre nosotros que quiere unirnos en un mismo amor. Haz que ese amor sea inventivo y creador: Cristo, ten piedad.
• Señor Jesús, alienta tu Espíritu sobre nosotros para que nos libere de todos los miedos que nos paralizan y para que nos mueva a servir con alegría a Dios y a los hermanos: Señor, ten piedad.
GUIA: Por tu gran bondad, Señor, perdona nuestros pecados, ábrenos al Espíritu de vida y amor y llévanos a la vida eterna.

GUIA: Dios, Padre nuestro, haz, te pedimos, que el Espíritu Santo nos conceda los dones del ardor y del vigor cristianos; que nos rejuvenezca y nos renueve como lo hizo con los miembros de la Iglesia recién nacida.
Que tu Espíritu renueve nuestro amor y nuestra vida; que nos traiga ternura y alegría junto con apertura y acogida para con todos;que nos fortalezca con valentía para defender y apoyar todo lo que es recto y justo.
Que el mismo Espíritu nos una en su amor y nos lleve a ti.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.

Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Hechos 2, 1-11: Estruendo que avanza como un huracán, lengüetas de fuego, distintos idiomas… estas han sido las portentosas señales descriptivas del primer Pentecostés cristiano… Es el poderoso Espíritu de Dios que irrumpe en el mundo para unir a la humanidad dividida en una nueva comunidad…
Salmo 103: El Señor crea y renueva todo con su aliento… Sus obras son mi alegría, le escribo poemas y canto para Él…
Romanos 8, 8-17: Hay gente que está dominada por los apetitos del cuerpo y cuyo destino es la muerte… Esto no agrada a Dios… Nosotros, en cambio sabemos que el Espíritu de Jesús es resurrección y vida y nos hace hijos de Dios a quien podemos llamar “Abba”, y nos convierte en sus herederos… Por eso, Pablo nos invita a dejarnos conducir por este Espíritu…
Juan 14, 15-16. 23b-26: Al igual que los apóstoles, también nosotros hemos recibido el mandato de cumplir los mandamientos de Jesús por amor y de mantenernos fieles a su mensaje dejándonos guiar e instruir por el Espíritu que Jesús nos enviará…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
En la antigüedad, el pentecostés era una fiesta de agricultores, luego se comenzó a celebrar en ese día la entrega de las tablas de la alianza en el Sinaí…
El Pentecostés cristiano, la fiesta que hoy celebramos, es distinta, inaugura el tiempo en que los discípulos deben mostrar su madurez, el tiempo de la Iglesia en acción y, obviamente, el tiempo de demostrar nuestra propia madurez como cristianos… El Pentecostés marca el inicio de la acción misionera y transformadora de la Iglesia en el mundo…
En nuestros días, el Espíritu se sigue derramando en la Iglesia… También hoy necesitamos madurez personal (humana y cristiana) y docilidad a la acción de Espíritu para, mediante el cumplimiento de los mandamientos de Dios, controlar nuestros impulsos naturales y enfrentar y superar el mal en el mundo… Cada uno de nosotros ha recibido el Espíritu en el bautismo y la confirmación (y en otros sacramentos), pero, ¿nos hemos dejado conducir por él a lo largo de nuestra vida?
A la luz de este mensaje y viendo nuestra realidad nos preguntamos: ¿Será posible que nos entendamos y colaboremos los unos con los otros? Pues, parecería, que el que tiene más poder tiende a pisotear y juzgar a los otros; poco importa quién tenga la razón… Necesitamos abrirnos al crecimiento personal y a la solidaridad con nuestros hermanos, descubrir las bondades que se encuentran en otros grupos (sociales y/o religiosos) y en otras personas que aparentemente no son como nosotros… Las realidades que se nos presentan hoy, muchas de ellas nuevas, cuestionan nuestra madurez como discípulos… Necesitamos, hoy más que nunca y cada uno en su contexto, reflexionar la palabra de Dios, analizar nuestras reacciones y dejarnos conducir por el Espíritu…
La segunda lectura nos propone que desarrollemos un estilo de vida que nos lleve a estar conscientes de aquellos aspectos de nuestra vida en los que tenemos que madurar de acuerdo a las enseñanzas bíblicas… ¿Soy una persona madura? ¿Soy maduro según las enseñanzas y mandamientos de Dios? ¿Soy consciente que el proceso de maduración me exige lucha constante y disposición para el sacrificio? ¿Me doy cuenta que no puedo ser un apóstol de Jesús sin un crecimiento constante? ¿Cómo podría describir mi propio proceso de maduración?
Si queremos convertirnos en apóstoles que lleven la palabra de Dios a todos, hemos de estar vigilándonos sobre cuáles son nuestras debilidades y “desórdenes egoístas”… Luego, confrontarlas con lo que Dios nos ha enseñado y espera de nosotros… Finalmente estar dispuestos a dejarnos llevar, aún en contra de nuestros impulsos naturales, por el Espíritu de Dios… Necesitamos recuperar la confianza básica en la bondad de Dios para poder ponernos en sus manos y convertirnos en sus enviados… También debemos pensar en lo difícil que es hacer cambios verdaderos y duraderos en la vida, por eso nos conviene descubrir lo que estábamos ganando con nuestro anterior estilo de vivir… Debemos comprender que lo que el Señor nos pide hoy es un cambio profundo de las estructuras de nuestro ser, casi nunca llegamos a ese nivel, a veces incluso debemos caer o tacar fondo antes de comenzar a construir algo nuevo… ¿Por qué será que muchas veces he querido cambiar y no lo he conseguido? ¿De qué quiero convertirme hoy? Según lo que he reflexionado hasta aquí, ¿qué pasos debo dar? ¿Estoy cómodo dejándome llevar por mis impulsos carnales? ¿Quiero convertirme en apóstol?
Hoy vemos a los discípulos hablando el lenguaje de todos… Esto es hermoso y emocionante; todos los entendían… Los discípulos, conducidos por el Espíritu, captaban la realidad más abiertamente… ¿Qué “idiomas” se hablan a mi alrededor, en casa, en el trabajo, entre vecinos, en la pastoral, etc.? ¿Puedo analizarlos, entenderlos y descubrir sus bondades? ¿Hablo a todos el lenguaje común de la buena voluntad, el respeto y el amor incondicional?
Hoy, un viento celestial nos puede sacudir para que se renueve nuestra forma de percibir la realidad y de amar a Dios y a nuestros prójimos… ¿Me dejaré transformar por este soplo? ¿Seré capaz de descubrir los regalos de Dios en el mundo actual y de ser más optimista?
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Observa el “lenguaje” de los demás… Descubre los mensajes que te envían con sus valores, sus criterios y sus pensamientos… Intenta ponerte en sus zapatos…
Después de esto estarás listo para comunicarte mejor, para ser más empático y poder acompañar y conducir a tus prójimos hacia Dios…
2. Revisa las metas que te propusiste cuando iniciaste este Tiempo de Pascua… ¿Qué hiciste para lograrlas? ¿Qué te faltó? ¿Qué harás el próximo año en estas fechas?
También revisa lo que fuiste reflexionando en cada lección de este Tiempo… ¿Qué aprendizajes recibiste? ¿En qué, en dónde y con quiénes los aplicarás?
3. En tu oración de esta semana, pide al Espíritu que te ayude a conocerte mejor y que, conociéndote, te conceda dar pasos hacia tu madurez, trabajando en los aspectos más difíciles de tu personalidad, para ser un discípulo dócil y eficaz…

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo RESUCITADO, Jesucristo la Vida y el Amor puro…
TODOS: Creo en un solo Dios…

GUIA: Roguemos a Dios Padre que derrame sobre nosotros y sobre el mundo entero el Espíritu de audacia y de unidad. Y digámosle:
“Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
1. Sobre las iglesias locales esparcidas por toda la tierra, sobre las comunidades con mil rostros, sobre los cristianos diseminados por todo el ancho mundo, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
2. Sobre el Papa y demás líderes de las Iglesias, sobre obispos y sobre pastores, sobre todos aquellos que tienen un ministerio de servicio, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
3. Sobre los cristianos perseguidos por su fe, sobre los que dudan, vacilan o flaquean, sobre todos los que buscan a Dios y esperan al Espíritu Consolador, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
4. Sobre los que oprimen a sus hermanas y hermanos, sobre los que ostentan posiciones de poder, sobre los que son y se sienten marginados y esclavizados, y también sobre los que se sienten liberados y libres, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
5. Sobre los que extienden y proclaman el evangelio, sobre aquellos cuya misión es perdonar pecados, sobre aquellos atrapados por los cepos de sus vicios y pasiones, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
6. Sobre todos los que estamos reunidos aquí, ahora, en tu nombre, sobre aquellos que han abandonado nuestra comunidad, sobre los nuevos bautizados en estos días pascuales, Señor derrama tu Espíritu: “Que tu Santo Espíritu renueve la faz de la tierra”.
GUIA: Por todos ellos te rogamos, Señor Dios nuestro. Envía tu Espíritu a cada uno de nosotros; que él nos inflame con su amor siempre, todos los días de nuestra vida, y por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.

GUIA: No podemos decir “Jesús es Señor” si no es por medio del Espíritu.
No podemos llamar “Padre” a Dios sino por el Espíritu, que clama desde lo más íntimo de nosotros.
Movidos por este Santo Espíritu, digamos ahora con total confianza la oración que Jesús mismo nos enseñó:
TODOS: Padre nuestro…

“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |

GUIA: En esta celebración Dios ha derramado de nuevo sobre nosotros el fuego vivo y el fuerte aliento del Espíritu.
Ojalá que este mismo Espíritu nos mueva a arriesgarnos con valentía en nuestro sincera y total entrega a Dios y a los hermanos.
Que él nos dé el valor para transformarnos a nosotros mismos y a la Iglesia que tanto amamos.
Que lleguemos a ser para todo el mundo signos vivientes de la presencia bondadosa de Dios.
Y pedimos la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe para siempre.
TODOS: Amén.