
Ofrecemos un esquema para realizar una celebración familiar o grupal, sin la presencia del presbítero, para el…
BAUTISMO DEL SEÑOR

¿En qué se nota que estoy bautizado?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
Sintiendo todavía el espíritu de la Navidad, celebramos hoy el Bautismo del Señor. En la Navidad, Jesús se manifestó como un niño aunque ya era el Hijo de Dios. En la fiesta de Epifanía se manifestó a sí mismo a los gentiles como el Salvador de todas las personas y de todos los pueblos. Hoy, en la fiesta de su Bautismo, se nos revela como el Hijo amado intensamente por el Padre, acogiendo al Espíritu Santo que viene a morar en él y a guiarlo en su nueva misión pública. Ahora ya puede comenzar abiertamente su misión.
En esta fiesta del Bautismo de nuestro Señor la liturgia nos recuerda nuestro propio bautismo. En su bautismo Jesús se percató de la misión que le esperaba, y se comprometió decididamente a la misma. Recibió la confirmación del cielo: el Padre y el Espíritu Santo estaban con él en su misión de salvar a los hombres. En nuestro bautismo, el Padre nos aceptó también como a sus hijos queridos, y nos dio la misión de vivir la vida de Cristo.
En esta celebración pidamos al Señor que nos haga conscientes de, por medio de nuestro bautismo, también somos hijos queridos del Padre, y de cómo el fuego del Espíritu debería inflamarnos para continuar la misma misión de Jesús y para eso necesitamos su perspicacia, su decisión y su fuerza para aceptar nuestra misión cristiana…

GUIA: EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Todos: AMÉN.
GUIA: Dios nos ha revelado su justicia, su amabilidad y su amor en Jesucristo nuestro Salvador,
también nos ha salvado con un nuevo nacimiento por medio del agua regeneradora y renovadora del bautismo, y renovándonos con el Espíritu Santo.
El Señor Jesús esté siempre con ustedes.
Todos: Y con tu Espíritu.

GUIA: En silencio y con humildad examinémonos ante el Señor para comprobar si estamos tomando nuestra vida y misión cristiana en serio. (Pausa)
• Señor Jesús, Hijo querido del Padre, en el momento de tu bautismo el mismo Padre te aseguró su aprobación para tu misión: Señor, ten piedad.
• Cristo Jesús, el Espíritu Santo descendió sobre ti y confirmó que tú estabas haciendo lo recto y lo bueno, cumpliendo la voluntad del Padre: Cristo, ten piedad.
• Señor Jesús, tú nos trajiste en el bautismo el amor del Padre y el fuego del Espíritu: Señor, ten piedad.
GUIA: Perdónanos, Señor, por que tantas veces no hemos sabido aprovechar plenamente la gracia de nuestro bautismo. Renuévanos y llévanos a la vida eterna.
TODOS: Amén.

GUIA: Dios y Padre nuestro, te damos gracias con todos los cristianos renacidos en el bautismo.
Por medio de Jesús, hemos llegado a ser tus hijos queridos.
Haz que seamos dóciles al Espíritu Santo que guio a Jesús toda su vida hasta la muerte.
Que ese mismo Espíritu nos haga libres para servirte a ti y para servirnos unos a otros con un amor desinteresado, generoso y agradecido.
Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.

Se ofrece un resumen de las lecturas para ayudar a quien guía y a quienes leerán a subrayar la parte primordial que ayude a descubrir su mensaje unitario. Pero, las lecturas han de leerse íntegramente durante la celebración.
Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Isaías 40, 1-5. 9-11: El profeta Isaías anuncia que el Espíritu de Dios guiará a su siervo fiel para traerle al mundo la justicia y el respeto, el consuelo y el amor tierno y compasivo… Esta profecía se cumplirá en Jesús… Su misión es también nuestra…
Salmo 103: Mi alma te bendice, oh Señor, porque eres grandioso y te vistes de belleza, majestad y luz… Los elementos naturales te sirven… Tu creación es maravillosa y Tú la sostienes… Tu Espíritu da vida y renueva la tierra…
Tito 2, 11-14; 3, 4-7: La voluntad de Dios, por su amor y bondad, es que vivamos de una manera sobria, justa y siéndole fieles… Cristo, por su misericordia y sin que hayamos hecho nada para merecerlo, nos redimió, nos purificó y nos hizo su pueblo dedicado a practicar el bien… Todo esto lo hizo mediante el bautismo que nos regeneró y renovó…
Lucas 3, 15-16. 21-22: En esta narración del bautismo de Jesús por Juan el Bautista, el Padre lo proclama como su Hijo amado y el Espíritu Santo desciende sobre él… El Padre y el Espíritu le dan a Jesús la investidura para su misión como Salvador… Y a nosotros nos ordena escucharlo, es decir, seguirlo y continuar su misión…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
La celebración del Bautismo del Señor marca una transición entre el Tiempo de Navidad y el Ordinario. Hoy en el evangelio se nos habla de cómo Jesús experimentó lo que era él para Dios y lo que era Dios para él. Así descubrió el sentido de su vida y misión: Es el Hijo amado en quien su Padre se complace.
Celebramos el verdadero nacimiento de Jesús ya que él mismo nos dijo que lo verdaderamente importante era nacer del agua y del Espíritu.
El Bautismo de Jesús es conocido por los cuatro evangelistas. Marcos y Juan comienzan su evangelio a partir de este acontecimiento que nos catapulta más allá de lo sensible y cronológico. Lucas se centra en el símbolo del cielo abierto, el descendimiento del Espíritu y la voz del Padre que define quién es Jesús, imágenes que desde el AT se ligaban al Mesías esperado.
Según la mentalidad religiosa judía Dios moraba en los cielos, por eso, el que los cielos se abran y descienda el Espíritu es interpretado fácilmente como una manifestación (teofanía) de que Dios mismo se aproxima a los seres humanos de forma “sensible” para que se den cuenta de ello… Y, obviamente Dios reafirma su relación con su enviado… Y los cuatro evangelios hablan de la experiencia interna de Jesús y la presencia del Espíritu en Jesús.
El protagonista de las tres lecturas hoy es el Espíritu Santo. El Espíritu y Jesús están íntimamente implicados: no podemos entender a Jesús sin la acción del Espíritu ni viceversa.
Jesús estaba convencido de que Dios era Espíritu, así lo enseñaba y, al comunicarse con él en la oración con todo su ser, iba esclareciendo su misión. Nosotros hemos de procurar vivir esa experiencia de Nuestro Señor.
Por los relatos evangélicos sabemos que esta experiencia la vivió Jesús a lo largo de toda su vida y que fue muy difícil para sus seguidores – todos ellos judíos acostumbrados a una religiosidad basada en el cumplimiento externo de la ley – comprender y practicar su relación con Abbá. La toma de conciencia de quién es Dios para nosotros y quiénes somos nosotros para él y para nuestros hermanos es una tarea para toda la vida…
Esta festividad nos da la oportunidad de profundizar ciertos temas:
• ¿Cómo puede Jesús ser al mismo tiempo hombre y Dios? ¿Qué implica eso para nosotros?
• ¿Qué compromiso real y profundo tengo por haber sido bautizado y confirmado?
• ¿De qué manera mi comunión eucarística con Jesús se traduce en comunión real con sus proyectos y sus valores, con su modo de vivir y servir y con sus y mis hermanos?
• ¿Cómo ha ido evolucionando me concepto de la identidad y la misión de Jesús a medida que voy creciendo? ¿Quién es hoy Jesús para mí?
• Al reflexionar en la “vocación” de Jesús, ¿qué pienso de mi propia “vocación”?]
Han quedado atrás las fiestas de Navidad, nos hemos llenado de la ternura y la gracia de Dios, es el momento de comenzar la travesía del tiempo ordinario… Es el momento de lanzarnos a cumplir nuestra misión cristiana en nuestras tareas cotidianas…
El rememorar el bautismo de Nuestro Señor Jesucristo nos da la oportunidad de profundizar en lo que nuestro bautismo significa y las implicaciones que tiene en todos los aspectos de nuestra vida concreta… Un bautizado no puede vivir como un no bautizado… Un bautizado debe estar convencido de que ha sido renovado y que toda su vida está impulsada por el Espíritu de Dios…
Los textos bíblicos por los que hoy Dios nos ha hablado son muy contundentes en afirmar que los bautizados debemos promover una serie de actitudes y valores positivos en el mundo: la justicia, el respeto, el consuelo, el amor tierno y compasivo, la sobriedad y generosidad, la fidelidad total a Dios, etc.… ¿Cuáles de estos ya los practico y promuevo a diario en mi vida? ¿Qué significa para mí el que esté bautizado? ¿Reconozco que, así como yo soy “sagrado”, también mis prójimos lo son y por lo tanto debo respetarlos y cuidarlos? ¿El saberme hermano de Jesucristo me ayuda a ser hermano de mis prójimos en sus situaciones concretas?
La Palabra de hoy nos ofrece a los bautizados todo un proyecto que podemos de asumir… Pero, tristemente, mirando a nuestro alrededor, quizá incluso recordando a nuestras amistades más cercanas o nuestros familiares, encontraremos personas que, en lugar de crecer, van “degenerándose” con el tiempo: quebrando sus relaciones familiares, entregándose cada vez más a una vida rutinaria o conductas autodestructivas, evadiendo sus compromisos, en fin, alejándose de la práctica religiosa, aislándose de la convivencia social, llevando vidas cada vez más mediocres y sin sentido…. En un tiempo estaban bien, se veían cercanas a Dios, pero, según parece, su espiritualidad no les fue suficiente para mantener e impulsar su equilibrio y crecimiento integral… Uno se pregunta:
¿Qué les pasó? ¿Qué le faltó a su fe para que no perdieran el camino?
Es claro que, como creyentes bautizados, deberíamos cimentar toda nuestra vida en la dimensión espiritual y que a partir de ahí habríamos de desarrollar nuestras cualidades humanas, nuestra vida familiar, nuestras relaciones sociales, nuestros criterios de administración del tiempo y de los bienes económicos, etc.…
Por eso, dejemos de ver a nuestro alrededor y observémonos a nosotros mismos… Hagamos un ejercicio de memoria y un examen de conciencia desde que tenemos uso de razón… ¿En qué aspectos de mi vida he ido creciendo y en cuales he ido decreciendo? ¿Son los criterios de Dios o los del mundo los que han marcado mi desarrollo? ¿Mi fe me impulsa a crecer y a servir?
Necesitamos que la dimensión espiritual se tome en serio y sea así el motor de nuestro proceso de completarnos integral y progresivamente… Mientras más espirituales seamos, seremos más fuertes y equilibrados en todos los demás campos… ¿Es mi fe cristiana lo que me sostiene y me motiva a ser mejor en todo? ¿Es mi fe la que sostiene mis compromisos personales, familiares, sociales e, incluso, políticos?
Vale la pena recalcar que cuando hablamos de nuestra dimensión espiritual no estamos refiriéndonos solamente al cultivo de actividades “piadosas” sino a la capacidad de actuar con la fuerza del Espíritu regenerando y renovando nuestra persona y nuestros ambientes… El bautismo nos hace hombres y mujeres renovados y capacitados para cumplir la misión que él nos encomienda: Que actuemos como hijo de Dios en nuestras familias, en nuestros negocios, en nuestras relaciones sociales y transacciones y económicas… ¿Cómo concretamente estoy fortaleciendo mi espiritualidad?
¿Entiendo que la espiritualidad es vitalidad; que promover la espiritualidad es hacer que la vida sea más plena?
Nuestro proyecto de vida personal debe incluir el objetivo de cultivar una sólida espiritualidad capaz de ayudarnos a lograr sanos y santos objetivos… Esa espiritualidad debe ser medida y evaluada periódicamente a lo largo de nuestra vida, por lo tanto, debe traducirse en acciones concretísimas y verificables (en lo personal, en lo familiar, en los apostolados, en la acción social, etc.)… ¿Sé que por mi bautismo soy coheredero del cielo y que, por lo tanto, debo vivir en este mundo discerniendo cómo santificarlo más cada día?
Por último, queremos insistir una vez más en que, además de las tareas personales que esta reflexión nos inspire, nuestra identidad de bautizados tiene una repercusión y traducción en serios compromisos sociales y eclesiales… Si nos sabemos hijos amados de Dios, debemos trabajar por nuestros prójimos desde este amor… ¿Me siento amado por Dios? ¿Cómo manifiesto a los demás este amor que Dios me tiene? ¿Mi proyecto de vida incluye compromisos por el bien de mi sociedad?
¿Qué puedo hacer para que todos se sientan amados por Dios? ¿El amor que Dios me tiene y me hace sentir pleno me lleva a transmitirlo a mis prójimos, especialmente a los más carenciados, acompañándolos, sanándolos y liberándolos? ¿Cómo puedo contribuir al desarrollo de los demás en mi comunidad?
Comportémonos de tal manera que Dios pueda decirnos a cada uno de nosotros: “Eres mi hijo amado… en ti me complazco…”
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Describe qué es la espiritualidad cristiana para ti… Luego, responde a las siguientes preguntas:
¿En qué se nota que soy una persona con espiritualidad? ¿En qué aspectos de mi vida influye mi espiritualidad? ¿Es Jesucristo el modelo de mi desarrollo espiritual?
2. Busca una foto de tu bautismo… Pregunta a tus familiares o padrinos detalles sobre el día te tu bautismo… Piensa en cómo ese día ha marcado tu existencia… ¿Qué te inspira lo que vas “viendo” y sabiendo del hecho de ser un/a bautizado/a?
3. Investiga la fecha en que fuiste bautizado/a… ¿Podrías celebrar el aniversario de tu nacimiento cristiano con una “fiesta”? ¿Qué harás?
4. Piensa… ¿Qué sería para ti el renovar tu bautismo?
5. Revisa las metas que te propusiste al iniciar este Tiempo de Navidad… ¿Qué hiciste para alcanzarlas? ¿Qué te faltó?
6. También revisa lo que fuiste reflexionando en cada lección… ¿Qué aprendizajes recibiste? ¿En qué, en dónde y con quiénes los aplicarás?
7. Durante esta semana, en tu oración,
• Pide por la santificación de tus padrinos y del sacerdote (o la persona) que te bautizó…
• Pide al Señor que su Espíritu renueve tu vida para que seas portador de buenas noticias para tu mundo…

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo y, una Dios de unidad familiar, un Dios Rey que reina nuestras vidas. Creo en un solo Dios…

GUIA: Oremos a nuestro Padre del cielo, que envió a su Hijo entre nosotros como un servidor, para que nos haga libres y nuevos. Digámosle:
Señor, escucha a tu pueblo.
1. Por la Iglesia y sus pastores, para no busquemos arreglos con la riqueza y con el poder, sino que aprendamos a entregarnos con amor, y a ayudar generosamente a los pobres. Roguemos al Señor: Señor, escucha a tu pueblo.
2. Por los que todavía no conocen a Cristo o que se han alejado de la Iglesia, para que por la forma cómo nosotros vivimos el evangelio les revelemos el amor del Señor. Roguemos al Señor: Señor, escucha a tu pueblo.
3. Por los cristianos, para que nos dejemos conducir por el Espíritu Santo para respetar, cuidar y promover la justicia, el respeto y el amor entre todas las personas, especialmente los pequeños, pobres e indefensos. Roguemos al Señor: Señor, escucha a tu pueblo.
4. Por todos los bautizados, para que sigamos fielmente a Cristo y para que, como él, deseemos servir desinteresadamente a los demás, más que ser servidos por ellos. Roguemos al Señor: Señor, escucha a tu pueblo.
5. Por todos nosotros y por nuestras comunidades cristianas, para que nuestra participación en los sacramentos y nuestras oraciones fortalezcan en nosotros los dones del Espíritu Santo y nos hagan cada vez más fieles a nuestra vocación. Roguemos al Señor: Señor, escucha a tu pueblo.
GUIA: Señor Dios nuestro, tú nos hiciste nuevos por nuestro bautismo. Continúa renovándonos por medio de tu Espíritu, para que tengamos el valor de seguir a Cristo sin condiciones, porque él es Hijo tuyo y Señor nuestro, por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.

GUIA: Bautizados en el Espíritu Santo, Hijos del Padre por Jesucristo, su Hijo amado, digamos con toda confianza la oración de la fraternidad.
Padre nuestro…

GUIA: Decimos juntos:
“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |

GUIA: En su bautismo, Jesús vio claramente su vocación: servir a Dios y a los seres humanos.
En nuestro bautismo nosotros también recibimos nuestra vocación: la misma de Jesús, aunque a nuestra pequeña escala…
Que todos y cada uno de nosotros nos convirtamos en siervos fieles y en hijos amados del Padre, siendo servidores de los hermanos que nos rodean.
Y pedimos la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.
TODOS: AMEN.