
VIII PASCUA

¿Voy por el mundo promoviendo el perdón y la conversión?
Nota litúrgica: Estas líneas podrían ser meditadas con antelación por quien guiará la celebración y pueden inspirar sus comentarios e intervenciones durante la misma.
IDEAS PARA EL CELEBRANTE/GUÍA:
Cuando muere alguna persona, bondadosa y cercana a nosotros, tenemos el sentimiento de que ella permanece todavía con nosotros y sigue inspirándonos y guiándonos. Jesús había sido para sus discípulos mucho más que la memoria de una gran persona que había fallecido, pues lo sentían vivo-resucitado apareciéndoseles de repente en varios lugares… Cuando Jesús asciende a los cielos deja a sus discípulos y pasa a la gloria del cielo, ahora se marcha y sólo permanece con nosotros por su Espíritu de fortaleza, sabiduría y amor, y de esta forma es nuestro compañero (invisible) en nuestra vida. Él continúa hasta hoy predicando su palabra para nosotros y dándosenos como nuestra bebida y alimento en la eucaristía, y vive en nuestras comunidades. Experimentémoslo aquí presente aquí nosotros y dejémonos alimentar por él…

GUIA: Jesús, el Señor Resucitado, vive ahora en la gloria del Padre.
Por medio del Espíritu de fortaleza y amor, que Él esté siempre con ustedes.
TODOS: Y con tu espíritu.

GUIA: Pensemos cómo, con frecuencia, no hacemos presente al Señor con nuestras palabras y acciones. Y pidámosle confiadamente que nos perdone. (Pausa)
• Señor Jesús, tú vives en la gloria del Padre, gloria que te pertenece por derecho. ¡Toda alabanza a ti, Señor!: Señor, ten piedad.
• Cristo Jesús, vida y gloria nuestra, tú nos enviarás el Santo Espíritu. ¡Toda alabanza a ti, Señor!: Cristo, ten piedad.
• Señor Jesús, tú volverás un día para colmar todas nuestras esperanzas. ¡Toda alabanza a ti, Señor!: Señor, ten piedad.
GUIA: Señor, sé paciente con nosotros y otórganos tu perdón. Que tu Espíritu nos guíe a la vida eterna.

GUIA: Dios nuestro, tu Hijo ascendió a los cielos para enviarnos al Espíritu Santo y continuar cerca de nosotros para que, a nuestra vez, pueda estar cercano de todos por medio de nuestra acción en el mundo.
Envíanos tu Santo Espíritu, para que tengamos el valor de ayudarte a salvar el mundo sirviéndote y construyendo tu reino de justicia, verdad y amor, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
TODOS: AMÉN.

Nota litúrgica: Se les pedirá a los lectores anunciar únicamente el libro de donde se toma la lectura. Ejemplo: Lectura del libro de los hechos de los apóstoles. Al finalizar cada lectura no se olvide decir: PALABRA DE DIOS. Y se responde: TE ALABAMOS SEÑOR. Y en el Evangelio, anunciar: Del Evangelio de según San Juan. Al finalizar decir: PALABRA DEL SEÑOR. Se contesta: GLORIA A TI SEÑOR JESÚS.
Hechos 1, 1-11: Antes de su Ascensión, Jesús confía su trabajo y misión a los apóstoles. El Espíritu Santo les dará la fortaleza necesaria para dar testimonio de Él al mundo entero… y no hay tiempo que perder…
Salmo 46: Dios asciende y es admirable, sentado en su trono es el rey de todas las naciones de la tierra…
Hebreos 9, 24-28; 10,19-23: Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, nos salvó de una vez para siempre y nos conduce al santuario del cielo… Ésta es nuestra firme convicción y esperanza…
Lucas 24, 46-53: Los discípulos, después de ser instruidos por Jesús sobre las escrituras, son enviados por Él a llevar al mundo un mensaje de conversión y de perdón, guiados por el Espíritu, don y fuerza de Dios…

Nota litúrgica: Se puede ir leyendo esta reflexión y DETENERSE cuando aparezca una PREGUNTA o cuando se crea conveniente dialogar alguna IDEA.
Celebramos hoy, dentro del tiempo pascual, la fiesta de la Ascensión del Señor a los cielos… No solamente recordamos un acontecimiento pasado sino que lo actualizamos; lo hacemos vida… Porque sabemos que siguiendo los pasos de Jesús y experimentando sus huellas nos capacitamos para ser otros cristos; así podremos hablar de lo que hemos experimentado, podemos ser testigos de lo que nos pasó junto con Jesucristo… y podemos “subir” al cielo también…
En el evangelio de hoy Jesús nos encargó a sus discípulos (y a nosotros) que fuéramos sus “testigos”… Antes de continuar, describamos lo que es ser testigo: una persona que ha estado sumergida en una experiencia a través de sus sentidos y facultades y que puede hablar de sus vivencias en primera persona, con veracidad y sinceridad… Aquellos discípulos podían hablar de lo que habían oído, visto, comido, bebido y tocado con Jesús y de cómo habían experimentado su muerte y su resurrección… ¿Qué experiencia tengo de encuentro con Jesús para poder hablar creíblemente de él? ¿Qué he experimentado, oído, visto, saboreado del Verbo de la Vida?
Sólo para profundizar un poco más en lo que debe ser un testigo, digamos que en las Escrituras se condena el “falso testimonio”, así como en el derecho se condena también el “perjurio”… Nosotros estamos llamados a dar verdadero testimonio ante nuestros prójimos y familiares y ante el mundo; verdaderos testigos de Cristo muerto y resucitado por nosotros… ¿Doy con mi vida falso o verdadero testimonio de conocer y ser amigo y seguidor de Jesús?
También hay que subrayar que el testimonio se da para convencer a otros de una verdad en la que se cree… Se transmite con firmeza y con la esperanza de convencer a otros… se testifica para convertir al oyente en creyente y, en consecuencia, para que tome posición condenando al culpable y perdonando al inocente… ¿Soy un testigo de Jesús y de su mensaje? ¿Qué me falta o que me estorba para testimoniar a Jesús? ¿Descubro partes de la doctrina o del estilo de vida de Jesús que me repugnan o que no me convencen y que no quiero testimoniar? ¿Seré un cristiano que desconoce a Jesús y que, por lo tanto, no puedo ser su testigo? ¿Necesito tiempo para repensar mis actitudes cortas o cobardes para convencerme de Jesús y poder defenderlo? ¿Qué necesito fortalecer en mí para ser un testigo valiente? ¿En qué deberé ser sacudido, purificado, apretado o incluso “violentado” para llegar a ser, como los discípulos, un testigo fiel y fidedigno?
Parece que se debe realizar un proceso interior para convertirse en testigos; se va aprendiendo y se va desarrollando… luego viene un tiempo de “testimoniar” para el bien de otros lo que se ha ido vivenciando… Parecería como si hoy Jesús estuviese nombrando/graduando a sus discípulos como sus testigos… Pero, eso no significa que ya sean perfectos, pues deben mantener un corazón dócil y dispuesto a dejarse moldear por la acción del Espíritu Santo que continuará enseñándolos, explicándoles, fortaleciéndolos, conduciéndolos, etc.… ¿Yo también quiero “graduarme” de testigo de Jesús y dejarme conducir por su Espíritu? ¿Soy consciente de que Jesús ha querido necesitarme para seguir haciéndose presente en el mundo de hoy y así continuar su obra? ¿Estoy consciente de que predico a un crucificado que ha resucitado para confirmar su etilo de vivir y de morir o me gusta predicar sobre otros contenidos más “privilegiados”? ¿Pido la iluminación y la fuerza del Espíritu para predicar la persona de Jesucristo o prefiero predicar sobre verdades intelectuales?
TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Por todo lo reflexionado, podemos decir que no se puede ser un buen cristiano si no se llega a ser un testigo de Cristo… y, para profundizar, te sugerimos el siguiente y sencillo ejercicio:
a. Ve a un parque o espacio público… sumérgete en ese lugar… date cuenta de lo que ves, de lo que oyes, de tus sensaciones: la temperatura, el viento, las texturas, los aromas y los sabores al comer y beber…
Intenta transmitirle a alguien tu experiencia dando un “testimonio” lo más fiel posible… Con todos los detalles de lo que viste, lo que escuchaste y las sensaciones físicas que experimentaste… y de cómo te sentiste y de lo que aprendiste sobre ti y/o los demás…
b. Al practicar tus oraciones o ir al templo o hacer caridad o tu apostolado… sumérgete en esa experiencia… Date cuenta de lo que captas con tu vista, de los sonidos que escuchas, de tus sensaciones físicas: temperatura, el relax o la tensión de tu cuerpo, las diferentes texturas, los aromas y los sabores… También date cuenta de tus pensamientos y sentimientos; de tu diálogo interno y lo que escuchas en tu interior como venido de Dios… ¿Qué estás aprendiendo? ¿Qué llamados y tareas recibes?
Da “testimonio” de lo que Dios ha hecho contigo durante tu experiencia religiosa…
c. Compara ambas experiencias y saca tus conclusiones… ¿Qué aprendiste de ti y de Dios?
2. En tu oración de esta semana, agradécele a Jesús el haberlo conocido y el crecimiento cristiano que has tenido… Además, pídele la fuerza de su Espíritu para que puedas salir de la “comodidad, el estancamiento y la tibieza” (Aparecida 362)… Ofrécete para tener la gracia de ser su testigo cada día a lo largo de toda tu vida…

GUIA: Expresamos nuestra fe en el Dios vivo RESUCITADO, Jesucristo la Vida y el Amor puro…
TODOS: Creo en un solo Dios…

GUIA: Nuestro Señor Jesucristo vive ahora en la gloria del Padre, pero sabemos que él está atento a nuestras necesidades y puede simpatizar con nosotros, después de haber compartido nuestra condición humana. Por eso, después de cada petición, le diremos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
1. Señor, por medio de tu Espíritu de fortaleza inspira al papa, a los obispos y a todo el pueblo de Dios para que marchen por el camino de la renovación constante sin miedo alguno y tengan confianza en el futuro. Por eso te pedimos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
2. Señor, acompáñanos y muévenos por medio de tu Santo Espíritu a vivir tu evangelio como noticia gozosa de amor, justicia y paz. Por eso te pedimos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
3. Señor, ábrenos a la acción de tu Espíritu, haznos uno de alma y corazón, para que sepamos construir comunidad todos juntos y hacer unos por otros lo que tú has hecho por todos. Por eso te pedimos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
4. Señor, derrama tu Espíritu sobre los gobernantes y líderes de las naciones; hazlos hombres y mujeres de gran visión, para que su primera preocupación sea el pueblo a ellos encomendado, y para que sepan crear un clima de respeto a la dignidad humana y a la libertad en el que todos puedan desarrollar sus talentos y su potencial humano y lo pongan al servicio de tu Reino. Por eso te pedimos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
5. Señor, danos tu Espíritu de compasión, para que respetemos la vida y levantemos a nuestros hermanos en necesidad; quédate con nosotros, Señor, para que estemos con ellos y de este modo recuperen su esperanza. Por eso te pedimos: “Señor, envíanos tu Espíritu”.
GUIA: Señor Jesucristo, a ti se te ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vive en nosotros por medio de tu Espíritu, para que seamos tu palabra y tu presencia para el mundo de hoy, pues tú eres nuestro Señor vivo y resucitado, ahora y por los siglos de los siglos.
TODOS: Amén.

GUIA: Jesús, el Señor, vive ahora en la gloria del Padre en el cielo; allí intercede por nosotros. Por medio de él, y con sus mismas palabras, hablémosle a Dios, nuestro Padre común diciendo:
TODOS: Padre nuestro…

“Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, Te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.” Amén. |

GUIA: Jesús, el Señor, nos ha dicho hoy lo mismo que les dijo a los apóstoles: “Sean mis testigos para el mundo entero”.
No nos quedemos mirando pasivamente al cielo, sino que seamos su mensaje de esperanza para los hombres de toda la tierra por el modo cómo vivimos su evangelio.
Y pedimos la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.