Innumerables historias de dolor, tragedias irreversibles, sufrimiento a flor de piel es lo que todavía se está viviendo como consecuencia del tristemente inolvidable huracán “Otis”, porque “nunca habíamos vivido algo así en Acapulco… Toda la ciudad resultó afectada”, narraba el Padre Omar Infante, vocero en la Arquidiócesis de este puerto guerrerense.
La Iglesia en México, ante esta desgracia, ha querido poner rápidamente manos a la obra. Ya desde el inicio de la catástrofe se empezaron a recibir ayudas, tanto de organismos eclesiales como civiles, incluso de gobierno, que estaban siendo canalizadas a través de Caritas diocesana.
El mismo clérigo nos platicó que se establecieron dos grandes centros de acopio, uno en la Parroquia del Sagrado Corazón y otro en las instalaciones donde se está levantando la nueva Catedral, así como numerosos comedores comunitarios.
Todo lo que se ha ido recibiendo, se ha distribuido. Lo que más duele y pesa son las pérdidas humanas, por supuesto, que todavía no se han podido cuantificar porque se encuentran muchas personas en calidad de desaparecidas, pero también las afectaciones materiales han perjudicado en gran volumen a los que permanecen ahí.
El Padre Infante, en el tema de las construcciones, informó que, de 40 templos parroquiales, 34 quedaron devastados, es decir, casi un 90 % tendrá que renovarse.
También el Seminario de Acapulco se vio gravemente afectado en su estructura, ya que además de las habitaciones de los seminaristas -de las que ‘volaron’ puertas, ventanas, escritorios y ropa-, la Capilla de este centro de formación se derrumbó completamente, según los datos que proporcionó el vocero de esta Arquidiócesis.
En esta parte del país, en Guadalajara, así como en la mayoría de las diócesis de México, se llevó a cabo el domingo pasado una colecta para paliar, en lo posible, las grandes carencias que está sufriendo la población de Acapulco.
Sin conocer todavía los datos exactos y completos como resultado de esta colaboración, los Párrocos, en general, encargados de llevarla a cabo, señalaron que los fieles tapatíos han sido generosos para esta causa.
No es la primera vez que se muestran así ante las necesidades de los demás, pero hoy se concretizaba de otra forma, y lo hicieron palpable.
Para que prevalezca la confianza en torno a este tema, los encargados de hacer la recolección de la ayuda económica informaron que el dinero recaudado se dirigirá directamente al Obispo de Acapulco. Él sabe a dónde destinarlo con mayor productividad.
Independientemente de la politización que, por desgracia, se ha hecho de esta realidad tan delicada; al margen de los dimes y diretes mediáticos que estamos presenciando, y que algunos los aprovechan ‘para llevar agua a su molino’, las carencias de todo tipo están ahí presentes, y no pueden esperar, porque la vida y la salud de muchas personas depende de lo que les llegue.
Algunos perdieron a un ser querido, miles perdieron sus bienes materiales, otros tantos están pasando hambre, por lo que debemos ignorar los conflictos estériles que provocan los políticos y algunos medios de comunicación, para que, al menos, con nuestra ayuda, los habitantes de Acapulco no pierdan la esperanza.