Alfredo Arnold
Es difícil que una persona de 50 años, o menos de edad, haya vivido o recuerde el clima de zozobra en que vivía la humanidad durante la Guerra Fría, un temor solo comparable hoy en día a la crisis por la pandemia de covid-19. Actualmente, comienzan a surgir signos del regreso a una guerra fría con tres protagonistas: Estados Unidos, China y Rusia.
Por lo tanto, es pertinente hablar un poco sobre aquellos años. La Guerra Fría fue una prolongada etapa de casi 40 años, inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, en la que dos de las potencias que derrotaron a la Alemania nazi –Estados Unidos y la URSS– dividieron al mundo en dos bloques militares e ideológicos, al mismo tiempo que entraron en competencia por expandir su influencia en el mundo.
La rivalidad permeaba desde el deporte olímpico hasta la carrera espacial, impactaba a la ciencia, la economía, la política, el dominio territorial y la fragilidad de la paz, que era amenazada con cada discurso en la ONU, con cada barco de guerra que se desplazaba en los mares.
Los incidentes más graves en este periodo fueron la separación de Alemania, el Muro de Berlín, la Revolución china de Mao Tse-Tung, la invasión soviética a Checoslovaquia, la guerra de Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba, entre otros.
En un nivel anecdótico, pero que en su momento tuvieron fuerte impacto y dieron mucho de qué hablar, quedan el zapatazo de Nikita Kruschev en la ONU; los triunfos repartidos en la carrera espacial (la URSS uso primero a un hombre –Yuri Gararin– en órbita y Estados Unidos llevó primero a tres hombres a la Luna); la polémica final olímpica de basquetbol de Munich 72, ganada por la URSS 51-50 (Estados Unidos jamás había perdido un juego de basquetbol olímpico); y la insólita victoria de Bobby Fischer sobre Boris Spaski en el Campeonato Mundial de Ajedrez de 1972.
De hechos graves e incidentes menores está hecha la historia de la Guerra Fría, que dio principio con la creación de la OTAN en 1949 y se agravó con el nacimiento de su antítesis, el Pacto de Varsovia pro soviético.
Así transcurrieron los años. Llegaron el rock and roll, Hollywood, la revolución sexual, prosperidad económica, empoderamiento de los jóvenes, liberación femenil, robots, inventos, derechos humanos, etcétera. Seguía habiendo guerras: Vietnam, Afganistán, Iraq, pero la Guerra Fría fue cediendo poco a poco hasta que la URSS entró en crisis alimentaria y dejó de subsidiar a sus aliados. En Polonia
surgió el líder católico Lech Walesa, en Rumania cayó el dictador Nicolae Ceausescu, y lo más espectacular ocurrió cuando la población civil de la República Democrática alemana (RDA) derribó el Muro de Berlín y se lanzó jubilosa hacia la parte occidental; hecho que, por cierto, marcó la reunificación de las alemanias.
La URSS estaba aniquilada.
Así lo entendió el líder soviético Mihail Gorbachov, quien ya había dado importantes pasos políticos,
apuntalados por el Glasnost y la Perestroika, que finalmente condujeron a la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Terminaba la amenazadora Guerra Fría.
Hoy, después de la crisis de covid-19, cuando se necesita urgentemente iniciar una nueva normalidad
más solidaria y responsable en el mundo, nos encontramos ante un escenario que presagia el inicio de una segunda Guerra Fría. Rusia protesta por el avance fronterizo de la OTAN y saca a relucir su apetito expansionista con la invasión a Crimea y Ucrania, y China pone al descubierto su intención de recuperar Taiwán… por lo pronto.
Y para avivar el fuego, al militarismo se añaden los intereses económicos de Estados Unidos y China. Éste es el panorama de la “nueva normalidad”, el despertar de la pandemia.
El Presidente de México ha hecho un llamado a hacer una tregua e iniciar pláticas de paz conducidas por el secretario general de la ONU, António Guterres; el primer ministro de la India, Nerendra Modi, y el Papa
Francisco. Es muy difícil que un diálogo puedadarse en las condiciones actuales.
Guerra Fría… ojalá que no se caliente.
*El autor es LAE, diplomado en Filosofía y periodista. Es académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara.