Hermano Enrique Escobar Zúñiga, Delegado Provincial de Protección Infantil
En 2005, estando en África, escribí:
Todos los días me regalo momentos a solas conmigo y con Jesús. Me detengo, detengo toda actividad y escucho, me escucho, me pregunto cómo estoy, si lo que estoy haciendo me está dando vida… como tú, tengo muchas cosas que hacer, muchos pendientes que resolver: son como un torrente que crece con la lluvia y puede arrasar con todo a su paso… si no me detengo, se llevará toda mi buena tierra… necesito detenerme, escucharme y dejar que el agua penetre y nutra mi tierra… para que haya más flores…
Desde este espacio es donde te escribo hoy.

¿Cómo hablarte del discernimiento hoy?
Confucio nos invita a hacer un ejercicio diario: detente un momento, cierra tus ojos e imagina que un pajarito se para en tu hombro y te dice al oído: si hoy fuera tu último día, ¿estás preparado? ¿estás haciendo lo que quieres hacer? ¿estás siendo lo que quieres ser? Y se va.
Es el ejercicio de discernimiento más sencillo y profundo que he encontrado.
Con lenguaje cristiano, los hermanos Lynn nos dicen: “la voluntad de Dios es que hagas muchas veces las cosas que te dan vida”.
Y ¿cómo descubrir lo que quiero hacer, lo que quiero ser, lo que me da vida?
Responder estas preguntas, requiere un largo proceso de tomar mi vida en mis manos, con amor: desnudar el alma, nombrar lo que se mueve dentro, abrazar lo que soy, lo que estoy sintiendo, mis memorias dolorosas, mis creencias limitantes, mis ideas erróneas… sin lamentos, sin negación, sin autoengaños, sin descalificaciones (ni de dentro, ni de fuera) y desde ese abrazo, decidir qué quiero hacer con mi vida.
Este camino yo no puedo hacerlo solo, agradezco a tantas personas que me acompañan…
Ignacio de Loyola, ha descubierto y compartido un proceso, muy interesante para discernir. Lo utilizo para mis decisiones importantes y lo propongo a personas que me preguntan; me ayuda a descubrir aspectos desconocidos de mí y a abrazarme como soy. Este proceso nos va guiando para responder a las preguntas: ¿qué quiero hacer? ¿qué quiero ser? ¿qué es lo que me da vida?

Una vez que lo tengo claro, puedo preguntarle a Jesús si es lo que él quiere para mí. Y volver a hacer silencio, para escuchar su respuesta.
Hay un elemento que rompe todos los moldes: a veces, estando en profunda guerra interior, sin saber qué hacer con mis demonios, sin poder liberarme… hay personas que experimentan que Mamá Papá Buen Dios paz por algo que digo o hago… ¡soy usado por un amor más grande que yo!! Por eso mi discernimiento cotidiano es: ya no preguntarme dónde, cuándo y cómo su amor todo compasivo quiere usarme, sino, tratar de vivir abierto, atento, disponible.
Es otra manera de discernir… como María, como Jesús…
