El altar, el ambón y la sede son signos importantes con los que cuenta la Parroquia, señaló el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega.
Monserrat Ayala
“En este espacio Cristo nos garantiza su presencia, nos acoge y nos escucha”, aseguró el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega durante la Consagración de la Parroquia de San Antonio de Padua, en la colonia El Zalate.
Ahí explicó a los presentes la importancia de tres signos con los que cuenta la Parroquia: el altar, el ambón y la sede. Del primero, dijo, es la parte central en la donde el propio Jesucristo se ofrece como víctima; del ambón, señaló, es el lugar donde se proclama la palabra viva de Dios, que se hizo carne para estar entre nosotros. Sobre la sede, aseguró, Cristo congrega a los fieles, los recibe y actúa, a través del apersona del Sacerdote.
“Cuando hay un altar, hay una víctima, se necesita un Sacerdote que ofrezca a la víctima sobre el altar, ese Sacerdote es Cristo, Él es el altar, víctima y Sacerdote, por eso la centralidad del altar (…) Desde ambón nos habla Cristo y lo que Él nos anuncia en su palabra, que se realiza en el altar, lo que Él nos promete se cumple en el altar, la palabra que escuchamos desde el ambón es un apalabra viva, eficaz, que se realiza para nuestra salvación en el misterio del altar (…) Desde la sede Cristo nos congrega, nos recibe en la persona del Sacerdote, o al revés, el sacerdote actúa desde aquí como presidente en nombre y en persona de Cristo”.
Sobre la Parroquia el purpurado destacó que éste es un lugar para dedicarlo exclusivamente a Dios, en dónde Él asegura responder a todas las súplicas, acoge y escucha a quienes tienen necesidad de Él.
Fotos. Monserrat Ayala
