El ayuno, la penitencia y la oración misma pierden todo valor y todo su significado si no están vivificadas por las obras de caridad. No merece ser escuchado quien busca incluso en el culto al Señor– sus intereses personales y no está disponible para hacerse solidario con las elementales necesidades de los hermanos que tiene cerca…
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"