MONSERRAT AYALA
Si estamos en armonía con Dios podemos entender cuál es nuestra
misión.
Karen, desde muy pequeña tenía claro que la adopción era un medio para convertirse en mamá y brindarle la oportunidad a un menor de tener una familia. Fue a los 25 años que se convenció que esa sería la forma en la que ella confirmaría su vocación de madre.
Karen Anahí González Coss y León es psicóloga, su profesión la ha acercado a conocer a fondo las problemáticas a las que se enfrentan los menores que son remitidos a instituciones de asistencia social al ser víctimas de delitos, y ver cómo los niños que presentan alguna discapacidad no son adoptados por su condición.
Antes, llevar un proceso de adopción era un trámite largo; sin embargo, en la actualidad las diversas instituciones de protección al menor han buscado eficientar los tiempos de respuesta y liberar en un lapso menor la situación jurídica de los menores víctimas de violencia.
“Se tiene mala fama y se cree que es muy complicado, y muchas veces se sorprenden de que soy soltera y pude hacer el trámite y no es nada complicado; los documentos los reúnes en tres días y no es nada difícil. Sí se le tiene que poner ganas, pero por el interés rápido sale”, menciona Karen.
Esta inquietud ya la había compartido con su familia, por lo que no les sorprendió su decisión; sin embargo, sí se enfrentó a comentarios y cuestionamientos de la sociedad.
“En mi familia no se sorprendieron, pero sí me enfrenté a las típicas frases tristes, de ‘¿pero si no conoces a su familia de origen, no sabes cómo te va a salir?’ y comentarios así, pero esto pasa hasta con los hijos biológicos”.
BRINDAR ESPERANZA
Paola González tiene 14 años, y derivado de la violencia que vivió tiene un desarrollo intelectual menor, lo que había dificultado su adopción. Sin embargo, para Karen esto no fue impedimento ni motivo para renunciar.
“Yo estaba dispuesta a adoptar un niño grande porque merecen una familia, y pocas se animan a adoptarlos por temor, pero tener a un niño grande te evita muchas cosas, por ejemplo, ellos ya saben que estaban en una casa hogar y explicar ese proceso es más fácil”.
La adopción de Paola no representó grandes cambios a la rutina diaria de Karen, “más que cambios fue adaptarnos, pues yo sigo haciendo lo que me gusta pero ahora es una rutina para las dos”. Karen señaló que lo más complicado del proceso fue encontrar un espacio educativo que brindara el servicio que su hija requiere: “Yo quería una escuela inclusiva, no una de educación especial, el estar con niños regulares la motiva a querer avanzar”.
Por su parte, María de los Ángeles Marín Velázquez, de profesión enfermera está certificada para ser familia de acogida. Con la inquietud de compartir su tiempo y brindar amor y espacio a alguien más, es como María de los Ángeles comenzó a investigar el proceso para formar parte de las familias de acogida.
Con la intención de recibir a una niña no mayor de 9 años, Ángeles realizó los trámites para certificarse y obtener la idoneidad para recibir a la menor.
Sin embargo, las circunstancias la llevaron a recibir a dos niñas, las cuales son hermanas, ya que en estos casos se procura que los hermanos estén en una misma familia.
“Ha sido una experiencia bonita, con sus procesos de adaptación, pero
hasta el momento estamos muy a gusto”.
María Guadalupe tiene 12 años y su hermanita Marlen Alejandra tiene 9. En el 2019 llegaron al Hogar Cabañas, un espacio que tiene por vocación la asistencia integral a las niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación vulnerable, pero ahora, tras ingresar al programa de Familias de Acogida, están bajo el cuidado de María de los Ángeles, quien trata de llevar una vida cotidiana de una familia, formando sus propias rutinas.
“Tratamos de hacer una vida como lo harían todas las familias: vamos a la escuela, a la iglesia, salimos a jugar, hacemos todo con el fin de que ellas vivan en un entorno de amor y cuidado”, declaró María de los Ángeles.