Carlos Humberto Ruiz Flores
Año de Servicio
Durante julio, nuestra casa de formación, el Seminario Mayor de Guadalajara, permaneció en silencio. En este tiempo se tuvo el periodo de misiones de verano, momento propicio para poner en práctica todos los conocimientos que adquirimos durante el año de formación académica dentro de nuestras aulas de filosofía y teología.
Todos los seminaristas tuvimos la oportunidad de compartir nuestra fe con el pueblo santo de Dios; algunos en las parroquias de la Arquidiócesis, y otros en los seminarios auxiliares: Anacleto González Flores, Cuquío, La Barca, Totatiche, y Ahualulco de Mercado, fungiendo como seminaristas coadjutores, es decir ayudantes de los padres formadores.
En esta oportunidad el Seminario Auxiliar de Ahualulco me abrió sus puertas para llevar a cabo el encargo de nuestro Señor: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio”. Con el impulso del Espíritu Santo, se realizaron las conocidas vacaciones de comunidad, que son un espacio dedicado a la convivencia, a la oración, al ejercicio físico y mental de nuestros hermanos menores que estudian la secundaria en el Seminario.
En esta ocasión visitamos el colorido pueblo de Tapalpa, donde los seminaristas menores, además de convivir entre ellos, se ejercitaron en las caminatas hacia los sitios de particular atractivo natural de la región. Estas caminatas fueron un tiempo propicio para la reflexión y el encuentro con Cristo, por medio de las maravillas naturales y del encuentro con los demás hermanos a través de las largas y variadas charlas, que espontáneamente surgían en el camino, sazonadas por los chistes blancos, y sanos chascarrillos de los ocurrentes seminaristas.
Fue una experiencia inigualable, pues ver los rostros y semblantes de mis hermanos menores, rostros jóvenes, alegres y esperanzados en Dios que los ha llamado a estar con él, sin duda vivifica el alma, y reconforta mi vocación.
También comparto para ustedes que, durante este tiempo, dos compañeros seminaristas mayores y yo, tuvimos la oportunidad de vivir la experiencia de Preseminarios en la Casa Auxiliar de Ahualulco de Mercado. Fue un espacio propicio para la promoción vocacional en que se convocó a los adolescentes de la Vicaría Episcopal de Ameca y se trabajó en conjunto con sus decanatos. Nuestro objetivo fue que más jóvenes y adolescentes varones que sienten inquietud por responder a la misión de Cristo adquirida en el bautismo puedan descubrir cuál es su vocación específica, pues bien sabemos que en la actualidad el ruido del mundo no permite escuchar claramente la voz de Cristo, que sigue llamando a ser sus discípulos… a ser sacerdotes.
En esta ocasión, sin duda, se puso a prueba todo aquello que hemos escuchado y aprendido en varias de nuestras materias del Seminario. Dijo alguno de nuestros padres formadores: “¡Hacer de la teoría una práctica de vida, es tarea difícil, pero jamás imposible, claro, siempre con el auxilio de Dios!” Es por eso que hoy estamos aquí, esforzándonos día con día para responder generosamente al llamado que Cristo nos ha hecho para estar con Él, y después, ser enviados a predicar la Buena Noticia de Jesús por medio del sacerdocio ministerial.
Solo resta agradecer a todos ustedes, amigos y bienhechores materiales y espirituales de nuestro Seminario por abrirnos las puertas de su casa en estas misiones, o por acompañarnos en las diferentes actividades de la misión en alguna de las parroquias; agradecemos de todo corazón a todos aquellos que estuvieron acompañándonos con su oración y su limosna para que los diferentes Preseminarios en las casas auxiliares del Seminario fueran un éxito. Tenemos por seguro que dicho éxito no consiste en la cantidad de asistentes, sino en la calidad del encuentro con Cristo que estos hayan tenido.
¡Gracias y que Dios los bendiga!