Una buena sociedad, una sana sociedad, tiene que estar fundamentada sobre el matrimonio y la familia. Esto que se escribió y se ha dicho tantas veces, parece que se está echando en el olvido y, más todavía, que fueron instituidos por Dios. ¿Qué los tiempos han cambiado? Sí, de eso no hay duda. Pero no porque las sociedades nuevas presentan nuevos rostros, lo fundamental siempre será el matrimonio estable, comprometido con la vida, luchando día a día por resolver los problemas que se les irán presentando.
No deberíamos olvidar que, la familia ha sido considerada siempre como la expresión primera y fundamental de la naturaleza social de la persona pues es una comunidad para la cual el propio modo de existir y vivir es la comunión: comunión de personas.
Es importante decir que sólo las personas son capaces de existir “en comunión” porque se relacionan de manera interpersonal libre y responsablemente y no por una tendencia instintiva. La familia arranca de la comunión conyugal que el Concilio Vaticano II califica como alianza, por la cual el hombre y la mujer, se entregan y se aceptan mutuamente. La familia se constituye, entonces, por medio del matrimonio. Para el mundo católico, los Papas han dicho y escrito tanto que, sacerdotes y matrimonios tienen elementos suficientes para su trabajo. ¿Cómo echar en el olvido la Familiaris Consortio, de san Juan Pablo II? Ahí expresaba: “La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura.
Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que constituyen el fundamento de la institución familiar
Otras se sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida conyugal y familiar. Otras, en fin, a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven impedidas para realizar sus derechos fundamentales. La Iglesia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bienes más preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente; a todo aquel que, en medio de la incertidumbre o de la ansiedad, busca la verdad y a todo aquel que se ve injustamente impedido para vivir con libertad el propio proyecto familiar. Sosteniendo a los primeros, iluminando a los segundos y ayudando a los demás, la Iglesia ofrece su servicio a todo hombre preocupado por los destinos del matrimonio y de la familia”.
¿Cómo no tener en cuenta la Amoris laetitia, del actual Papa? “La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia -escribió Francisco-. … a pesar de las numerosas señales de crisis del matrimonio, «el deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo, el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia”.
Y, ¿cómo no valorar tantos libros que sobre el matrimonio y la familia se han escrito? Algunas librerías tienen muchas
opciones, ¡cuántos interesantes libros en sus anaqueles! Es hora de leer, es hora de estudiar, es hora de acudir a alguno de los Movimientos de familia que existen en nuestra Arquidiócesis y que tienen una gran riqueza por compartir.