Francisco Josué Navarro Godínez
1ero de Teología
Los gimnasios son, sin duda, para muchas personas, «santuarios del ego», aunque no lo quieran admitir, y quizás afirmen que acuden a ellos más por salud, una manera de iniciar con energías la jornada o, bien, para relajarse después de un largo día. En n, sea por el cuidado del cuerpo –que es templo del Espíritu Santo– o por moda –ya que existe la presión social por parecer dioses griegos, poniendo más el valor de la persona en lo estético que en su ser, lo exterior que en lo interior–, el resultado siempre es el mismo: cansancio y hasta dolor después de la rutina, pero con disciplina y dedicación, excelentes avances.
Así pues, se logrará tener brazos fuertes solo tomando las pesas y/o trabajando esa área del cuerpo, pero no basta eso, se necesita la constancia para los resultados. Al final, tendremos un cuerpo fuerte y sano.
¿Y en el Seminario hay gimnasio? ¡Por supuesto que sí!, y también muchas canchas, pistas y hasta una alberca donde nos ejercitamos todos los días, porque es importantísimo para el candidato al sacerdocio estar integralmente saludable.
En este sentido de la integralidad, podemos hablar de una parte que no se ve, pero que durante el ciclo formativo, e intensamente al inicio de éste, ejercitamos: nuestra alma.
¿Ubicación del gimnasio? La capilla. ¿Instructor? El director de ejercicios espirituales. Se invita a Sacerdotes o religiosos que brillan por su elocuencia y coherencia de vida, pues en su prédica se manifiesta, arrojan al «semillero» (Seminario) la buena semilla del Evangelio y confían al Señor la cosecha abundante.
En las primicias de este ciclo formativo 2022-2023, que se iniciará oficialmente con la «Misa del Espíritu Santo», hemos vivido nuestros ejercicios espirituales, quedando con el corazón agradecido por esta gracia. Nos acompañaron como directores, para la facultad de Teología, el P. Konrad Schaefer, osb, monje benedictino y catedrático de la Universidad Pontificia de México, y para la facultad de Filosofía, el P. Adalberto Moreno Haros, Sacerdote diocesano de la Arquidiócesis de Hermosillo, quienes lejos de hablarnos con reflexiones académicas y frías, nos compartieron la experiencia de quien conoce a Dios, se ha puesto a los pies del Maestro y ha querido cristificarse.
Ambos Padres describían el ambiente vivido durante esos días como positivo, dispuesto a la experiencia de Dios, y el P. Adalberto armaba que, «precisamente, los ejercicios espirituales son eso, vivir la experiencia del encuentro con Dios desde este estado de vida, y ¿a qué nos está invitando Dios constantemente? A disponer el corazón, disponer nuestra persona para vivir profundamente la entrega, la respuesta, la actitud que nos lleva a ser discípulos misioneros del Señor». El P. Konrad, por su parte, nos compartía que «unos ejercicios son, como lo dice la palabra, ejercitar, es trabajo; uno tiene que, conscientemente, dedicarse al inicio del año a descansar un poquito, pero descansar en el Señor, estamos pidiendo que cada seminarista se regale a sí mismo la interioridad y el silencio que no va a encontrar fácilmente en el resto del año».
¿Y la cosecha? «Hacerte Cristo; la identidad de Cristo en los seminaristas, cada vez más, es un trabajo de toda la vida –afirmaba el monje–, pero esperamos que esto suceda en la actualidad, en sus vidas. Necesitamos hoy más que nunca ser expertos en la acción del Espíritu, no expertos en conocimiento o en el saber nada más, sino expertos en el saber discernir el paso de Dios entre nosotros. Pienso que el Sacerdote de hoy ha de saber acompañar, discernir, porque primeramente se ha puesto a los pies del Maestro para poder aprender de Él y darlo a conocer a los demás. Entonces, espero que estos ejercicios, y los frutos mismos, vayan dando mayor razón de nuestra persona, nuestro ser que se va configurando con la persona de Jesús que es el Buen Pastor», nos compartía el Sacerdote sonorense.
Así, querido lector, nos hemos fortalecido para continuar formándonos con alegría, y algún día llevar el Evangelio y dispensar los sacramentos a nuestros hermanos.
