
Heriberto Arreola
2do. filosofía
La visita de la Imagen de la Virgen de Zapopan al Seminario Mayor de Guadalajara, de al tiempo que nos llenó de júbilo a los levitas que nos formamos para un día ser sacerdotes, nos motivó a la reflexión, como a un servidor, así que, más que una descripción de lo realizado en nuestra casa de formación, quiero hablarles de la libertad y el amor con el que la Santísima Virgen aceptó el llamado de Dios. El amor implica libertad, pero no toda libertad implica amor. Pensemos en aquel hombre que comete una falta ante la sociedad, su visión de la realidad está nublada por su egotismo, y en su libertad no actúa conforme al amor.
La liberad más pura es aquella que es dada, no la que es tomada. El amor exige libertad de una cosa a fin de hablarse libre para servir a otra. Cuando un humano se enamora, busca la dulce esclavitud del afecto y la consagración a otro. Cuando un hombre se enamora de Dios va inmediatamente al encuentro con el prójimo. La libertad es que nos entreguemos a causa de algo que amamos. El amor nos permite elegir una cosa y hace que descartemos a las demás.
Desde el inicio de la humanidad, todas las madres al momento de la concepción de sus hijos, no son conscientes de que están engendrando la vida. Por medio del regalo que Dios nos concedió la libertad, fue como María nos restauró lo que habíamos perdido por Eva. Era necesario que aquella relación que perdimos con Dios a causa de una criatura humana, fuera restaurada por una mujer. Más aparte, Él le concedió a María ser consciente al momento de la gestación de Jesús de que sería madre, Ella solo tuvo que responder, al llamado del Ángel, con ese Fiat con el que comenzó la redención para el mundo.
Precisamente estos dones fueron los que inspiraron a la Santísima Virgen a aceptar la llamada de Dios para ser su madre. Sin la libertad que nos da el amor no hubiera sido posible la encarnación del Verbo de Dios. Pidamos a María que nos conceda aquella libertad que alcanzamos solo por el amor.
¡Tú eres la Reina de la libertad porque deshiciste la falsa libertad que hace a los hombres esclavos de sus pasiones, y lo hiciste pronunciando la palabra dicha por Dios mismo cuando creo la luz, y nuevamente cuando tu Hijo redimió al mundo: Fiat! Pues bien: ¡hágase en mí según la Voluntad de Dios!
