Sergio Padilla Moreno
Un sentimiento de tristeza, impotencia y coraje me invade al momento de escribir este texto, pues cada vez son más personas que están luchando o han sucumbido frente al virus. Sabíamos que el destino nos alcanzaría, pero irresponsablemente nos confiamos y bajamos la guardia durante diciembre; ahora vemos las consecuencias. Me viene a la mente la actitud de las “vírgenes insensatas” (Mateo 25, 1-13) por el hecho de que nos adormilamos y terminamos por quedar evadidos de la realidad. Hoy queremos remediarlo y, para muchos, ya no hubo tiempo.
Una de las maneras en que hemos enfrentado el dolor y la frustración ante el tema de la pandemia es buscar a quién echarle la culpa, siendo los más señalados los funcionarios de todos los niveles de gobierno. El síndrome de Adán -buscar culpables- nos infectó a muchos (Génesis 3, 12).
Ya la historia dirá en qué fallaron las autoridades y nosotros mismos, pero hoy tenemos que asumir nuestra responsabilidad de actuar con energía para cuidarnos de manera personal y comunitaria. No podemos esperar todo del gobierno o las autoridades como ciudadanos inmaduros y para ello presento dos reflexiones que tienen de trasfondo la necesidad de formarnos en el arte de ser responsables.
Una es del psicólogo norteamericano Rollo May quien escribe: “En cierta ocasión, después de que Sócrates hubiera descrito con gran elocuencia el modo ideal de vida de los seres humanos y la sociedad ideal en que podrían vivir lo más perfectamente posible, su discípulo Glauco rebatió las palabras de Sócrates. Glauco no creía que tal «Ciudad de Dios» existiera en ningún lugar de la tierra. Sócrates respondió: «Tanto si existe una ciudad tal en el cielo como si llega a existir sobre la tierra, el hombre sabio vivirá como se viviría en esa ciudad y con la vista puesta en ella, pondrá su propia casa en orden”.
La otra reflexión es la que propone Patrick Süskind en su monólogo teatral El contrabajo, que da voz a un músico de una orquesta sinfónica: “Las orquestas han tocado sin directores durante siglos; en la historia de la evolución musical, el director es un invento muy reciente. Del siglo XIX. Yo también puedo confirmarle que incluso nosotros, los de la orquesta nacional, solemos tocar sin hacer el menor caso del director. O pasándolo por alto. A veces tocamos pasando por alto al director sin que él se dé cuenta. Le dejamos dar pinceladas en el aire hasta que se cansa, mientras nosotros pateamos el suelo con las botas […] Son placeres muy secretos que casi no se deben mencionar.”
La responsabilidad ciudadana nos pide exigir a las autoridades que hagan su trabajo, pero sin dejar de hacer lo que a cada uno nos toca. El P. Luis Gerardo Moro Madrid, sj, provincial de la Compañía de Jesús en México, nos invita a formarnos responsablemente en “una ética del cuidado para acompañarnos los unos a los otros.” Solo así saldremos adelante.
El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx
Catequesis miércoles 23 septiembre 2020, Papa Francisco