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Sergio Padilla Moreno

Seguramente que ustedes, amables lectores, admiran a algún personaje del mundo deportivo, artístico, intelectual o científico, y se emocionan al reconocer sus logros. Pero cuando atisbamos en la biografía de cada una y uno de ellos, descubrimos que el desarrollo de sus talentos está sostenido por la disciplina, la dedicación y una cosa muy importante: el cuidado de sí mismos. Recuerdo una entrevista que concedió el tenor italiano Carlo Bergonzi, quien decía que su carrera le exigía muchos sacrificios: “…uno nunca debe salir si el tiempo está frío o húmedo. De modo que es mejor permanecer enteramente en silencio el día anterior a una función. Es un gran sacrificio, porque significa que casi nunca visita las ciudades en las que canta. La pasión por cantar se debe sentir con todas las fibras del ser.” A mí me maravilla el empeño que ponía el director de orquesta Carlos Kleiber al momento de cuidar todos los detalles durante sus ensayos.

Todo lo dicho me lleva a recuperar una categoría que al parecer se nos ha olvidado: me refiero a la importancia del cuidado, tanto de sí mismo, como de los demás y del entorno en que vivimos. Un ejercicio que vale la pena hacer es darnos cuenta de que, si en este momento estamos aquí, en lo concreto de la vida cotidiana, es porque muchas personas, en mayor o menor medida, nos ha cuidado; así sea con los cuidados vitales desde el momento de nacer, hasta el cuidado que pusieron todos los que, de una manera u otra, intervinieron para que hoy haya un plato de comida en nuestra mesa. Es decir, el cuidado nos hace humanos. El cuidado personal y de los demás es lo que nos llevó a quedarnos en casa durante el desarrollo de la pandemia. Hoy tenemos más conciencia de la importancia de cuidar nuestro entorno, tal como nos lo había dicho clara y proféticamente el Papa Francisco en su encíclica Laudato si´. Sobre el cuidado de la casa común.

El teólogo brasileño Leonardo Boff ha escrito recientemente: “El cuidado es todo, pues sin él, ninguno de nosotros existiría. Quien cuida ama, quien ama cuida. Cuidémonos los unos a los otros, particularmente en estos momentos dramáticos de nuestras vidas, pues ellas corren peligro y pueden afectar el futuro de la vida y de la humanidad sobre este pequeño planeta que es la única Casa Común que tenemos.”

Entonces conviene que reflexionemos sobre el cuidado de los distintos aspectos de nuestra persona, porque nadie da lo que no tiene, o dicho en este contexto, nadie cuida si no se cuida o no ha tenido la experiencia se ser cuidado. Hay muchos aspectos de nuestra persona que debemos cuidar: nuestra alimentación, la higiene, lo que permitimos que entre a nuestra mente, la información que procuramos, las cosas personales y comunes que usamos, etc. Que el Espíritu Santo, en este Pentecostés, reactive en nosotros la conciencia y práctica del cuidado.

El autor es académico del ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara – padilla@iteso.mx

C. KLEIBER · J. STRAUSS: Die Fledermaus (ouverture)

Tags: Ars Cordis

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