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DESARROLLO INTEGRAL

PBRO. ERNESTO HINOJOSA DÁVALOS

La bondad es una característica natural de la persona, ha sido creada por Dios y todo lo ha creado bueno. Sin embargo, para que la bondad pueda germinar y dar frutos es necesario que se cultive, no se da por descontada o sin esfuerzo. Es una labor de perseverancia y constancia que se genera con buenos
hábitos hasta alcanzar la virtud. En las relaciones sociales, la bondad se traduce en actitudes prácticas que hacen posible la convivencia que estrechan el tejido social.

Sin embargo, muchas personas, por el negativo ambiente social en el que viven, numerosos casos sumergidos así desde la infancia, se apartan del bien y son impulsados a obrar el mal. Es cierto que gran parte de los disturbios sociales son consecuencia, al menos parcialmente, de las estructuras económicas, políticas y sociales. Pero más radicalmente proceden de la soberbia y del egoísmo del hombre, que pervierten también el ambiente social (GS 25).

Las relaciones sociales positivas no solo se alcanzan, por tanto, si la preocupación por lo económico
queda superada, es un trabajo que ha de envolver todas las dimensiones existenciales de la persona, de lo contrario quedaría trunca su formación y no garantizaría el desarrollo personal adecuado para la experiencia de la paz y la sana convivencia.
El Estado paternalista que se funda en la idea del bienestar ha fracasado en el intento de satisfacer algunas necesidades básicas, desatendiendo todo lo demás. De esta manera, no hay política pública o estrategia educativa que garantice una adecuada formación integral, al contrario, se generan
círculos viciosos difíciles de vencer.

No podemos olvidar que cada persona es responsable de su propio progreso y también de su propia salvación; por el esfuerzo de su inteligencia y voluntad, cada persona puede crecer en humanidad.

La presente situación de violencia en el país exige una acción en conjunto que tenga como punto de
partida una clara visión de todos los aspectos económicos, sociales, culturales y espirituales (cfr. PP 13).
Para atender el problema desde sus raíces, es necesario que colaboren las instituciones que estructuran la
sociedad; de hecho, es completamente indispensable que los ciudadanos se organicen y así puedan cumplir con labores subsidiarias en el empeño formativo que lleve a un progreso personal y social de manera integral. El trabajo no es solo del gobierno o de las instancias públicas, en el desarrollo integral que garantiza la paz intervenimos todos.

Por eso, es necesario que los ciudadanos cuenten con todas aquellas condiciones de vida que ayuden a generar relaciones vecinales virtuosas. Si bien es cierto que en tiempo de guerra se cambian las podaderas por las lanzas, también lo es que, para generar la paz, es necesario que las personas se
vean “libres de la miseria, hallen con más seguridad su propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad; ser más instruidos; en una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más”, como lo señala Paulo VI (PP 6).

¡Bienaventurados los que tejen la paz!

@arquimedios_gdl

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