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«Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes».(1Cor.11, 23)

Karla Moreno Mendoza*

Para comprender profundamente el sentido y el valor de la vejez, es preciso abrir la Biblia. Sólo a la luz de la Palabra de Dios,  tendremos la capacidad de sondear la plena dimensión espiritual, moral y teológica de esa época de la vida. 

El adulto mayor transmisor de la fe

Los adultos mayores son depositarios de una tradición y de verdades de fe heredadas con la encomienda de transmitirlas.

 El Papa San Juan Pablo II mencionó: «El anciano no se debe considerar sólo como objeto de atención, cercanía y servicio. También él tiene que ofrecer una valiosa aportación al Evangelio de la vida. Gracias al rico patrimonio de experiencias adquirido a lo largo de los años, puede y debe ser transmisor de sabiduría, testigo de esperanza y de caridad.» (Encíclica Evangelium Vitae 1995, No. 94).

Hoy podemos decir que los adultos mayores son maestros de la fe recibida. Reservorios de fe viva, y proyección sabia del presente. Por lo que el Papa insiste en recordarles la tarea encomendada a las personas mayores «Recuerdo que la Iglesia pide y espera que sepan continuar esa misión apostólica y misionera, que no sólo es posible y obligada también a esa edad, sino que esa misma edad la convierte, en cierto modo, en específica y original. Es un deber que hay que asumir, por un lado, superando decididamente la tentación de refugiarse nostálgicamente en un pasado que no volverá más, o de renunciar a comprometerse en el presente por las dificultades halladas en un mundo de continuas novedades; y, por otra parte, tomando conciencia cada vez más clara de que su propio papel en la Iglesia y en la sociedad de ningún modo conoce interrupciones debidas a la edad, sino que conoce sólo nuevos modos. Como dice el salmista: «Todavía en la vejez darán frutos, serán frescos y lozanos, para anunciar lo recto que es Yahvéh» (Sal 92, 15-16).

La entrada en la tercera edad ha de considerarse como un privilegio; y no sólo porque no todos tienen la suerte de alcanzar esta meta, sino también y sobre todo porque éste es el período de las posibilidades concretas de volver a considerar mejor el pasado, de conocer y de vivir más profundamente el misterio pascual, de convertirse en ejemplo en la Iglesia para todo el Pueblo de Dios» (Exhortación Apostólica Christifideles laici 1988, No. 48).

En este sentido, debido a la riqueza de la fe asimilada, los adultos mayores se pueden convertir en heraldos del evangelio. Como bien dice con acierto San Juan Pablo II en la carta a los ancianos:

 “La comunidad cristiana puede recibir mucho de nuestra serena presencia. En el ámbito de la evangelización ¡En cuántas familias los nietos reciben de nosotros la primera educación en la fe!

“Nuestra aportación beneficiosa en las familias y en las parroquias puede extenderse a otros muchos campos.

“El Espíritu actúa como y donde quiere, sirviéndose no pocas veces de medios humanos que cuentan poco a los ojos del mundo. ¡Cuántos encuentran comprensión y consuelo en nosotros, en nuestra condiciones de soledad o enfermedad, pero que somos capaces de infundir ánimo mediante el consejo afectuoso, la oración silenciosa, el testimonio del sufrimiento acogido con paciente abandono! Precisamente cuando las energías disminuyen y se reducen las capacidades operativas, en estas condiciones somos más valiosos en el designio misterioso de la Providencia” (Carta a los Ancianos, 13).

Espacios para ser apóstoles  mayores entre los mayores

Todas las actividades apostólicas, son campo bueno para que el adulto mayor lleve a cabo esta tarea. Se tiene la necesidad de generar en todos los ambientes parroquiales estos espacios donde los adultos mayores caminen en su vida cristiana, junto con otros, para ser apóstoles mayores entre los mayores. Espacios desde donde pueden compartir y fortalecer su fe, generar lazos de amistad con otros grupos apostólicos, todo ello propiciando que el evangelio este en el corazón del adulto mayor, que le de la fuerza para llevar la buena noticia a los demás.

En esta tarea la Dimensión Diocesana de Pastoral del Adulto Mayor de la Arquidiócesis de Guadalajara tiene la visión de crear, fortalecer y atender espacios y procesos evangelizadores que visualicen al adulto mayor en plenitud, como una riqueza en la sociedad, heraldos de los valores cristianos y de la fe creída, vivida y celebrada que da sentido de trascendencia a su ser.

*Dimensión Diocesana de Pastoral del Adulto Mayor

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