Fabián Acosta
El caso de la mujer iraní que murió a manos de las autoridades islámicas por no portar correctamente el velo o hiyab.
Se rumora en internet que estamos en las proximidades de una nueva primavera árabe, o mejor dicho persa, que tiene por detonante el supuesto crimen cometido por autoridades iranís en contra de una joven a la que detuvieron por portar incorrectamente el velo femenino conocido como hiyab. Su asesinato ha enardecido a la sociedad de la nación de los ayatolas. Hay protestas multitudinarias en las calles de las principales ciudades del país islámico donde la sharia o ley mahometana es de estricta observación.
Todo comenzó con la detención de Amini, una mujer de 22 años, de la etnia kurda, originaria de la ciudad occidental de Squez, en la provincia del Kurdistán; su aprensión por parte de la policía religiosa islámica tuvo lugar cuando salía de la estación del metro de Teherán. La joven había viajado a la capital a visitar a su familia.
La también conocida oficialmente como Gasht-e Ershd (patrulla de orientación) la acusó de no seguir los cánones islámicos de vestimenta que obligan a las mujeres a cubrirse el cabello con un pañuelo y de igual forma los brazos, las piernas y portar ropa holgada. Amini fue detenida, por no portar correctamente el hiyab.
TORTURADA POR LA POLICIA MORAL
Según presenciaron varios testigos, los agentes actuaron, al parecer, con ostensible brutalidad policiaca.
En la versión que más ha trascendido en los medios occidentales y en redes sociales se detalla que durante la detención de la joven kurda, mientras se encontraba en el furgón, los oficiales la golpearon en la cabeza con una porra y estamparon su cabeza contra el vehículo. Terminó en un deparo policiaco donde continuó su calvario; sometida a torturas por la patrulla de la policía moral, la mujer perdió la vida.
Como era de esperarse, las autoridades iranís se defendieron y mostraron sus propias pruebas exculpándose del supuesto asesinato. En su descargo sostienen que la mujer sufrió en realidad un sorpresivo fallo cardiaco. En un video tomado por las cámaras de seguridad del centro de detención aparece Amini hablando con una funcionaria que le agarraba la ropa; acto seguido se le ve sujetándose la cabeza con las manos y, posteriormente, cayó desplomada al suelo.
¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? No se sabe con certeza. Lo que sí es que miles de manifestantes no creen en la versión de las autoridades iranís y, en clara prueba de indignación, han salido a las calles a protestar, destacando en las manifestaciones las mujeres que, desafiantemente, se muestran con las cabezas descubiertas y queman hiyabs. La acción, con su carga simbólica de desafío al orden religioso estatal, suscitó la ovación de los manifestantes.
Los enfrentamientos en Teherán y en otras ciudades, según organizaciones de defensa de los derechos humanos, han arrojado el saldo rojo de nueve muertos. Videos de las protestas multitudinarias circulan por las redes sociales y puede que evidencien un descontento popular. ¿Será que el rigor de la ley islámica y la fiscalización policial de su observación han cansado a los sectores más jóvenes de la sociedad iraní?
La relación de las islámicas con el hiyab se presta a las ambigüedades de contextos, entiéndase muchas mujeres de los países islámicos que han migrado a naciones occidentales, pongamos de casos las europeas, lo portan voluntariamente y con orgullo como un distintivo de su identidad religiosa y cultural; y por razones parecidas las conversas occidentales a la fe coránica también cubren con velos sus cabezas para demostrar la autenticidad de su conversión. Paradójicamente, en las naciones islámicas, como es el caso de Irán, estaría ocurriendo exactamente lo contrario; en ellas, las mujeres no tienen nada que demostrar en su vestir pues viven, por el contrario, en sociedades permeadas por la fe, creencias y prácticas coránicas. En occidente, las islámicas exigen respeto a su derecho a portar el hiyab; en oriente luchan por quitárselo.