
Laura Castro Golarte
Por su vigencia, por el bien que a través de él se practica desde hace 230 años, es el Hospital Civil la más grande obra de fray Antonio Alcalde y Barriga; ese espacio exclusivo para la atención de personas que necesitan recuperar la salud y que, por lo general, enfrentan una situación económica precaria.
Es también el lugar donde se han formado los más grandes médicos del Estado de Jalisco: ahí imparten sus enseñanzas y ejercen su profesión, maestros de maestros. La obra es tan grande y magnífica, que muchos de esos grandes docentes de las ciencias de la salud y médicos especialistas y activos han sido punta de lanza en el reconocimiento de ésta y otras obras del fraile al investigar y escribir sobre su vida.
Baste señalar al doctor Amado Ruiz Sánchez, autor de una biografía que inspiró, por ejemplo, al Dr. Carlos Ramírez Esparza; y, por supuesto, al Dr. Horacio Padilla Gutiérrez. Los dos últimos no se han contentado con estudiar la vida de Alcalde y escribir sobre ella, sino que además se han levantado como defensores del hospital a través del Patronato de Fomento del Acervo Cultural del Hospital Civil de San Miguel de Belén de Guadalajara, contra algunos intentos por cerrarlo.
Hace algunos años, antes del bicentenario de la institución, se puso en duda la funcionalidad del edificio por su construcción horizontal y su distribución en forma de estrella con la idea de convertirlo en museo y sacar de ahí camas y enfermos. Sin embargo –por fortuna– quedó plenamente demostrado que era mejor que los hospitales de varios pisos, donde los elevadores dificultan el traslado de los pacientes de un servicio a otro o bien, a quirófanos.
Lejos de aquellas amenazas, a finales de 2019, por iniciativa de un diputado en el Congreso local, Arturo Lemus Estrada, el Poder Legislativo en pleno aprobó la propuesta de que el Hospital Civil, el Antiguo, fuera declarado Patrimonio Cultural de Jalisco. El Ejecutivo del Estado impulsó la idea a través de la Secretaría de Cultura y el 10 de septiembre de 2020 se publicó en el Estado de Jalisco la declaratoria correspondiente (Acuerdo ACU/SC/19/2020, El Estado de Jalisco, periódico oficial, Tomo CCCXCIX, 1 Sección III, 10 de septiembre de 2020, pp. 8-12).
En la amplitud de los corredores del Antiguo Hospital Civil se diluyen las aglomeraciones; a su máxima capacidad y con, prácticamente, el mismo número de camas que hace 230 años dispuso Alcalde, se atienden pacientes de toda la región Occidente del país, a veces de estados distantes; y es preferido incluso por beneficiarios de las instituciones públicas de seguridad social como el IMSS y el ISSSTE. El trato es mejor, dicen, y ni hablar de la calidad profesional de médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud que ahí laboran.
Es un camino aprendido por generaciones, recorrido a punta de dolor durante décadas, con la certeza de,
por lo menos, una esperanza y siempre de un trato cálido y humanitario. Aun cuando hoy en día hay otras rutas en la búsqueda de salud, los pasos siempre conducen al edificio que se alza imponente en las calles de Hospital y Belén.
La trascendencia del Hospital no sólo es por la atención a la “humanidad doliente”, bajo el principio: “la salud del pueblo es la suprema ley”; tiene que ver, además, con la formación de generaciones de médicos, ilustres muchos de ellos, que han pasado por sus corredores, sus salas y recovecos formando a su vez a otras generaciones en una cadena sin fin y haciendo investigación, cuyas repercusiones han traspasado nuestras fronteras.
Además de los tres recién mencionados, tienen su lugar en la historia del nosocomio, los siguientes: Francisco Ruiz Sánchez, Pablo Gutiérrez, Leonardo Oliva, Salvador García Diego, Fortunato Arce, Francisco Macías Gutiérrez, Juan Valdés, Jesús Delgadillo Araujo, Fernando Banda, Antonio Arias, Miguel Mendoza López, Perfecto Bustamante, Eliseo Ramírez Ulloa, Antonio Ayala Ríos, Lázaro Pérez, Trinidad Vázquez Arroyo, Miguel Baeza, Ignacio Chávez, Juan Campos Kunhardt, Roberto Mendiola Orta, Delfino Gallo Aranda y, entre muchos otros –la lista sería interminable–, Mario Rivas Souza. Esta breve relación es apenas una estrella en el universo de científicos y médicos destacados que han entregado y entregan su vida y su sabiduría, entre los muros bicentenarios, más las enfermeras, los paramédicos y todo el personal de salud que se mueven y organizan como un todo con una sincronía, sí, muchas veces o la más de las veces, milagrosa.
Seguiré con el Hospital Civil en la próxima entrega de Faro y brújula, mientras tanto, además de esta introducción, comparto una imagen del plano del Hospital, donde se aprecia la distribución de estrella que se conserva hasta nuestros días.