DOMINGO de la SANTÍSIMA TRINIDAD
¿En qué acciones a favor de mi prójimo se nota que me siento amado por Dios?
Pbro. J. Jesús Suárez Arellano
¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD?
Deuteronomio 4, 32-34. 39-40: Moisés nos recuerda que, desde los principios de los tiempos, no ha habido un pueblo tan privilegiado como nosotros; el Dios vivo, lleno de amor y poderoso nos eligió y formó… recordando este pasado, debemos escuchar cuando nos habla y obedecerlo, para que seamos felices y tengamos paz en el presente y para que nuestros descendientes sean bendecidos también…Salmo 32: Dios, creador poderoso, nos dirige sus palabras sinceras, nos protege con sus acciones leales y posa sus ojos sobre nosotros… por eso confiamos y esperamos en su misericordia y ayuda…

Romanos 8, 14-17: Dejémonos guiar por el Espíritu Santo porque Él nos hace hijos de Dios y nos ayuda a gritarle: “Papá”… se une a nuestro espíritu y nos hace coherederos con Cristo sufriendo y glorificándonos con Él…
Mateo 28, 16-20: Jesús, lleno de poder, nos manda a hacer discípulos, a bautizarlos y enseñarle a cumplir sus mandamientos… nos asegura su presencia constante en nuestras vidas hasta el fin…
REFLEXIONEMOS:
[Las fiestas de estos últimos domingos – Ascensión, Pentecostés y Santísima Trinidad – y las lecturas bíblicas que las iluminan y explican provienen de un contexto histórico muy diferente al nuestro. Antiguamente, las personas tenían una visión más mítica que explicaba coherentemente su realidad: para ellas, era indiscutible que Dios habitaba en lo alto, el ser humano en medio y el mal en el inframundo. Por eso es que se dice de Jesús, por ejemplo, que bajó de los cielos, que descendió a los infiernos, que ascendió a lo más alto… Hoy difícilmente podríamos ya hablar de lugares para situar estas realidades.
Lo que ahora sí que podemos constatar y medir es la repercusión que la realidad intangible y atemporal que es Dios ha tenido (y sigue teniendo) en la vida de multitud de cristianos a lo largo de la historia y en muchos lugares de la tierra…
Y con estas fiestas litúrgicas no se trata de recordar sólo acontecimientos pasados en términos anticuados, sino de revivirlos aquí y ahora y de experimentarlos con la intensidad que lo hicieron los apóstoles y los primeros creyentes pero contextualizado en nuestro aquí y ahora. Ese es el objetivo de la teología y la evangelización o… ¿no?
El Padre, Jesucristo y el Espíritu están haciendo su labor en este instante y debemos ser capaces de experimentarlo y colaborar con ellos donando todo lo que somos a favor de nuestros hermanos…

Subrayemos tres ideas sobre la festividad de hoy y la Palabra que la ilumina:
1. Jesús, como ya habíamos dicho en la fiesta de la Ascensión, ha alcanzado la plenitud por haberse donado completamente. Para alcanzar su plenitud hemos de seguir su camino.
2. La primera obligación de los cristianos es transmitir el mensaje de su Maestro y contagiar al mundo de su experiencia de inmersión en la esencia amorosa de Dios (Padre-Hijo-Espíritu) a través de su caridad en acción.
3. Dios (Padre-Hijo-Espíritu) “vendrá” a nosotros cuando nos demos cuenta de que ya está aquí, pues para Él no hay lugar ni tiempo, o sea, está siempre aquí sosteniéndonos, animándonos, defendiéndonos, fortaleciéndonos, ayudándonos a cumplir la tarea que nos encomendó…
Meditar en el misterio de la Santísima Trinidad no es darle a nuestra mente “información” que debe transformar en una “creencia” religiosa o que nos lleve a “desmenuzar” a Dios en tres objetos separados. A contrario, es una invitación a amar, a construir la común-unidad, a donarnos, a movernos en dirección a los otros, a cultivar y a contagiar la bondad…]

Hoy celebramos el domingo de la Santísima Trinidad… ¿Qué te viene a la mente al leer/escuchar esto?
Dios – Padre, Hijo y Espíritu Santo – nos dice hoy en su Palabra que:
• fuimos elegidos por Él,
• somos amados, instruidos y protegidos por Él,
• debemos estar íntimamente unidos a Él y dejarnos guiar por Él y
• nos confía la misión de transmitir su doctrina y mandamientos a todos y en toda la tierra para hacer discípulos y bautizarlos (sumergirlos) en su amor y comunión…
Esta es nuestra identidad y misión… ¿Soy consciente de lo que Dios ha hecho y hace por mí? ¿Acepto la misión que me da?

De estas ideas, podemos desprender algunas tareas para nuestra vida cotidiana:
• Aprender a descubrir nuestra identidad/misión más íntima: somos hijos y enviados de Dios… ¿Me siento amado y valorado por Dios? ¿Puedo superar las pruebas de la vida sabiendo que Dios me considera capaz y confiable? ¿Soy consciente cada día de que soy hijo de Dios? ¿Los demás podrán notar mi alegría y gratitud todos los días? ¿En qué se nota que confío en Dios?
• Cumplir nuestra misión con alegría y paz: transmitir su voluntad y su amor… de acuerdo a esta misión evangelizadora, ¿qué tipo de relaciones establezco con mis familiares, amigos y colegas? ¿Cómo entiendo y vivo la política y la vida pública? ¿Soy testigo del amor, la paz, la felicidad y el servicio generoso para con todos?
¿Qué significa para mí, en concreto, vivir en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo?
PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS ALGUNOS EJERCICIOS PARA ESTA SEMANA:
1. Si te descubres como verdadero hijo de Dios y esto te llena de gratitud, esfuérzate por transmitir amor y por servir, empezando con tu familia y tu comunidad más cercana… Realiza por lo menos tres favores durante esta semana…

2. Nuestra identidad como hijos y discípulos misioneros exige que promovamos y cuidemos que en nuestra sociedad se viva de acuerdo a la voluntad de Dios… Por ejemplo, todo el tiempo tenemos que “vigilar” que nuestros gobernantes cumplan las promesas que hicieron en campaña y actúen justamente, también, cuando haya un proceso electoral, infórmate sobre la vida, trayectoria y propuestas de los candidatos y discierne si son conformes al plan de Dios… También, haz oración por nuestros gobernantes en turno, para que ejerzan su misión conforme a los mandamientos del Señor…

3. En tu oración de esta semana ve repasando los mandamientos y reconociendo cuáles te son más difíciles de cumplir. Pide a Dios – Padre, Hijo y Espíritu – que te ayude a no quebrantarlos y, si caes, a reparar el daño que te causas a ti mismo y a los demás… Así serás más feliz y podrás cumplir más fácilmente tu misión…
También puedes reafirmar tu fe en la Santa Trinidad y Unidad de Dios adaptando este texto de José Enrique Galarreta:
“Yo creo sólo en un Dios: en Abbá, como creía Jesús.
Yo creo que el Todopoderoso creador del cielo y de la tierra me ama con amor materno y puedo fiarme de él. Lo creo porque así lo he visto en Jesús, mi amigo y hermano, que se sentía y era su Hijo.
Yo creo que Abbá no está lejos sino cerca, al lado, dentro de mí, creo sentir su Aliento Divino como una brisa suave que me anima y me hace más fácil caminar y amar.
Creo que Jesús, más que un verdadero hombre es Enviado, Mensajero y verdadero Dios.
Creo que sus palabras son Palabras de Abbá, creo que sus acciones son mensajes de Abbá.
Creo que puedo llamar a Jesús la Palabra eterna presente entre nosotros.
Yo sólo creo en un Dios, que es Padre, Palabra y Aliento porque le creo a Jesús, el Hijo lleno del Espíritu de Abbá.”
