PENTECOSTÉS
¿Qué implica para mí saber que como discípulo debo estar constantemente en Transformación?
Pbro. J. Jesús Suárez Arellano
¿QUÉ NOS DICE DIOS EN ESTE DOMINGO DE PENTECOSTÉS?
Hechos 2, 1-11: Se nos habla de algunas portentosas señales características del primer Pentecostés cristiano: Estruendo que avanza como un huracán, lengüetas de fuego, comprensión entre personas de distintos idiomas… Se trata del poderoso Espíritu Santo que irrumpe en el mundo para que toda la humanidad escuche la predicación de las maravillas de Dios…

Salmo 103: El Señor crea y renueva todo con su aliento… Sus obras son mi alegría, le escribo poemas y canto para él…
Romanos 8, 8-17: Hay gente que está dominada por los apetitos del cuerpo y cuyo destino es la muerte… Esto no agrada a Dios… Nosotros, en cambio sabemos que el Espíritu de Jesús es resurrección y vida y nos hace hijos del Dios al que podemos llamar “Abba”, y nos convierte en sus herederos… Por eso, Pablo nos invita a dejarnos conducir por este Espíritu…
Juan 14, 15-16. 23b-26: Al igual que los apóstoles, también nosotros hemos recibido el mandato de cumplir los mandamientos de Jesús por amor y de mantenernos fieles a su mensaje dejándonos guiar e instruir por el Espíritu que Jesús nos enviará… Seremos morada de Dios en el mundo…
REFLEXIONEMOS JUNTOS:
En la antigüedad, el pentecostés era una fiesta de agricultores, luego se comenzó a celebrar en ese día la entrega de las tablas de la alianza en el Sinaí…
El Pentecostés cristiano, la fiesta que hoy celebramos, es distinta, inaugura el tiempo en que los discípulos deben mostrar su madurez, el tiempo de la Iglesia en acción y, obviamente, el tiempo de demostrar nuestra propia madurez como cristianos… El Pentecostés marca el inicio de la acción misionera y transformadora de la Iglesia en el mundo…

En nuestros días, el Espíritu se sigue derramando en la Iglesia… También hoy necesitamos madurez personal (humana y cristiana) y docilidad a la acción de Espíritu para, mediante el cumplimiento de los mandamientos de Dios, controlar nuestros impulsos naturales y enfrentar y superar el mal en el mundo… Cada uno de nosotros ha recibido el Espíritu en el bautismo y la confirmación (y en otros sacramentos), pero, ¿nos hemos dejado conducir por él a lo largo de nuestra vida?
A la luz de este mensaje y viendo nuestra realidad nos preguntamos: ¿Será posible que nos entendamos y colaboremos los unos con los otros? Pues, parecería, que el que tiene más poder tiende a pisotear y juzgar a los otros; poco importa quién tenga la razón… Necesitamos abrirnos al crecimiento personal y a la solidaridad con nuestros hermanos, descubrir las bondades que se encuentran en otros grupos (sociales y/o religiosos) y en otras personas que aparentemente no son como nosotros… Las realidades que se nos presentan hoy, muchas de ellas nuevas, cuestionan nuestra madurez como discípulos… Necesitamos, hoy más que nunca y cada uno en su contexto, reflexionar la palabra de Dios, analizar nuestras reacciones y dejarnos conducir por el Espíritu…

La segunda lectura nos propone que desarrollemos un estilo de vida que nos lleve a estar conscientes de aquellos aspectos de nuestra vida en los que tenemos que madurar de acuerdo a las enseñanzas bíblicas… ¿Soy una persona madura? ¿Soy maduro según las enseñanzas y mandamientos de Dios? ¿Soy consciente que el proceso de maduración me exige lucha constante y disposición para el sacrificio? ¿Me doy cuenta que no puedo ser un apóstol de Jesús sin un crecimiento constante? ¿Cómo podría describir mi propio proceso de maduración?
Si queremos convertirnos en apóstoles que lleven la palabra de Dios a todos, hemos de estar vigilándonos sobre cuáles son nuestras debilidades y “desórdenes egoístas”…
Luego, confrontarlas con lo que Dios nos ha enseñado y espera de nosotros… Finalmente estar dispuestos a dejarnos llevar, aún en contra de nuestros impulsos naturales, por el Espíritu de Dios…
Necesitamos recuperar la confianza básica en la bondad de Dios para poder ponernos en sus manos y convertirnos en sus enviados… También debemos pensar en lo difícil que es hacer cambios verdaderos y duraderos en la vida, por eso nos conviene descubrir lo que estábamos ganando con nuestro anterior estilo de vivir… Debemos comprender que lo que el Señor nos pide hoy es un cambio profundo de las estructuras de nuestro ser, casi nunca llegamos a ese nivel, a veces incluso debemos caer o tacar fondo antes de comenzar a construir algo nuevo… ¿Por qué será que muchas veces he querido cambiar y no lo he conseguido? ¿De qué quiero convertirme hoy? Según lo que he reflexionado hasta aquí, ¿qué pasos debo dar? ¿Estoy cómodo dejándome llevar por mis impulsos carnales? ¿Quiero convertirme en apóstol?

Hoy vemos a los discípulos hablando el lenguaje de todos… Esto es hermoso y emocionante; todos los entendían… Los discípulos, conducidos por el Espíritu, captaban la realidad más abiertamente… ¿Qué “idiomas” se hablan a mi alrededor, en casa, en el trabajo, entre vecinos, en la pastoral, etc.? ¿Puedo analizarlos, entenderlos y descubrir sus bondades? ¿Hablo a todos el lenguaje común de la buena voluntad, el respeto y el amor incondicional?
Hoy, un viento celestial nos puede sacudir para que se renueve nuestra forma de percibir la realidad y de amar a Dios y a nuestros prójimos… ¿Me dejaré transformar por este soplo? ¿Seré capaz de descubrir los regalos de Dios en el mundo actual y de ser más optimista?

TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS DURANTE LA SEMANA:
1. Observa el “lenguaje” de los demás… Descubre los mensajes que te envían con sus valores, sus criterios y sus pensamientos… Intenta ponerte en sus zapatos…
Después de esto estarás listo para comunicarte mejor, para ser más empático y poder acompañar y conducir a tus prójimos hacia Dios…

2. Revisa las metas que te propusiste cuando iniciaste este Tiempo de Pascua… ¿Qué hiciste para lograrlas? ¿Qué te faltó? ¿Qué harás el próximo año en estas fechas?
También revisa lo que fuiste reflexionando en cada lección de este Tiempo… ¿Qué aprendizajes recibiste? ¿En qué, en dónde y con quiénes los aplicarás?
3. En tu oración de esta semana, pide al Espíritu que te ayude a conocerte mejor y que, conociéndote, te conceda dar pasos hacia tu madurez, trabajando en los aspectos más difíciles de tu personalidad, para ser un discípulo dócil y eficaz…