PBRO. ADRIÁN RAMOS RUELAS

Santos del Sagrado Corazón de Jesús
La devoción al Corazón de Jesús ha dado muchos santos a la Iglesia. Mejor dicho, todos los santos han tenido experiencias profundas de encuentro con Jesús, que les revela el amor que tiene en su corazón.
Los textos bíblicos sobre el amor de Dios son abundantes. Hablar del Corazón de Jesús es hablar sobre el amor de Dios, fuente de los afectos, pero también de la razón y de las decisiones. San Juan, el discípulo amado, que recostó su hombro sobre el costado de Jesús, a quien le fueron revelados secretos celestiales, es pionero en esta espiritualidad.
En la historia de la espiritualidad cristiana han destacado algunos doctores y pastores que han acentuado el amor y la amistad de Jesús: san Basilio, san Gregorio Nacianceno, san Agustín, san Bernardo, san Buenaventura, santa Gertrudis y, más recientemente, santa Margarita María Alacoque y san Juan Eudes.
La devoción al Corazón de Jesús ha existido desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuando se meditaba en el costado y el Corazón abierto de Jesús, de donde salió sangre y agua. De ese Corazón nació la Iglesia y por ese Corazón se abrieron las puertas del Cielo. La devoción al Sagrado Corazón está por encima de otras devociones porque veneramos al mismo Corazón de Dios. Pero fue Jesús mismo quien, en el siglo diecisiete, en Paray-le-Monial, Francia, solicitó, a través de una humilde religiosa, que se estableciera definitiva y específicamente la devoción a su Sacratísimo Corazón.
El 16 de junio de 1675, se le apareció Nuestro Señor y le mostró su Corazón a santa Margarita María de Alacoque.
Su Corazón estaba rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una herida abierta de la cual brotaba sangre y, del interior de su corazón, salía una cruz. Santa Margarita escuchó a Nuestro Señor decir: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibe nada más que ingratitud, irreverencia y desprecio, en este sacramento de amor”. La devoción en sí está dirigida a la persona de Nuestro Señor Jesucristo y a su amor no correspondido, representado por su Corazón. Dos, pues son los actos esenciales de esta devoción: amor y reparación. Amor, por lo mucho que Él nos ama. Reparación y desagravio, por las muchas injurias que recibe, sobre todo, en la sagrada Eucaristía.
La espiritualidad del Sagrado Corazón encuentra también una nueva expresión con la devoción a la Divina Misericordia, que hace referencia al costado abierto de Cristo después de su entrega amorosa en la cruz. De ese costado abierto brotan agua y sangre, figura de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía.
Enseñanzas sobre esta devoción:
- El Sagrado Corazón nos revela el profundo amor misericordioso de Dios.
- Esta devoción nos ayuda a reparar nuestra indiferencia e injurias hechas al Divino Corazón.
- Nos ayuda a afianzar nuestra amistad con Jesús.