La historia de Israel está invariablemente entretejida con una injustificable in- fidelidad. El reiterado mensaje de los profetas no logró mejorar la situación moral y religiosa del pueblo, y es por eso que Jeremías –muy consciente, por cierto, de que tampoco su voz será escuchada– les reprocha el grave peca- do de haberse cerrado a la palabra del Señor y el no haber sido capaces de reconocer con sinceridad las propias faltas…
"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"