El Santuario en honor a Santo Toribio Romo fue diseñado por el Arquitecto y Fraile Benedictino, Fray Gabriel Chávez de la Mora, también creador del vitral del Santuario de los Mártires Mexicanos, en el Cerro del Tesoro, en Tlaquepaque, entre otras grandes obras a nivel nacional e internacional.
Alejandra Lozano Saldaña
Santa Ana de Guadalupe, situado en el municipio de Jalostotitlán, es la comunidad que vio nacer a Santo Toribio Romo González, sacerdote que fue martirizado y asesinado en tiempos de la persecución religiosa en México.
La devoción hacia este humilde sacerdote ha crecido a pasos agigantados y hoy se le conoce como el patrono de los migrantes o “mojados”, pues a decir de quienes viven en el lugar, existen algunos testimonios de personas que dicen haberlo visto en momentos de dificultad durante su travesía de México hacia Estados Unidos, logrando con su ayuda, cruzar la frontera y alcanzar el sueño americano. Por ello, dicen, con sólo la referencia de este pequeño pueblo de Jalisco, regresan a agradecerle el favor a aquella persona de la que desconocen su identidad.
Más allá de las leyendas que se puedan contar a su alrededor, lo que es una realidad es la fe y devoción que lugareños y visitantes le demuestran cuando llegan a visitarlo a su Santuario.
ÉL QUERÍA SER SACERDOTE
Josefina Romo González, es originaria también de Santa Ana Guadalupe. Ella tuvo la oportunidad de conocer al Padre Román, hermano de Santo Toribio, que tras la muerte de éste fue quien leyó la carta que dejó de su puño y letra, donde le pedía cuidar de sus padres ya mayores, su hermana María y también celebrar dos Misas por las almas del purgatorio.
En entrevista para Semanario desde esta comunidad, ella compartió su historia y uno de los testimonios más conocidos de este joven sacerdote. “Desde niño sintió ese llamado de Dios para la vida sacerdotal, pues se ponía a jugar a celebrar la Misa y él era el Padre. Cuando apenas era un niño, Toribio le dijo a su hermana Quica, ‘yo creo que allá en la mesita está el Cielo’, señalando con su mano hacia un pequeño cerrito muy cercano a su casa, donde contemplaban el Cielo lleno de estrellas”.

Cuenta que sus ganas de seguir a Dios eran tan grandes, que cuando estaba de vacaciones en el Seminario, junto con los pobladores, se dio a la tarea de construir una pequeña capilla, en honor a Nuestra Señora de Guadalupe, hoy conocida como “El Cerrito”. Ahí, tiempo después, una vez ordenado, celebró su Canta Misa y actualmente alberga algunas de sus reliquias, como la ropa que llevaba puesta al momento de su muerte.
UNA DEVOCIÓN QUE CRECE
A decir de Josefina, no se tiene una fecha exacta de cómo este Santo Mártir adquirió tanta popularidad entre los migrantes y por qué, según cuentan, decidió hacerse presente a quienes atraviesan el desierto para cruzar la frontera. De lo que sí se tiene certeza es de que no sólo es visitado por estas personas, sino desde hace un poco más de diez años, también recurren los llamados “hijos ausentes”.
Así como este testimonio, hay muchos más que aseguran haber visto al Santo también en hospitales, o cuando piden su intercesión en situaciones complicadas. Por ello y la devoción que le profesan los peregrinos que llegan al lugar, es que los habitantes decidieron construirle un Santuario, donde descansan sus restos.
“Uno de los favores más conocidos aquí y que nos han platicado, es sobre tres jóvenes que al intentar cruzar la frontera se quedaron sin agua y alimento para poder continuar caminando por el desierto, por eso uno de ellos le dijo a los otros dos, que ahí lo dejaran, para que ellos continuaran su viaje, pero se negaron, y como pudieron continuaron. En el camino iban orando, y más adelante se les apareció un joven que les ayudó a cruzar la frontera.
Al llegar a su destino ellos se comprometieron a pagar la ayuda teniendo sólo como referencia: soy Toribio Romo, y vivo en Santa Ana de Guadalupe. Sin saber dónde era este lugar, cuatro años más tarde regresaron los jóvenes a la comunidad para saldar la deuda, y su sorpresa fue que al llegar a la capilla vieron que el mismo que les había salvado la vida en el desierto, había fallecido tiempo atrás, y ahora era venerado”.