
Querida Lupita:
A lo largo de 20 años de matrimonio he sufrido el temperamento prepotente de mi esposo. Me han dicho que tiene el síndrome narcisista y que debo huir ya. Me ha mantenido con baja autoestima e inseguridad. Me manipula y me hace creer que no puedo hacer nada sin él. Quiero dejarlo pero no desearía afectar a mis hijos que tienen 16, 12 y 9 años. Me siento atrapada.
María E.
Hermana mía, María:
El Síndrome de personalidad narcisista es uno de los 10 desórdenes de personalidad que señala el DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales versión 5). Algunos de los rasgos que implica son:
- Auto percepción de grandiosidad, muestra comportamientos arrogantes y altivos
- Necesidad excesiva de admiración
- Falta de empatía hacia los demás, actitudes prepotentes en el trato con otros
Los rasgos del narcisista son equivalentes a los de una persona soberbia. Sus manifestaciones son: orgullo, vanidad, autosuficiencia y susceptibilidad. No es fácil convivir con personas así, pero
tampoco hemos de señalarlas como responsables de nuestra propia inseguridad. Cada uno ha de trabajar en sus debilidades y conocer también sus fortalezas.
Actualmente existe la tendencia individualista que dicta: si el otro no cumple tus expectativas, descártalo. Pero en el corazón humano hay una necesidad de amar que es bloqueada por esta actitud.
La visión cristiana es diferente: ¿Me preocupo por los demás? ¿Estoy dando lo mejor de mí al mundo, a mi familia?. En esta postura me reviso a mí mismo y procuro dar lo mejor de mí, sabiendo que seré recompensado. Reconocemos que todos tenemos al menos un poco de soberbia.
La forma de combatir la soberbia es cultivando la humildad: ser servicial, devolver bien por mal, reconocer los propios límites, descubrir talentos y aptitudes y procurar desarrollarlos.
Tener un diagnóstico es conveniente porque representa un modo de conocer, comprender y acompañar a un ser humano en su propio proceso de mejora personal. ¡Qué bien resultaría buscar nuestro propio diagnóstico para aplicarnos en los propios cambios!
Actualmente estamos rompiendo familias como “solución” a los conflictos; sin embargo, la experiencia dice que de esta manera nada se arregla sino que se multiplican los daños emocionales, con consecuencias dolorosas.
Conócete a ti misma y haz un plan de mejora personal continua. Aprende a poner límites ante conductas prepotentes, fortalece tu auto estima y no te afectará negativamente lo que diga otro de ti.
Lupita Venegas/Psicóloga
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