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200 años de Evangelización Occidental

Parte 3

PBRO. JOSÉ ANTONIO LARIOS SUÁREZ SECCIÓN DIOCESANA DE PASTORAL DE EDUCACIÓN Y CULTURA

Que la Virgen de Zapopan fue clave de identidad regional, lo hace ver el historiador Matías de la Mota Padilla, habitante del siglo XVIII, así lo atestiguan también los numerosos personajes de los tiempos virreinales, alcaldes, oidores, Canónigos, Obispos y presidentes de la audiencia.
La comunidad ya era más estable, amalgamada e integrada racialmente, sentirá de nuevo el temor y el peligro, ya no proveniente de otros grupos indígenas o de la comunidad española, ahora por el comportamiento agresivo de la naturaleza en su región. En 1691 se tiene documentada la primera visita de Nuestra Señora de Zapopan a Guadalajara, debido a los temblores que en el mes de mayo de ese año habían asolado la región. Existe un documento del secretario y notario mayor, Martín Pérez de la Cruz, donde testimonia el alivio que se experimentó en la población tras la visita de Nuestra Señora de Zapopan.

El testimonio dice así: “Certifico que al tiempo que la gran Señora salió de esta ciudad y algunos días antes, era público y notorio en Ella que ya había cesado la enfermedad pestilente, y que los enfermos eran muy pocos y fuera de riesgo, y así mismo, que todo el tiempo que la Sacratísima Imagen estuvo en esta ciudad, no hubo más que un temblor de tierra y después, hasta hoy, no se ha sentido otro alguno”.

En el documento de la visita del año 1691 se alude que la razón de esta visita es para implorar auxilio ante el azote de epidemias y temblores; nada se dice aún de sobre el tema de las tormentas y de los rayos. La decisión de acudir a esta Imagen de la Virgen se debe a la “universal aclamación de esta ciudad”, según declaración del Obispo don Santiago de León Garabito. El acuerdo se toma previa consulta con el cabildo eclesiástico, aquí aún no se menciona al cabildo civil.
El documento, firmado por el Obispo el 24 de abril de 1691, dispone que la traída de la venerada Imagen se realice el 25 de abril.
Se tiene noticia de que en años posteriores a esta primera visita, la Imagen de la Virgen de Zapopan siguió visitando Guadalajara por diversas calamidades. En los documentos de 1734, donde se oficializarán las visitas anuales, se dice que la Imagen visite Guadalajara siguiendo el protocolo tenido en otras ocasiones.


PATRONA CONTRA RAYOS, TEMPESTADES Y EPIDEMIAS
En el año de 1734, nuevamente Guadalajara sufrió el embate de las tempestades con su secuela de inundaciones y epidemias. La situación era ya insostenible, el hecho que más alarmó a la población fue la muerte del sacristán y del Cura del templo de la Santa Cruz, en el barrio de San Juan de Dios, el sacristán había subido al campanario a tocar las rogativas durante una tormenta y fue alcanzado por un rayo, el señor Cura subió a auxiliarlo y allí, en la torre del campanario, fue alcanzado por otro rayo.

Las autoridades civiles, y la misma comunidad, suplicaron al Obispo que trajeran la Imagen de la Virgen de Zapopan; el Obispo accedió, y la Imagen fue llevada a todos los barrios y capillas de aquella antigua Guadalajara. Posteriormente, los notarios dieron testimonio de la mejoría que toda la ciudad obtuvo de esta visita; por lo mismo, los cabildos eclesiástico y civil, la audiencia y la gobernación del reino, encabezados por el Obispo, declararon Patrona y Protectora de la ciudad episcopal a Nuestra Señora de Zapopan. El pueblo de Dios le dio entonces un nuevo título: “Patrona contra rayos, tempestades y epidemias”.

La jura de este patronato, conllevaba la obligación de trasladar la Imagen cada año a Guadalajara, durante el tiempo de lluvias, para que por turno fuese
visitando todas las iglesias de la ciudad. Con ello se iniciaba la tradición religiosa culturalmente más rica del obispado de Guadalajara, y la única que hasta el presente se mantiene, pese a las prohibiciones legales, y a las persecuciones religiosas que ha sufrido el país.

Con la visita de la Virgen, el pueblo que temía la naturaleza, que deseaba que no llegara el temporal de lluvias, ahora lo esperaba con ansias, porque eso significaba la llegada anual de esta querida Imagen a Guadalajara. Lo que empezó con un clamor penitencial, pronto se convirtió en algarabía, por el privilegio de tener por cuatro meses la presencia de esta Imagen que residía en Zapopan.

El temporal temido, era ahora el temporal deseado, ¿quién puede tener miedo cuando es la misma Madre de Dios quien viene a protegernos?

Las visitas de Nuestra Señora de Zapopan unieron más a las comunidades de Guadalajara y Zapopan, a la comunidad española e indígena, proporcionándoles más arraigo, identidad y un símbolo muy fuerte de unión, no sin antes pasar por sobresaltos, angustias y resistencias del pueblo de Zapopan, por el temor de que no volviera su Imagen.

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