En los momentos actuales que vivimos, el país necesita otro tipo de ciudadanos. Ante los problemas de nuestro país, los ciudadanos debemos asumir nuestro papel participando.
Hoy la gente es la que puede reivindicar otra forma de hacer política, gente que no busque solo el poder de los puestos y de los presupuestos sino el poder del servicio a la gente para afirmar sus derechos de manera organizada y pacífica.
No todo en la vida ciudadana consiste en pelear por votos, sino por el cambio de las conciencias y de las personas, por el respeto de los derechos para todos; la política no se puede concentrar solamente en la búsqueda del poder, sino también en la organización de los diversos, para exigir que haya igualdad y verdadera democracia, porque el Estado no es patrimonio de unos cuantos que gobiernan.
Si las personas somos los titulares de la soberanía, entonces necesitamos hacer una nueva pedagogía pública, concientizando que las personas somos lo que en México se nombra soberanía.
Hoy, en este momento, los ciudadanos debemos participar y formar liderazgos colectivos, para que aprendamos entre todos a ejercer el poder solidario que reconoce la Constitución a las personas, haciéndolo valer a través de las pocas instituciones que ven por la gente, y lo podemos hacer en bola, pero en una bola organizada.
La gente entiende que la democracia debe afianzarse en la organización de todos, de manera colectiva, pero libre. No desde arriba, como una abstracción que obedece por ser bueno, que recibe algunas prendas y las agradece, sino desde abajo; con la gente participando cada vez más de manera libre y solidaria.
El pueblo, los ciudadanos, creemos en la democracia que exige que haya políticos honestos, que rindan cuentas, que hablen con la verdad y que tengan una ideología clara. La gente no es antigobierno, desea que el gobierno tenga éxito, pero que la incluya realmente, no como una abstracción ideológica.
El pueblo, la ciudadanía, participa, pero no con obediencia acrítica, valora la eficacia para garantizar los derechos, sin exclusiones; valora la calidad de las instituciones públicas y la capacidad para resolver los problemas cotidianos. Exigir que haya un buen gobierno, no significa ser antigobierno.
Hoy, la gente quiere un Estado que nos pertenezca a todos y cumpla con sus deberes, si no lo hace, la gente tiene a su lado más gente, dispuesta a construir, a apoyar lo que el Estado no puede o no quiere, de esa manera se puede consolidar la democracia de la que la gente es depositaria.
Gente que actúa por todas partes, formando nuevos liderazgos, refrendando que no se necesita ser partido para participar con voz propia en la vida de México, donde la libertad comienza, cuando se une a la libertad de todos los demás.