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José Manuel Anceno Rivas

Entre el silencio y las voces avanza el Sínodo 2023. Si bien se dijo al iniciar sus actividades en Roma, el 4 de octubre pasado, que era momento de silencio, de escucha y fraternidad, ya empezaron los murmullos, las voces discordantes, por lo menos así lo ven los periodistas.
Habría que esperar lo oficial y no sólo lo oficioso. Recordemos, son aproximadamente 450 los participantes. Entre ellos, de América 47, entre los que sobresalen, en número, Brasil y Estados Unidos con 5 Obispos, mientras que México con cuatro, a saber: el Arzobispo de Durango, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez; los Obispos Adolfo Miguel Castaño, de Azcapotzalco; Gerardo Díaz Vázquez, de Colima y Oscar Efraín Támez, de Ciudad Victoria, Tamaulipas.
La inclusión de las mujeres al Sínodo, a algunos les dio tos, a otros, escalofrío. A ellas, “una oportunidad de compartir desde nuestros espacios sagrados”.
A unos invitados especiales, como el Obispo ortodoxo oriental metropolitano, Job de Pisidia, a mostrar cierta preocupación, porque “la definición de sinodalidad del evento, difiere mucho de la comprensión ortodoxa. Porque, haciendo referencia al primer concilio ecuménico, el de Nicea en 325, y a los Cánones Apostólicos, un texto cristiano del siglo IV sobre el gobierno y la disciplina de la Iglesia cristiana primitiva, dijo que “un sínodo es una reunión deliberativa de Obispos, no una asamblea consultiva de clérigos y laicos”. Lo cierto es que, como se dice popularmente, ‘al avanzar la carreta se irán acomodando las calabazas’, dicho con todo respeto.

SE PUEDEN AVECINAR POSIBLES TORMENTAS
El Sínodo sobre la Sinodalidad ha dado un paso adelante en la segunda semana de su realización. Los delegados han visitado las catacumbas, así como han elegido una comisión para supervisar la redacción de un “informe de síntesis”, aunque un reporte provisional sobre el Camino Sinodal alemán entregado a los participantes ha servido de recordatorio de que se pueden avecinar posibles tormentas o, al menos, vientos de fronda. Algunos debates han sido animados, dicen desde dentro, tal vez por las presiones ideológicas que pueden aflorar en la última semana en torno a la redacción del documento de síntesis del Sínodo. Habrá que esperar, y no mucho, para saberlo.
Lo cierto es que la elección de los miembros de la comisión ha dejado entrever las distintas sensibilidades que entraña la elaboración del documento que culminará esta parte del Sínodo.

La tarea que tiene ante sí la comisión de síntesis implica escuchar asiduamente las percepciones de los círculos menores –obteniendo una mayoría de dos tercios de votos– y calibrar las reacciones dentro de la Congregación general para elaborar un documento que resuene con los sentimientos de la asamblea.

No se debe perder de vista, lo dicen algunos asistentes, que la prioridad sigue siendo escuchar, así las cosas, el documento de síntesis debería recoger todos los puntos de vista.
Por otra parte, se debe considerar la confidencialidad durante el Sínodo. La norma vigente destaca que cada uno de los participantes está obligado a mantener la privacidad y confidencialidad tanto con respecto a sus propias intervenciones como con respecto a las intervenciones de los demás participantes. Además, este deber sigue vigente incluso una vez finalizada la Asamblea sinodal.
¿Lluvia y tormenta o la armonía y paz que ofrece el Espíritu Santo? Habrá que esperar.

@arquimedios_gdl

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