X DOMINGO
Jesús es el sanador amoroso de nuestra espiritualidad
J. Jesús Suárez Arellano
¿QUÉ NOS DICE DIOS ESTE DOMINGO?
Oseas 6, 3-6: El Señor quiere que lo conozcamos de verdad y que vivamos el amor, no que seamos inconstantes ni que participemos en ritos externos y vacíos…
Salmo 49: Dios no quiere sacrificios rituales externos, sino más bien que seamos agradecidos y que le cumplamos nuestras promesas…
Romanos 4, 18-25: Abraham es nuestro ejemplo porque, aunque todo parecía estar en su contra, fortaleció su fe y confió en que Dios cumpliría sus promesas. Así como Dios le acreditó esa fe como justicia, así también lo hará con nosotros si creemos en Jesucristo que se entregó por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Mateo 9, 9-13: Después de llamar a Mateo y mientras comía en casa de éste, rodeado de publicanos y pecadores y ante las críticas de los fariseos, Jesús declara que vino como médico para los enfermos y para llamar a los pecadores…
REFLEXIONEMOS JUNTOS
[Asistimos en el evangelio al choque frontal de dos códigos, el de la santidad y el de la misericordia.
El código de la santidad surgió en el siglo VI a. C., después del exilio de Babilonia. Promovía que los israelitas, individualmente y como pueblo, debían ser santos como su Dios. Y entendía la santidad como separación de toda contaminación. Así surgió la distinción entre puro e impuro, limpio y manchado, sagrado y profano, judío y gentil, justo y pecador… Enfatizaba las leyes de separación para garantizar la fidelidad a Yahvé y la supervivencia del pueblo.
El código de la santidad fue encarnado por varios grupos radicales, entre ellos los esenios, los fariseos y los zelotas que fueron dividiendo al pueblo entre buenos y malos y los llevó finalmente a la guerra contra los romanos (66-70 d. C.) y a la destrucción del templo y de Jerusalén.
Este es el contexto en el que Jesús realiza su ministerio. Y él asume un código muy diferente: el de la compasión.
Jesús y los fariseos tenían dos imágenes de Dios muy diversas entre sí.]

En el evangelio de hoy, como en muchos otros relatos, vemos que Jesús piensa y actúa de un modo muy distinto a los fariseos. Jesús enfatizaba siempre que Dios es amor para todos y que actúa desde la compasión, especialmente hacia los pecadores. Y los fariseos acentúan que todo judío debe hacerse “santo” separándose de los pecadores… Un fariseo no podía amar o sentir compasión por sus semejantes débiles y frágiles. Para ellos era fácil meter a todos los impíos, descreídos, paganos e irreligiosos en el casillero de “los pecadores” … Analizando mi comportamiento habitual, ¿actúo como Jesús o como los fariseos en estos días? ¿Cuál código se estará viviendo en mi familia, mi comunidad y mi iglesia? ¿Tiendo a sentir compasión por los “pecadores” o tiendo a juzgarlos y a separarme de ellos?
Jesús se acerca a Mateo, probablemente en un proceso más largo de lo que aquí se describe de forma muy simplificada, y lo invita, sin importarle que sea un “pecador”, a formar parte de su comunidad más cercana. Y el cambio en la vida de Mateo provoca que otros también se vayan acercando a Jesús. La comida celebrativa que se nos narra puede ser interpretada como signo del banquete mesiánico en el que participarán todos los excluidos de Israel que acepten la persona y el mensaje del Mesías. Notemos cómo en esta comida los pescadores se acercan espontáneamente y los “justos” se autoexcluyen… ¿Esta narración me recuerda algo?

Parece que Jesús entiende que un pecador es alguien que está desenfocado, porque desconoce la realidad más profunda sobre Dios y sobre sí mismo, no es que tenga mala voluntad, sino que es ignorante. Por eso no lo rechaza, sino que lo trata con compasión y le muestra el camino que lo lleva a dejar de hacerse daño a sí mismo y a perjudicar a quienes lo rodean, así podrá alcanzar su plenitud… ¿Qué pienso de esta idea? ¿Creo, de verdad, que Dios ama a los pecadores? ¿Me gusta la idea de que Dios los ame aún antes de que se conviertan? Para mí, ¿el pecado es un acto o una actitud?
Hoy en día, aún entre los católicos comprometidos, tendemos a dividir la comunidad entre buenos y malos y a pensar que hay personas que no son dignas de acercarse a Dios, de participar en la pastoral organizada, de prestar algún servicio comunitario… ¿Creo que este comportamiento le agrada a mi amigo Jesús? ¿Será que a veces queremos convertir a la iglesia en un grupo de fariseos? ¿Qué consecuencias tiene esto?
PARA QUE TE ENCUENTRES CON DIOS, TE PROPONEMOS LOS SIGUIENTES EJERCICIOS PARA LA SEMANA
- Tómate un tiempo para examinarte con sinceridad…
¿Tiendo a aceptar a todas las personas con las que interactúo? ¿Hago sentir el amor incondicional a los alejados (de Dios y de mi manera de pensar) o, por el contrario, los juzgo y les hago caer el peso de la ley y sus condenas?
- Sabemos que todos estamos llamados a la santidad…
Pero, ¿en qué consiste para mí el ser santo?
La santidad que yo busco, ¿se parece a la de los fariseos o a la de Jesús?
- Durante esta semana, en tu oración, pide a tu amigo Jesús que te ayude a amar a los “pecadores” aún antes de que se conviertan, así te irás pareciendo cada día más a él…
Detecta en tu corazón a algunas personas que no soportes por su manera de ser, por sus comportamientos u opciones, por la situación en la que viven, etc. y ora por ellas. Procura amarlas como las ama Dios…