upc4

Pbro. José Luis González Santoscoy

Pbro. José Luis González Santoscoy

¿Cuántas veces por no lastimar o causar conflictos no te animas a decir lo que sientes? Y, al final, resulta ser que quien termina lastimado es uno mismo por la impotencia de no expresarlo cuando se tuvo la oportunidad.

No es malo decir todo lo que pensamos, sólo que debemos aprender a hacerlo de la manera correcta, con prudencia e inteligencia, para no provocar heridas profundas en los demás. Pues esto resulta ser uno de los hábitos que más nos cuesta corregir, queremos que todos piensen y observen las cosas como nosotros lo hacemos.

Yo creo que, a la mayoría, en más de alguna ocasión, nos ha tocado ver cómo ciertas personas han sufrido mucho ante los comentarios nada tiernos de alguien que justifica que estaban llenos de sinceridad y de buena intención. Alegando ¡Yo no puedo dejar de decir lo que pienso! Como si tuvieran la verdad absoluta y eso les diera el derecho de no medir el tono de sus palabras y lastimar así a los demás.

La realidad es que cada persona percibe una situación de manera distinta a los demás. Eso es algo que debemos entender antes de hablar. No se trata de mentir ni mucho menos caer en la hipocresía con alguien, pero sí debemos de ser sensibles al otro, para no confundir ni herir, sino realmente apoyar de manera efectiva a los demás.

La sinceridad jugará un papel importante ya que será nuestro mejor aliado si es que la sabemos utilizar. Efectivamente, hay que ser lo más sinceros posible sin necesidad de herir a los otros al dar nuestra opinión o punto de vista, pero debemos cuidar cómo decirlo. Por tanto, hay que tomar en cuenta el tono de nuestra voz, si al hablar con alguien se nota nuestra molestia o prepotencia en nuestro tono de voz o en nuestro lenguaje no verbal, los demás responderán de manera negativa y podríamos generar una eterna discusión.

Guardar lo que se piensa por mucho tiempo tampoco no es una buena idea ni mucho menos un buen hábito. Si te encuentras dentro de una situación en la que sientes que debes decir alguna cosa, busca el momento para hacerlo, ya que los ánimos se calmen y sea posible establecer una comunicación más fluida desde el respeto y la comprensión, y no desde la condenación o sólo juzgando a la otra persona. Por nada del mundo recurras a insultos ni agresiones.

Otra cosa muy importa será escuchar al otro con atención y ser compresivos para entender sus razones que, igualmente, serán muy válidas. Por nuestra parte debemos no ser tan cerrados en nuestro punto de vista y tomar también en cuenta lo que el otro tiene que decirnos, esto nos ayudará a llegar a acuerdos que beneficien ambas partes.

Debemos aprender a ser empáticos a la hora de hablar con otras personas en el momento de una diferencia o conflicto, además debemos cuidar la forma en cómo lo decimos y aprender a ponernos en los zapatos del otro.

Facebook: Padre José Luis González Santoscoy

https://www.facebook.com/PadreJoseLuisGS/videos/1433140396842381/

@arquimedios_gdl

TE INVITAMOS A FORMAR PARTE DE LOS

Comunicadores Parroquiales

Los cuales promueven la Pastoral de la Comunicación en sus Parroquias

Dirección

"En la Iglesia tenemos urgente necesidad de una comunicación que inflame los corazones, sea bálsamo en las heridas e ilumine el camino de nuestros hermanos y hermanas"

Papa Francisco

Copyright @2023 – Todos los Derechos Reservados.