Hablemos sobre la transfiguración en mi vida cotidiana.
Pbro. J. Jesús Suárez Arellano
¿Qué nos dice dios hoy?
Génesis 22, 1-2.9-13.15-18: Abraham es probado y, superada la prueba, viene la bendición/recompensa… y su descendencia se convierte en una bendición para todos…
Salmo 115: Aún abrumados por las desgracias y las pruebas confiemos en Dios…
Romanos 8, 31b-34: Dios está de nuestro lado, ¿quién estará contra nosotros?
Marcos 9, 2-10: Jesús, con tres discípulos, sube a la montaña y se transfigura… Conversa con Moisés y Elías… Los envuelve una nube… Una voz lo presenta como su Hijo amado a quien deben escuchar… Descienden guardando el secreto y reflexionando…

Reflexionemos:
[Todos los años, en el II domingo de cuaresma, meditamos un relato de la transfiguración del Señor. Hoy nos toca el de Marcos. Él coloca esta historia entre dos anuncios de su pasión.
La trasfiguración del Señor es el relato de una epifanía y se narra con los elementos clásicos, símbolos y lenguaje, de las teofanías del Antiguo Testamento. Éstas no necesariamente son crónicas de hechos históricos sino tentativas de explicar fuertes experiencias subjetivas que “manifiestan” la presencia de lo divino en una persona o acontecimiento en particular. Es verdad que Dios siempre está presente a nuestro alrededor, pero, sólo en ciertos momentos captamos esa presencia de forma intensa en nuestra mente, corazón y espíritu; son instantes en que descubrimos que hay algo más allá de lo natural y humano. Estas experiencias sólo se pueden expresar con metáforas.
Así parece haber pasado con los discípulos de Jesús, convivieron mucho tiempo con él y no descubrían lo divino que habitaba y era. Los relatos de la resurrección insisten en que Jesús Resucitado es el mismo que caminaba con ellos por Galilea; el relato de la transfiguración parece decir que este Jesús compañero, amigo y predicador es el mismo Resucitado y que lo que descubrieron en él después de su resurrección ya estaba presente en él antes de su muerte, aunque no lo habían descubierto a tiempo…
Lo que nos pide este relato es “escuchar”/obedecer a Jesús por encima de la Ley y los profetas; sólo quien conoce a Jesús y su mensaje puede comprender a Moisés y a los profetas; sólo quien reconoce la divinidad de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús puede entender que encontrará vida en la muerte y gloria en la aceptación de la derrota por amor y en la muerte de ego; sólo quien reconoce a Jesús como Dios sabe que él no reparte castigos y premios sino que es amor y misericordia sin fin…]
La Palabra de hoy nos invita a pensar en nuestra vida como un proceso hecho de momentos de prueba (muerte) y bendición (resurrección)…
La vida de Abraham, de Jesús, de los discípulos, de Pablo y la nuestra se parecen… Pasamos por momentos de incertidumbre, sufrimiento y pruebas… pero, si confiamos en Dios, Él dará sentido y confianza a cada momento hilándolo a otros momentos de salvación… Nos ayudará a captar que lo importante es que al final, unidos a Él y por su intercesión, resucitaremos también… ¿Descubro la presencia de Dios en medio de mis crisis y dudas?

Cada etapa de la vida nos plantea retos y nos brinda oportunidades de alcanzar bendiciones específicas… Algunas de estas crisis pueden venir por: la pérdida de la juventud y la belleza, de algunas facultades o de la salud o el trabajo, las separaciones, las devaluaciones económicas, los accidentes inesperados, la enfermedad y/o muerte de seres queridos… ¿Qué retos se me están presentando ahora mismo?
La vida está llena de crisis, desde el niño que aprende a valerse por sí mismo hasta el adulto mayor que debe vivir con sabiduría sus últimos días…

La vida tiene pérdidas que son inevitables… Estas crisis y pérdidas pueden ser un camino de crecimiento y bendición para nosotros mismos y para los demás… ¿Qué luces aporta mi fe sobre las obscuridades que atravieso?
Te proponemos que hagas alguno de los siguientes ejercicios:
1. Dibuja una línea que vaya desde tu nacimiento hasta tu muerte…
Marca en esa línea algunos momentos de crisis…
Descubre cómo Dios estuvo siempre presente fortaleciéndote y re-significando esas pruebas… Agradécele…
2. Responde (por escrito): ¿Tiendo a confiar o desconfío de todos? ¿Soy autónomo o la vergüenza no me deja actuar? ¿Tengo iniciativa o siento una culpa crónica que no me deja accionar? ¿Soy diligente o me siento inferior a los demás? ¿Estoy seguro de mi identidad y misión o estoy confundido e inseguro? ¿Soy capaz de intimidad o me mantengo aislado de todos? ¿Genero nuevos proyectos o estoy estancado? ¿Me siento en paz conmigo o tengo episodios de desesperación?

¿Eres ya bendición para todos o qué “transfiguración/es” quedan pendientes?
3. Pídele a Dios los recursos para enfrentar las dificultades venideras como oportunidades para crecer…